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Vamos a subir (más) los impuestos pero no sabemos cuáles

jueves 02 de julio de 2009, 20:32h
El Gobierno se ha enroscado en un laberíntico damero maldito. De un lado pone sobre la mesa compromisos para un mayor gasto público sobre todo en las llamadas políticas sociales, pero sin restar un euro de otras partidas. De otro lado se autoflagela con la promesa del pacto de la financiación autonómica intentando unir las piezas de un puzzle imposible salvo que a todos se les transfiera lo que piden. En fin, estropeada la manivela de la máquina de la fábrica de billetes, se recurre al endeudamiento en términos de máximo, lo que puede convertir en inviable al Estado no ya para nuestros nietos sino para nuestros hijos. Por si esto fuera poco se les escapa un titular, generador de alarma social, digno de pasar a los anales de la cárcel de papel de “La Codorniz”. El Gobierno duda si subir los impuestos y cuáles. Todo ello después de haber incrementado por enésima vez los aplicados a gasolinas, tabaco y alcohol.

Otra vez el esquilmado bolsillo del ciudadano es contemplado como el mejor instrumento para pagar los desmedidos gastos de un Gobierno y una Administración hinchados como un globo de feria. Los listos oficiales de turno tienen a bien recordarnos el Derecho tributario comparado y nos dicen que nuestro tipo medio de IVA está muy por debajo de la media europea y que el tipo máximo del IRPF todavía tiene recorrido al alza pues no llega al de los países de nuestro entorno.

Es una auténtica tomadura de pelo este comparatismo a la carta. En aquello que nos interesa somos los mejores del mundo mundial, pero cuando viene el caso estamos por debajo del umbral europeo. A veces nos conviene medirnos con Noruega y otra con Chipre y Portugal. Hace no mucho tiempo Zapatero aseveró que los franceses e italianos nos contemplaban con envidia. Pero, ¿hablamos en serio del funcionamiento real del Estado? o ¿preferimos seguir haciendo política de campanario?

Dejen de pensar en los impuestos y piensen en ser austeros, en suprimir Departamentos, en imaginar fórmulas de co-pago de servicios, en congelar subvenciones, en reducir personal, en reasumir competencias de las Comunidades Autónomas, en cerrar centros, en refundir instituciones... Olvídense de nuestros bolsillos agujereados por su desalentadora política fiscal. ¡Tómense ya las vacaciones! Y a su vuelta procuren fabricar ideas que no pasen por hacernos la vida aún más difícil.

Enrique Arnaldo

Catedrático y Abogado

ENRIQUE ARNALDO es Catedrático de Derecho Constitucional y Abogado. Ha sido Vocal del Consejo General del Poder Judicial

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