19 de octubre de 2025, 9:16:34
Opinión


Manuel Fraga, letrado de las Cortes

Enrique Arnaldo


De los múltiples perfiles (que no aristas, como otros) que presenta el hombre de Estado que falleció esta semana, Manuel Fraga Iribarne, compruebo que no se ha abordado por ningún comentarista el que narro a continuación.

A los (escasos) veinticuatro años, Manuel Fraga ganó –como se decía entonces- las oposiciones de Letrado de las Cortes españolas. Corría el año 1.946, tan lejano que ni siquiera los creativos de “Cuéntame” fueron capaces de hacer un capítulo, cuando ingresó en el prestigioso cuerpo, en el que estuvo en activo, compatibilizándolo con otros puestos (era la época del pluriempleo) hasta que fue elegido Procurador en las mismas Cortes, previamente a ser nombrado Ministro de Información y Turismo. Fue su primera oposición, antes que la de la carrera Diplomática, y que la Cátedra de Derecho Constitucional.

Recuerdo una cena–homenaje del Cuerpo de Letrados (ya de las Cortes Generales) a D. Manuel Fraga. Aunque nos permitía tutearle por ser compañeros, la verdad es que nos costaba un poco a los más jóvenes. El homenaje tenía como excusa su elección como Presidente de la Xunta de Galicia. El por entonces decano del Cuerpo, Fernando Benzo Mestre, contó un hecho para mí desconocido. Parece ser que tras uno de los múltiples armisticios entre espartanos y atenienses, en una cena conmemorativa el general ateniense pronunció un aparatoso discurso tras el cual el espartano le felicitó, pero añadió: “De la segunda parte no hemos entendido nada; y de la primera… ya se nos ha olvidado”. Aquel sucedido le sirvió a Fernando para manifestar que aunque Manuel Fraga había estado más tiempo excedente que en servicio activo, siempre había estado con nosotros y siempre le habíamos sentido parte del Cuerpo (otra vez con mayúsculas). Y recuerdo también que en aquel acto se procedió a la lectura de su instancia para participar en las oposiciones del 46, y que al leer la relación de méritos acumulados (básicamente en el Instituto de Estudios Políticos) nos quedamos atónitos de la cantidad de artículos que había podido publicar con menos de veinticuatro años.

Recuerdo otra anécdota. Tras su paso por la Embajada en Londres y antes de asumir el Ministerio de la Gobernación, Manuel Fraga reingresó en las Cortes. Era Felipe de la Rica el Letrado Mayor y le asignó plaza en el Servicio de Estudios. Parece ser que hizo multitud de ellos, así como de notas e informes, además de traducciones, a una velocidad de vértigo. El Letrado Mayor se agobiaba –dicen- porque no era capaz de generar trabajo al mismo ritmo que Fraga de sacarlo adelante.

Odio los panegíricos, pero Fraga ha sido el último de los hombres de Estado de España. Seguro que con sus defectos, pero hombre de Estado.

Este artículo se lo dedico a mi padre, admirador entusiasta y quinto de Fraga pero que nos dejó diez años antes.
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