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Opinión | |||
ETA acorralada |
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La detención de los presuntos asesinos de Joseba Pagazaurtundua, supone otro golpe estratégico para la banda terrorista Eta, que cada vez demuestra menos capacidad de acción, reduciéndose progresivamente a un grupo criminal de sicarios lo que era una organización que buscaba reivindicar unos derechos nacionales a través del terror. No cabe duda que su formula de defender el nacionalismo vasco encuentra una fuerte resistencia, incluso entre los votantes secesionistas e independentista que comienzan a rechazar cualquier tipo de atentado o acción violenta, convencidos de que esa no es la salida al conflicto nacionalista. Hoy por hoy Eta es una agrupación sin oxigeno ni rumbo ideológico. Sólo las armas y el odio son lo único que sostienen su existencia, por lo que no es de extrañar que a futuro, la banda terrorista termine cuadrándose con grupos del crimen organizado, como lo hizo en su momento la mafia siciliana o las Farc, con el objeto de mantener su cadena delictiva a costa de una fachada ficticia que daña la integridad vasca. Los etarras siempre han cometido atentados contra políticos, periodistas y autoridades del orden, por lo que no ponemos en duda que tal metodología vaya a cambiar a corto o a largo plazo. No obstante, cada vez queda más evidenciado que su culto a la violencia tiene menos sentido y cabida dentro del nacionalismo vasco contemporáneo. Ya no gozan de la aureola del invicto e, incluso para sus propios conciudadanos, la banda terrorista, se ha convertido en una vulgar pandilla de criminales, que se vale de sus “celulas” dormidas, como ha sido el caso de los terroristas detenidos por la muerte de Pagazaurtundua en 2003, para hacer su acostumbrado “trabajo sangriento”. |
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