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El mayordomo del Papa

domingo 07 de octubre de 2012, 19:08h
Paolo Gabriele, ex mayordomo del Papa, acusado de robo con agravantes de documentos reservados de Benedicto XVI, ha sido condenado el sábado por el Tribunal de Estado del Vaticano a un año y seis meses de cárcel.

“En nombre de Su Santidad Benedicto XVI, gloriosamente reinante, e invocando a la Santísima Trinidad…” fue la fórmula con la que el presidente del Tribunal, Giuseppe della Torre, comenzó a leer la sentencia tras dos horas y cuarto de deliberaciones. El ex mayordomo escuchó la sentencia de manera impasible, sin expresar sentimiento alguno. Paoletto ya en su casa bajo arresto domiciliario declara que actuó por amor a la Iglesia y al Papa y por un amor exclusivo y casi visceral y que no se siente un ladrón (llevaba seis años como ayudante del Papa). Se desconoce si recurrirá la apelación. El portavoz del Vaticano Federico Lombardi dice que “Benedicto XVI no descarta perdonar a su mayordomo…”. La posibilidad del perdón es muy concreta y muy verosímil – dice -.
Ante esta noticia se mezclan en mi dos pensamientos que son dos sentimientos a la vez, el primero la belleza de la Ciudad Eterna que conocí a los dieciséis años y que ha quedado plasmada en todo el cine universal, en filmes como “Vacaciones en Roma”, “A Roma con amor”, “Las siete colinas de Roma”, “Creemos en el amor”, “Roma ciudad abierta”, “ La escapada”, ”Matrimonio a la italiana”, etc, una ciudad para ser filmada y retratada dada su enorme belleza, una ciudad donde, como decía recientemente Woody Allen, la vida se hace en la calle. Aquellas películas con músicas inefables traen a mi mente la anécdota o más bien el robo o viceversa entre el mayordomo del Papa y su ilustrísimo jefe, en una ciudad donde Audrey Hepburn también era princesa y Gregory Peck un periodista que la llevaba en Vespa. Es por lo tanto una ciudad que trae tantos recuerdos que es imposible sustraerse a ese sabor y a ese color que todo lo tiñe incluyendo al Papa y a Paolo Gabriele que igual podrían de ser Vittorio de Sica que Marcello Mastroiani…

Pero de pronto el hecho de lo que dice Lombardi acerca del Papa que no descarta perdonar a su mayordomo, posiblemente a su querido mayordomo, trae a mi mente otro escenario también eterno pero no el de la ciudad eterna sino el del Juicio de Dios, el juicio individual a cada uno de nosotros. La concesión del perdón es muy concreta – añade Lombardi -. ¿Será Dios tan misericordioso con nosotros como parece que lo va a ser el Papa con su mayordomo?, ¿esto es Joseph Razzinger con el bonachón de Paolo al que solo se le ha ocurrido robar unos documentos reservados? ¿ Es que nosotros no hemos sido presa alguna vez en la vida de la envidia, de la avaricia, del orgullo, de la gula, de la lujuria, del engaño, del robo, del adulterio o del aborto, eso sin contar ya los crímenes de guerra y otras atrocidades que generalmente no cometemos ni nosotros ni el pobre Gabriele?

Pues sí, el juicio de Dios puede ser parecido al que ha sido sometido el mayordomo del Papa, el Papa es un jefe del Estado, del Estado del Vaticano, y Dios es otro jefe del Estado, es jefe de la Creación toda entera, ¿aplicará la pena máxima, será justiciero como afirman ciertos sacerdotes muy de derechas que yo conozco y que aún amedrentan a sus fieles o sentirá el amor que Benedicto XVI creo que puede sentir por su ex mayordomo?, pronto lo sabremos. Según el Jefe de prensa la posibilidad del perdón es muy concreta y muy verosímil.

Siempre me ha preocupado mucho el juicio de Dios y esa distinción tenue y sibilina que hacían y quizá aún hacen ciertos teólogos acerca de la justicia y la misericordia de Dios. ¿Hasta qué punto era libre Paolo?, ¿hasta qué punto somos libres nosotros?, ¿hasta qué punto funciona el libre albedrío?, ¿hasta qué límite funcionan los condicionantes biológicos de cada persona, genéticos y ambientales?, ¿por qué Paolo repite machaconamente que actuó por amor a la Iglesia y al Papa, por un amor exclusivo y casi visceral y qué no se siente un ladrón?....

Prefiero volver a mis anteriores pensamientos y escuchar la canción “Arrivedercci Roma” y ver a Marcello Mastroiani discutiendo o riendo con Sophía Loren o a Gregory Peck con la “princesa” Hepburn montados en la Vespa con la Fontana di Trevi al fondo o con el Coliseo en Panavisión y Technicolor aunque en su original fuese en blanco y negro.
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