CRÍTICA
Manuel Castells: Redes de indignación y esperanza
domingo 23 de junio de 2013, 14:39h
Manuel Castells: Redes de indignación y esperanza. Traducción de María Hernández. Alianza. Madrid, 2013. 296 páginas. 18 €
“Las personas superan el miedo uniéndose”. A pesar de su brevedad, ésta es probablemente una de las frases que mejor definen la última obra de Castells. Tras exponer ampliamente la teoría de La sociedad red en la trilogía clave La era de la información (1996-98), y profundizar en las relaciones de poder propias de esta nueva estructura social en Comunicación y poder (2009), el renombrado sociólogo ilustra los fundamentos de su marco teórico con los datos recopilados durante 2011 relativos a lo que él denomina un “nuevo modelo” de movimientos sociales.
Partiendo de la crisis de legitimidad y la transformación de la política mediante la transformación de la comunicación expuestas en su anterior obra, se plantea explicar la génesis, peculiaridades y características de las redes de contrapoder surgidas desde la primavera árabe. Su objetivo es proponer algunas hipótesis, basadas en la observación empírica, sobre la naturaleza y perspectivas de los movimientos sociales en red a fin de identificar las nuevas formas de cambio social.
Estos movimientos suponen una transformación de las relaciones de poder en la Era de la Información, en interacción con el cambio en las comunicaciones. El papel de las TICs en los movimientos sociales y su difusión global es fundamental. Sin embargo, el autor va más allá y muestra las particularidades de lo que él denomina “espacios públicos híbridos”, surgidos en medio de una revolución “multimodal” y que hacen uso de múltiples mecanismos para la comunicación.
Empieza investigando las características clave de los movimientos surgidos en Túnez e Islandia, con la idea de identificar pautas reconocibles en otros contextos, y al mismo tiempo, las peculiaridades de cada una de sus culturas. Para ello, dedica los correspondientes capítulos a Egipto, al resto de países árabes con levantamientos recientes, al movimiento de indignados en España, y al fenómeno Occupy Wall Street, cerrando la obra con una reflexión sobre el modelo de los movimientos sociales en red, los matices que lo diferencian y su potencial transformador.
Se trata, según él mismo reconoce, de un libro “breve, de rápida escritura, menos académico de lo habitual”, aunque no por ello carente de valiosas reflexiones y de una exhaustiva documentación que resalta la importancia del componente empírico en la obra. Un tono más accesible que en obras anteriores, acompañado de una cuidada traducción, permite una lectura ágil e independiente: los capítulos centrales bien podrían ser leídos por separado, a modo de pequeños monográficos sobre los movimientos árabe, español y estadounidense.
La obra se comprende mejor si se conocen las aportaciones previas de Castells, pero puede ser leída incluso sin contar con conocimientos previos en teoría de los movimientos sociales o Sociología de las TIC; obviamente, si se está familiarizado con estos campos y con la obra del autor, se obtiene un mayor aprovechamiento. En su aproximación, clara y amena, contribuye generosamente a la comunicación entre ciencia y sociedad y demuestra que un análisis científico no tiene por qué dejar de ser accesible para un público amplio. Castells se enfrenta además a la tarea de ofrecer una explicación científica de algo tan aparentemente emocional como son los movimientos estudiados. Se trata de un libro apto tanto para la comunidad académica como para lectores/as con interés en comprender los nuevos movimientos sociales en red.
Escrito en tiempo récord y con una extensión humilde para lo que viene a ser normal en el autor, Redes de indignación y esperanza, como cualquier libro que trate el fenómeno de los movimientos surgidos desde 2011, se arriesga a analizar un proceso inacabado, cuyo epílogo solo podrá ser escrito en el futuro. El libro es, además, fruto de la conexión personal del autor con algunos de estos movimientos, ya que como él apunta “vivir es mucho más interesante que escribir”, al tiempo que evita disimular u ocultar cualquier posicionamiento e implicación ante dichos fenómenos sin que ello interfiera en el rigor del análisis. Por suerte, evita estancarse en inútiles comparaciones con movimientos como el de Mayo del 68, del cual se considera veterano. Sin embargo, dadas las numerosas referencias al concepto de “democracia”, se echa de menos una breve reseña en la que el autor especificase lo que se atrevería a calificar como “democrático”.
En su última contribución, Manuel Castells nos recuerda una y otra vez que el objetivo de los nuevos movimientos sociales en red no es otro que el de lograr mecanismos de deliberación y decisión realmente participativos; su petición no responde a un “qué” sino a un “cómo”, y aunque ninguna de sus exigencias sean escuchadas por las instituciones del poder, habrán aportado su grano de arena en el cambio de “las mentes”, en la cultura política y social, en favor de la autonomía, la individuación y la libertad.
Por José M. Zavala