19 de octubre de 2025, 9:16:14
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prandelli busca el éxito que refrende su apuesta


La mermada revolución italiana quiere venganza ante su última “bestia negra”: España


Las semifinales de la Copa Confederaciones han vuelto a enfrentar a la renovada Italia, que trata de despojarse del catenaccio tradicional, y al equipo que ha cortado sus aspiraciones desde 2008. El proyecto innovador de Prandelli se encuentra de nuevo con España, la selección que eliminó sus aspiraciones de gloria en la final de la última Eurocopa de raíz. La baja de Balotelli erosiona las posibilidades transalpinas de refrendar, de una vez, el giro hacia el lado estético del fútbol con resultados exitosos. El Imparcial analiza al rival que con más desesperación ha esperado para volver a cruzarse en el camino del bloque dirigido por Vicente del Bosque.




La Federación Italiana de Fútbol (FIGC) decidió en mayo de 2010 ejecutar un viraje rotundo a la concepción del fútbol sobre el que debía girar el futuro inmediato de la selección nacional. Con Marcello Lippi -el último entrenador que ha conquistado el Mundial para el país mediterráneo- todavía en el cargo para afrontar el campeonato de Sudáfrica, los gestores del calcio apostaron por una transición complicada desde el tradicional rigor defensivo resultadista hasta la posesión de balón como núcleo de la filosofía innovadora -con un indudable cariz arriesgado contemplando que se debía ejecutar en la cuna del catenaccio-. En junio de aquel año, la azzurra sufría el descalabro de un sistema ideado con una conexión directa al rendimiento físico pleno. El cansancio inherente al calendario de clubes mermó la intensidad del vestuario y, cuatro años después de tocar el cielo alemán, Italia quedaba eliminada en un grupo formado por Paraguay, Eslovaquia y Nueva Zelanda. El ciclo Lippi se cerró en la última plaza de una primera fase sencilla. Sin ninguna victoria en el casillero.

El elegido para curar las heridas del gigante transalpino fue Césare Prandelli. Se antojaba la necesidad de cambiar el estilo y el valiente técnico que llevó a la Fiorentina más ofensiva que se recuerda a las semifinales de la UEFA y a la Champions -en 2008-, debía conducir la revolución. No en vano, amén de la experiencia en los banquillos de la Serie A, los dirigentes del fútbol italiano sabían del bagaje de esta rara avis nacional en su etapa como futbolista. El técnico que brilla con la colorida luz del juego creativo en un paisaje de gris rigor táctico, formó parte del proyecto que llevó a la Juventus de los 80 a conquistar la Copa de Europa y llegar a varias finales más. En aquel vestuario figuraban artistas del calibre de Michel Platini, Marco Tardelli, Paolo Rossi, Roberto Bettega o Zbigniew Boniek, pero el guión marcaba un férreo sistema defensivo bajo el mando de Giovanni Trapattoni, uno de los referentes del catenaccio dogmático más laureados, tras Helenio Herrera. La improvisación creativa no era un concepto a conjugar en aquella plantilla. Quizá Prandelli, campeón continental en la infausta final de Heysel -1985-, captó la natural contradicción que suponía imponer una jaula táctica a tan maña selección de futbolistas técnicos.


El primer día que Césare se puso manos a la obra pocos confiaban en el futuro de su apuesta. A la reticencia generalizada hacia el uso protagonista de la posesión de balón para la nazionale se sumó la renovación radical de los miembros de las convocatorias. La juventud arrinconó a las viejas glorias y, con la espina dorsal de la atractiva Juventus bicampeona del Scudetto como base -Buffon, Chiellini, Bonucci, Barzagli, Marchisio, Giaccherini y Giovinco-, desplazó el protagonismo de la defensa al centro del campo. Entregó el mando a Andrea Pirlo, el mejor lector de fútbol del planeta -con permiso de Xavi Hernández-, capaz de imponer el ritmo que necesita su equipo y de contagiar el afán combinativo a sus compañeros. Apuntaló la obra salpicando su plantilla con jugadores técnicos que sepan cuidar de la pelota: el pausado Montolivo se erigió en el escudero predilecto de Pirlo, De Rossi se convirtió en el único peón defensivo de la medular, desaparecieron los laterales sin llegada con la inclusión de Maggio, Abate y De Siglio, y subieron a la selección absoluta figuras domésticas como Candreva, Diamanti y Aquilani. En la línea de vanguardia se redujeron los goleadores toscos al mínimo indispensable. Tan solo Gilardino ha sobrevivido a la revolución. La calidad impuso su ley de cara a portería con Balotelli, El Saarawy, Cassano, Di Natale y Borini.

Los primeros pasos del combinado transalpino refrendaron la criticada decisión. Italia llegó a la Eurocopa de 2012 con solo dos goles encajados y el mayor índice de posesión de balón que se recuerda del Piamonte para abajo. La competición continental avanzó y el proyecto de Prandelli quemaba etapas arrastrando la erosión del cansancio acumulado por el calendario. Sin embargo, en semifinales se vivió la explosión de la revolución azzurra. Alemania, la alumna aventajada del juego de toque español y candidata al título, sucumbió en 30 minutos ante el arsenal ofensivo italiano. Balotelli ejerció de ejecutor y sentenció el partido con dos goles, casi seguidos, que transformaban el dominio de su equipo en el pase a la final. Pero Césare encontró en aquel último peldaño hacia el título la herida de la que todavía no se ha recuperado. La goleada encajada ante una excelsa representación del estilo de la “Roja” pareció borrar los méritos cosechados con anterioridad y la vieja guardia pidió la cabeza del sospechoso innovador.

