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En estos planteamientos, cuya magnitudes de valor no se puede cuantificar de manera objetiva, sino que subjetivamente se llega a la valoración que al ánimo particular le conviene (salvo que el individuo particular de que se trate tenga acreditada una moral de peso, en cuyo caso se puede confiar en su palabra) las posibilidades de apoyar lo uno y lo contrario son múltiples y permiten aleccionar a conveniencia, dando lecciones de ética que están desacreditadas por la propia trayectoria de los personajes que se lo permiten.
Desde el papel que ha jugado la presidencia de CGDPJ durante estos últimos años en que la institución ha sido puesta en juego por unos y otros sin que aquella hiciese nada real por reivindicarla y evitarle el deterioro en que se ha sumido (solo hay que pensar en cuantas creencias individuales su consistencia se ha disuelto en el escepticismo) no se pueden dar lecciones partidistas (que es lo que deja asomar el rasgo que caracteriza al autor) que definen el sesgo con que se alecciona.
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