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Oriol Junqueras, el interesado

María Cano
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mariacanoelimparciales/10/5/10/22
lunes 23 de septiembre de 2013, 15:46h
Que el líder de ERC es todo un personaje no es ninguna novedad, pero la última “junquerada” se lleva la palma. Después de exigir hasta la saciedad la independencia de Cataluña, después de acusar a toda España de robarles, después de todas las sandeces de este tipo que hemos tenido que escuchar de forma machacona y, en ocasiones, insultante, ahora va y se vende por un plato de lentejas.

La Unión Europea ha dejado muy claro que si los catalanes se separan de España también saldrán de la UE con todo lo que eso conllevaría: adiós a la libre circulación de personas y mercancías, adiós a los Erasmus, establecimiento de aranceles y cierre inmediato del paraguas del BCE sobre los catalanes. Y, claro, si tocamos el bolsillo, el discurso cambia.

¿Y qué ha hecho Junqueras? Proponer una solución que consiste en tirar por la calle de en medio. Así, Junqueras quiere ahora mantener la doble nacionalidad para permanecer dentro de la UE. Esto sí que es integridad y coherencia. Y no puede excusarse diciendo que la noticia le ha pillado de nuevas y que no ha podido meditar la respuesta porque la Comisión Europea lleva al menos desde 2004 avisando a los catalanes de las posibles consecuencias de su independencia. En concreto, lo han dicho de forma explícita nueve veces en la última década. ¿Creían que las ocho anteriores no iban en serio?

Siento envidia al asistir a este lamentable y nada ético (ni estético) espectáculo mientras veo cómo en Alemania Merkel ha hecho historia rozando la mayoría absoluta contra todo pronóstico. No ha necesitado hacer tanto ruido como Junqueras y su banda, ni amenazar, ni ponerse el uniforme de macarra perdonavidas oficial del reino insistiendo con deje pasota y chulesco en que ellos seguirán perteneciendo a la UE digan lo que digan los de la Comisión Europea, qué se habrán creído ellos para decidir quiénes se quedan y quiénes salen… Nada de eso, lo que Merkel ha hecho en pleno diluvio de críticas y problemas derivados de la crisis económica que se ha llevado por delante a unos cuantos colegas de otras nacionalidades como Sarkozy, Brown o al mismísimo Zapatero e, incluso, a sus socios de Gobierno, no ha sido otra cosa que trabajar duro por mantener el superávit, no permitir que se disparara el número de desempleados y defender con uñas y dientes los ahorros de los alemanes con el fin de no financiar con ellos el derroche de otros países europeos. Es decir, poca palabrería y eslogan barato y sí mucha energía y mucho trabajo (esto es muy alemán, ya les podíamos imitar) para que a la luz de unos hechos incuestionables, los alemanes depositaran de nuevo su confianza en ella de forma abrumadora.

A estas alturas, siento curiosidad por el desenlace de los acontecimientos porque las posibilidades resultan todas muy interesantes. Veamos. Si Cataluña se independiza, se va al carajo económicamente ante el cierre de las puertas europeas. Creo que ninguno de los que ha liderado esta locura nacionalista lo ha pensado en serio. De lo contrario, o son idiotas y quieren ir a peor o son masoquistas. Como sospecho que ni lo uno ni lo otro, quiero creer que nunca imaginaron que esta bravuconada pudiera llegar tan lejos, sino que aspiraban a conseguir privilegios y favores a cambio de hacer menos ruido e incordiar menos. ¿Y si al resto empieza a darle igual si se independizan o no? Es más, ¿y si prefieren darles lo que piden con tal de acabar de una vez con este dolor de cabeza que o aumenta o se mantiene pero que no se calma jamás? Habrían perdido su fuerza y, por lo tanto, sus privilegios. La tercera opción es que pierdan credibilidad por incoherencia en su discurso o por inacción. Y eso es lo que ha ocurrido este fin de semana con Junqueras. Tan aprendido tiene el papel y tan poco le preocupaban las consecuencias reales de una hipotética independencia que ahora que, acorralado, se ha visto en la obligación de escuchar tanto a la Comisión Europea como a los que cuestionan la consulta y sus aspiraciones, le ha salido por la boca una de esas cosas que uno dice sin pasarlas demasiado por el filtro de la lucidez y el sentido común y, claro, el resultado ha sido desastroso. Ansiosa estoy a la espera de su siguiente ocurrencia…

María Cano

Subdirectora de EL IMPARCIAL

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