“Prandelli, ma cosa hai fatto?” (¿Pero qué has hecho Prandelli?), tituló el Corriere dello Sport para continuar después con el ácido análisis del partido y, por extensión, del giro ofensivo: "Teníamos que hacer historia y lo hemos conseguido, eso está claro, porque nunca una final de un campeonato del mundo o de Europa se había resuelto con una diferencia tan evidente entre los campeones y los derrotados, y mucho menos con Italia como protagonista”. El derrotado técnico asumió el fracaso de su apuesta en la conferencia de prensa posterior al fiasco ante España subrayando que “estábamos muy cansados y somos un equipo que necesita estar bien físicamente para hacer nuestro juego”, para concluir su discurso con una frase histórica dentro de la dialéctica del fútbol transalpino: “Si es por el bien del calcio, nos quedaremos en casa"



La FIGC no cedió ni un milímetro en su voluntad de renovar el estilo de la nazionale y, menos aún, se planteó cambiar de líder. "No tengo que defender en el área porque prefiero recibir un gol a la contra que sufrir en defensa. Es mejor arriesgar al ataque que tener que esperar", zanjó el seleccionador cuando recuperó el mando del equipo y hubo renovado su legitimidad en el vestuario.

En el último año, Prandelli ha guiado a su seleccionado hacia la clasificación para el Mundial de Brasil con el firme paso que marcan las goleadas cosechadas como coherente resultado de su apuesta ofensiva. Líder imbatido de un grupo formado por huesos como República Checa, Dinamarca y Bulgaria, los italianos vuelven ser el país más anotador y a ceder pocos goles -cuatro en seis partidos- sin la obligación de encerrar a su zaga y centro del campo en el área propia.

Pero la Copa Confederaciones ha subrayado la confrontación entre las urgencias y la paciencia idónea para que el proyecto cuaje. La plantilla sigue tratando de asimilar la nueva identidad creativa sin olvidar la intensidad defensiva y el orden táctico necesarios en cualquier selección. La transformación avanza a buen ritmo y la voluntad de imponer su juego de posesión en cada enfrentamiento crece cada día con el apoyo de los resultados en las fases clasificatorias, pero, los partidos de Italia frente a rivales con pólvora ofensiva se saldan con demasiados goles encajados. Buffon ha sacado de su portería ya ocho balones en este junio mientras que Balotelli y compañía solo han metido un gol menos que Brasil. Esta lucha por pulir los defectos de la nueva identidad choca frontalmente con la urgencia por volver a lograr títulos y victorias ilustres y por aprovechar los últimos destellos de brillantez del veterano faro. Pirlo ya no aguanta el ritmo de un año futbolístico y su llama se va apagando al ritmo que marca el inexorable paso del tiempo. A pesar de contar con buenos escuderos en el manejo de la pelota, no se atisba un líder que lea el juego como el mediocentro juventino. Ni siquiera en la reciente selección sub-21 que llegó a la final del Europeo de Israel, se vislumbra un proyecto de jugador similar.


Así llega la revolución de Prandelli a su nueva cita con España, su reciente “bestia negra”. Beppe Bergomi, eterno capitán del Inter de Milán y campeón del mundo en España 82, le ha pedido al seleccionador que traicione a sus ideas por un día. “Este partido, y con este rival, es el único con el que debes comportarte a la vieja usanza”, declaró el pasado lunes. “No seremos nunca España, somos Italia, tenemos otro tipo de fútbol, no podemos ir en contra de nuestra naturaleza", aconsejó el duro zaguero a su colega al tiempo que verbalizaba la opinión de los principales medios de comunicación locales, temerosos de un nuevo fiasco ante las bajas de Balotelli y Abate y la duda de la participación en el partido de Pirlo.

“Para ganar a España tendremos que llevar otro balón a la cancha y jugar el partido con dos pelotas”, bromeó Prandelli en la previa de la semifinal de la Confederaciones. El preparador se apresuró a señalar que “hemos anotado ocho goles porque hemos venido a jugar buen fútbol, no a defender” y compartió con los medios una de las conclusiones que extrae de este torneo -en el que ha sufrido lesiones y mermas físicas continuas- de cara al Mundial del próximo verano: “Dentro de un año no solo necesitaremos 23 futbolistas sino que también tendremos que contar con 23 atletas, porque, si los jugadores llegan con el tanque vacío será muy difícil”. El artífice de la nueva Italia, que todavía aguarda un gran éxito que refrende esta histórica apuesta, cerró su comparecencia lanzando un aviso para navegantes. “Seamos claros: España es el mejor equipo del mundo, lo sigue demostrando y, en ocasiones, resulta imposible ganarles. Pero, jugar contra ellos me da ganas de intentar algo diferente, de idear innovaciones tácticas”. ¿Qué sacará de su chistera el protagonista del calcio de la presente década para tumbar al favorito absoluto?
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