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¿Engaños y cortinas de humo?

Laila Escartín Hamarinen
miércoles 06 de mayo de 2009, 20:19h
La psique del ser humano es tan enmarañada y oscura que llegar a comprenderla –y con ello los actos promovidos por esta psique – es prácticamente imposible. Tengo un libro en casa escrito por Ayi Kwai Armah, escritor de Ghana, llamado ‘Los curanderos’, que cuenta la historia de un pre-psicoanalista curando a gente en su pueblo africano en el siglo XIX, leerlo es una buena manera de empezar a estudiar el psicoanálisis y todas las demás psicoterapias que nacieron de la fértil tierra que fue el trabajo de Sigmund Freud.


Si uno no tiene ni idea de psiquiatría o psicología, nunca podrá realmente entender el comportamiento propio ni el de los demás, y le costará funcionar en las relaciones interpersonales. Si uno ha estudiado mucha psiquiatría y psicología, se moverá en este pantanoso terreno con ojos mucho más agudos y perspicaces, pero aún así, caerá en todo tipo de trampas y boquetes invisibles a más de 20 centímetros de distancia, porque la psique humana debe de ser una de las cosas más jodidas de cartografiar que hay en este mundo –más todavía que el universo y las galaxias –. Nada es lo que parece ser, y la psique tiene mil y una maneras de tomarnos el pelo. Funcionamos en muchos niveles, o dimensiones de consciencia, por lo cual entender qué significan nuestros actos o nuestros sentimientos es muy complicado.


Si la psique del ser humano es turbia e insondable, podemos imaginar que los medios de comunicación creados por estas turbias mentes también lo son. ¿Hasta qué punto podemos confiar en la veracidad de la información que nos dan? Yo no pondría la mano en el fuego por la honestidad de ningún medio de comunicación. No me fío. Y ahora, con el lío de la gripe exmexicana-exporcina, y el panicoso título de pandemia que le han dado al tema, una se vuelve más escéptica que nunca. ¿Es verdaderamente tan peligrosa la nueva y gloriosa gripe del S. XXI como la pintan? Si nos ponemos ácidos, también podemos recordar que eliminar a unos cuantos cientos de miles de homo sapiens sapiens de la faz de la tierra (¡ay, qué apretaos estamos aquí, quita el codo de mi boca, diantres!) no es mala idea, y mejor que lo hagan unos virus ultramodernos a que lo haga algo más dramático como por ejemplo una guerra nuclear. En fin, que quizás se estén pasando cuatro pueblos en el D.F. donde ya nadie puede ir al cine, ni al fútbol, ni al cole, ni a caminar por las calles. A ver qué va a pasar cuando todo ha estado paralizado durante unas semanas, me refiero a la economía y eso. Entre la crisis y la gripe de última generación nos traen fritos, y una no sabe muy bien qué pensar, aunque lo que sí está claro es que en mi bolsillo hay cada día menos perras, pero yo sigo currando igual. ¡O tempora o mores!
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