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Mundo | |||
en un paisaje político turbulento |
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Mohamed VI celebra el décimo aniversario de su entronización |
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El régimen marroquí celebra el décimo aniversario de la subida al Trono de Mohamed VI con desencanto e inquietud. Hace diez años, a finales de julio de 1999, Marruecos se despertaba con un nuevo monarca que suscitó muchas ilusiones. Los más atrevidos esperaban una transición democrática inminente; los más pragmáticos, una modernización del país y la superación de las rémoras del pasado. Unos y otros permanecen a la espera. |
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La clase política se encuentra sacudida por la irrupción de nuevos partidos; el paisaje mediático, sacudido por los juicios contra periodistas; el conflicto del Sahara Occidental, que el Rey anunció haber ya resuelto, está bloqueado; la represión de los “años de plomo” del reinado de Hassan II, ha retomado vigor contra marroquíes y saharauis; el despegue económico tan esperado, se limita por el momento el sector turístico y algunas infraestructuras viarias y portuarias. Marruecos sigue siendo un país en compás de espera. La misma solicitud internacional que se manifestó durante los funerales del anterior monarca, existe ahora en apoyo al joven soberano. Francia ha mantenido una continuidad sin fallos con el régimen alauita. Al apoyo paternalista de Jacques Chirac ha sucedido el sostén económico, industrial y mediático de Nicolas Sarkozy, quien como su predecesor en Tarudant, pasa sus vacaciones en Marraquech. España parece haber olvidado el exabrupto de Perejil, las oscuras manipulaciones de los servicios secretos marroquíes en la oscura trama del terrorismo, el asesinato en Fuengirola de Hicham Mandari, las calculadas oleadas de inmigrantes ilegales y el suministro de toneladas de hachís procedentes del Rif, para adoptar la misma actitud que su vecino francés en apoyo y sostén a Marruecos y al nuevo rey. Estados Unidos, con la nueva Administración de Barack Obama, mantiene todos sus compromisos de apoyo estratégico a su aliado marroquí, aunque ponga el acento por motivos de prestigio internacional en la necesidad de respetar las libertades y los derechos humanos tanto en Marruecos como en el Sahara Occidental. Sin embargo Washington no olvida la ayuda recibida de su aliado en la lucha contra el terrorismo islámico, en las cárceles secretas de la CIA y en los interrogatorios despiadados de los sospechosos de pertenencia a Al Qaeda en Temara y en Guantánamo a cargo de “expertos” marroquíes. Sin embargo en el plano interno, el régimen de Mohamed VI sigue mostrando pies de barro. La denuncia ante los tribunales del dirigente del islamista Partido de la Justicia y Desarrollo Abdelilah Benkiran, por parte del nuevo partido monárquico PAM, por injurias, anuncia turbulencias en la clase política. El PAM, del que la opinión pública sigue esperando aclaración sobre la procedencia de sus cuantiosos fondos utilizados en la campaña electoral, ha hecho lo mismo contra periodistas molestos. La tormenta mediática desatada por el libro del periodista Ali Ammar sobre “Mohamed VI, le grand malentendu”, a modo de balance de la década del nuevo reinado, está suscitando las iras del régimen. La opinión pública marroquí descubre que las denuncias hechas por el lider islamista jeque Abdesslam Yassin sobre la fortuna del rey y su “deber religioso” de traerla al país para invertir en su desarrollo, son ciertas. Ali Ammar muestra en su libro a un Mohamed VI que se sigue enriqueciendo a costa del subdesarrollo del país: “un rey rico en un país pobre”. El conflicto del Sahara Occidental que Mohamed VI dio por resuelto hace diez años, sigue pertinaz. El nuevo soberano ha desaprovechado todas las oportunidades ofrecidas por la ONU y sus mediadores, para poner en práctica las diferentes modalidades del “Plan Baker” que preveía una serie de periodos transitorios culminados con un Referéndum de autodeterminación, y se ha enrocado en la posición de “autonomía y sólo autonomía”. Pero quizás el mensaje más dramático percibido tanto por la población saharaui como por la marroquí, es el de la impunidad de todos los responsables directos e indirectos de las torturas, las muertes y las desapariciones. Los generales, oficiales o simples ejecutantes denunciados por la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) como “verdugos y torturadores” siguen en sus puestos. Los responsables incriminados por las diferentes organizaciones internacionales (Amnistie Internationale, Human Rights, Reporteros sin Fronteras y otras) permanecen en activo. Se pretende cerrar página del pasado sin saldar cuentas. La década Mohamed VI se cierra con mediocres realizaciones. Los grandes proyectos de infraestructuras, pocos aunque importantes, no alcanzan a satisfacer la demanda del mercado de trabajo. La juventud marroquí no sueña en contribuir con su esfuerzo al desarrollo del país, sino en emigrar a España o Europa, a pesar de la crisis. Y no ve por parte del régimen ninguna señal que le permita esperar en un futuro cercano mas prometedor. El balance del reinado del nuevo monarca sigue siendo provisional. |
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