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RESEÑA

David Foenkinos: Los recuerdos

domingo 28 de octubre de 2012, 11:52h
David Foenkinos: Los recuerdos. Traducción de Isabel González-Gallarza. Seix Barral. Barcelona, 2012. 283 páginas. 18,50 €
Se acercan unas fechas íntimamente relacionadas con la muerte como son la festividad de Todos los Santos y de Los Fieles Difuntos. Fechas en las que los cementerios abandonan su soledad y se convierten en unos lugares casi con el mismo bullicio que los centros comerciales. Esos koimetérion, dormitorios de los difuntos, los cuales, si pudieran, se levantarían para pedir silencio. Lugares de recuerdos y de aspecto gris en general, pero que, a principios de noviembre, sufren una explosión de color, cual primavera tardía, dando expresión a una costumbre ancestral de honrar a los fallecidos.

En el caso de la novela que nos ocupa, la muerte de un familiar es el desencadenante vital que hace que el protagonista inicie su redacción. Más de una vez, al llegar el luctuoso momento del fallecimiento de un familiar o amigo, nos planteamos las innumerables cuestiones, frases y sentimientos que nos habría gustado expresarle al finado y que ya nunca más tendremos posibilidad de hacerlo. Podremos acudir a su tumba y establecer ese imaginario diálogo, que realmente es monólogo, en el que le decimos tantas cosas que no dijimos en vida, pero ya será únicamente una manera de empequeñecer nuestro cargo de conciencia.

La otra opción, al igual que un padre cuyo primer hijo se ha descarriado, es tratar de no cometer los mismos errores en el futuro. Momento en el que nuestro protagonista trata de enmendar los errores del pasado ejerciendo de nieto ejemplar con su abuela. La acompaña, la mima, la cuida, le cuenta historias y se abre a ella. Esto acaba siendo un torrente de energía inesperado para la anciana que, como si estuviese rejuvenecida por el efecto balsámico de la presencia de su nieto, acaba cometiendo una locura más propia de una adolescente que de una octogenaria, escapa de la residencia en la que se encontraba, con la consecuente búsqueda por parte de su nieto.

David Foenkinos nos hurga en los sentimientos, nos hace ver la importancia del trato hacia los que nos rodean, de las casualidades de las que está llena la vida y de la necesidad de encontrar en los demás apoyo, así como dárselo. Foenkinos, experto en el tratamiento de los sentimientos, como ha demostrado en obras anteriores, consigue de nuevo ese impacto, ese golpe, ese toque de atención que hace que sea una novela con regusto, de esas que trascienden a la realidad del lector, que busca símiles en su vida o trata de enderezar el rumbo en base a lo que ha leído. Los recuerdos deja su poso y cada vez que alguien comenta que la ha leído, si hay más lectores de la obra a su alrededor, surge el análisis y el anecdotario particular de modo inmediato.

Cabe resaltar cómo se enuncian los recuerdos, muchas veces relacionados con celebérrimas películas, como El Padrino, de Francis Ford Coppola, o con personajes de talla internacional como el arquitecto español Antoni Gaudí. Recuerdos intrincados en la trama principal que van surgiendo como pequeñas anotaciones que nos dan idea de las miserias y grandezas de la vida. Los recuerdos son imprescindibles –y así nos lo hace ver este libro-, llenan nuestra vida y componen un puzzle de lo bueno y lo malo que nos ha rodeado. Sin duda, tras esta lectura todos trataremos de que sean más los positivos que los negativos, tanto los propios como los que aportamos a los demás.

Por Jorge Pato García
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