Discurso real, discurso de realidad

El fondo de las palabras pronunciadas ayer por Don Juan Carlos con motivo de la Pascua Militar guarda una gran similitud con el espíritu del discurso de Navidad. Obviamente, la alocución de ayer venía cargada, como no podía ser de otra manera, de un trasfondo castrense acorde con la fecha en cuestión, pero el mensaje era el mismo que el dirigido una semana antes al conjunto de la sociedad: hay que hacer las cosas como es debido, con sentido de unión y responsabilidad. Porque responsabilidad significa acatar resoluciones judiciales, cumplimiento de leyes y asumir la realidad económica; aspectos todos de los que partidos políticos, sindicatos y ciudadanos en general debieran toma buena nota.

“Debemos unir nuestras fuerzas para alcanzar nuevos logros colectivos, con confianza en nosotros mismos y en nuestro país, contando con la acción de nuestras instituciones en el marco de convivencia y estabilidad que asegura nuestra Constitución”. La admonición del Rey no puede ser más clara. Supone toda una llamada de atención ante el permanente desbarajuste en el que vive la clase política, más pendiente de sus propios intereses de poder que de los intereses generales y, al mismo tiempo, quiere ser también un intento de que los ciudadanos recuperen su confianza en España como país con mayúsculas. Yerra, pues, el PSOE, intentado vender la idea de que el Rey se une a su manido aforismo de “arrimar el hombro”. A lo que se refiere Don Juan Carlos es a la necesidad de ahondar en conceptos tales como “convivencia”, “estabilidad” y “constitucionalismo”, orillados por continuos chantajes nacionalistas e inaceptables comportamientos sectarios por parte de muchos, demasiados políticos. Y ya es hora de revertir la situación.