RESEÑA
Fernando Álvarez de Miranda: La España que soñé. Recuerdos de un hombre de consenso
domingo 29 de septiembre de 2013, 14:42h
Fernando Álvarez de Miranda: La España que soñé. Recuerdos de un hombre de consenso. La Esfera de los Libros. Madrid, 2013. 335 páginas. 22 €
Libro escrito en primera persona, en el que a lo largo de más 300 páginas Fernando Álvarez de Miranda nos hace partícipes de su vida, la cual estuvo entregada prioritariamente a la política. Historia de España y trayectoria personal se fusionan, acercándonos a personajes determinantes de nuestro país (desde los más lejanos cronológicamente hablando como Suárez o Fraga, a los más cercanos como González o Aznar).
En lo que al protagonista se refiere, fue sobre todo un hombre de Estado, bien durante su etapa parlamentaria como diputado de la UCD (partido al que mostró absoluta lealtad, lo cual fue compatible con defender posturas contrarias a las de Suárez) bien como diplomático (en especial, durante su periodo como embajador en El Salvador, apostando en todo momento por la reconciliación nacional).
Sin embargo, el autor no solo describe el pasado sino que analiza la actualidad, reflexionando y emitiendo juicios, muchos de los cuales escapan de los parámetros de lo políticamente correcto (por ejemplo, critica la deriva independentista de Cataluña, hacia la que muestra una visceral oposición).
No obstante, cuando formula reproches a quienes han sido sus adversarios (políticos), lo hace desde un escrupuloso respeto. Por lo tanto, nos hallamos ante un auténtico caballero de la política, cuya figura sobresalió particularmente durante la Transición, época en la que los partidos españoles carecían tanto de cultura democrática como de recursos económicos para ejercer de una manera eficaz sus actividades. Como bien explica el autor, ese handicap lo suplían con elevadas dosis de entusiasmo.
Recurre a una narración cronológica, lo que facilita la lectura y la comprensión ya que es ingente la cantidad de sucesos que nos relata. Todos ellos nos muestran a Fernando Álvarez de Miranda como un opositor con letras mayúsculas al franquismo, que vio en Europa la solución a los males de España, “receta” en la que coincidió con coetáneos suyos relevantes (Carlos Bru, Enrique Barón o Marcelino Oreja), con quienes no siempre compartió credo político. Al respecto, Álvarez Miranda defendió la democracia cristiana; sin embargo, ésta al contrario de lo ocurrido en otros países (Alemania, Italia), no se transformó en un partido político debido a la influencia significativa del cardenal Vicente Tarancón (pág. 149).
El autor en ningún momento rehúye de su pasado; por el contrario, lo pondera, lo que no es sinónimo de que intente hacernos ver que fue un hombre infalible. De hecho, en temas como la ley lingüística de Cataluña de 1998 entona el mea culpa por no haber puesto un recurso de inconstitucionalidad sobre la misma cuando era Defensor del Pueblo (1994-1999). A su favor está que intuyó que el castellano podría ser apartado sistemáticamente en la vida pública e institucional catalana, de ahí que formulara una serie de recomendaciones… que no han sido tenidas en cuenta.
Tampoco renuncia a sus credenciales monárquicas donde aporta un matiz: frente a la postura fácil que sería declararse “juancarlista”, él defendió el regreso a España de Don Juan, padre del actual monarca, como cabeza del Estado y al que se refiere como Juan III en varias partes del libro.
En definitiva, las memorias de Álvarez Miranda nos sirven para conocer a una persona de principios pero alejado de todo dogmatismo, con una incidencia clara en la historia reciente de España, sobre la cual al contrario que otras figuras políticas o culturales, no ha reclamado la cuota de protagonismo que por justicia merece. Tampoco lo hace en esta obra.
Por Alfredo Crespo Alcázar