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Opinión | |||
Andalucía: imparable |
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Cristobal Villalobos Salas | |||
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Noche de viernes. Nada en la tele. Mientras se consumen los últimos anuncios, de perfumes y demás quincallería, en Canal Sur emiten un largo anuncio del que no entiendo absolutamente nada. O poco. Hay algo que mi mente capta de forma instintiva: se trata de un anuncio de la Junta. Y es que, tras toda una vida soportando el bombardeo proselitista del socialismo andaluz, uno ya sabe identificar el mensaje con sólo escuchar el acento de ciertos discursos. Cuando la Transición, el café para todos, el artículo 51 y todos esos rollos, se daba por hecho que la autonomía traería la modernidad a Andalucía. Por ahí andaba Carlos Cano cantando a la alegría verdiblanca, aquella que venía desde Ronda y traería, por fin, pan y cultura a una sociedad hambrienta y analfabeta. Décadas después, bajo el mandato del socialismo, aquel que debía liberar al pueblo andaluz del caciquismo y la emigración, aquel que debía traernos la democracia, la libertad y el bienestar, estamos tan lejos de la media europea que permanecemos en ella por casualidad. Somos europeos por imperativo legal, o más bien geográfico. La esperanza, verde, blanca y verde, todo un espejismo, toda una farsa. El andalucismo de pandereta, institucionalizado, se ha convertido en la catarsis de lo cutre, lo rancio y lo cateto. Orgullosos de ser los últimos de Europa, es el mensaje que nos traen los anuncios de una Junta de Andalucía inoperante, que lo único que sabe hacer es repartir dinero y repetir, una y otra vez, lo graciosos que somos y el arte que tenemos. Y es que arte, lo que se dice arte, tenemos, y en la Junta más. Lo del fondo de reptiles, lo de los EREs, constituye toda una oda a la corrupción como forma de vida. La esperanza democrática de la autonomía devengó rápidamente en un virreinato bananero en el que, mientras la ciudadanía se entretenía con toreros, duquesas y procesiones, los de siempre seguían conservando su coto privado de caza. Qué arte, y qué gracia, los caciques que nos gobiernan. Esperemos que por poco tiempo. Andalucía, como región, como autonomía, como suma de sus provincias, está muerta. Colapsada entre el paro y el hastío, sólo nos queda la opción de hacer del voto un acto revolucionario, desalojando del poder a los que no han sabido detentarlo. Quememos San Telmo, metafóricamente hablando, y empecemos de nuevo. Las cientos de miles de familias andaluzas sin recursos, en la que todos sus componentes están en el paro, necesitan, de una vez, soluciones. Andalucía, como casi siempre, vuelve a demandar pan y cultura. Y sobre todo un poco de vergüenza. |
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