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RESEÑA

Tamenaga Shunsui: Los 47 ronin

domingo 30 de marzo de 2014, 14:31h
Tamenaga Shunsui: Los 47 ronin. Edición de Ricardo de la Fuente Ballesteros. Verdelís. Valladolid, 2013. 171 páginas. 18 €
Borges recordaba la historia de estos 47 ronin -es decir, de 47 samuráis que se quedan sin amo y deben vagar a la búsqueda de otro que los acoja en su clan- en “El incivil maestro de ceremonias Kotsuké no suké”, dentro de su libro Historia universal de la infamia, según confiesa el relato de Algernon Bertram Freeman-Mitford, que es quien realmente difundió en Occidente los avatares de estos guerreros, siempre fieles a su señor, al que vengan después del injusto castigo a que fue sometido por el shogun, a causa de las malas artes de ese Kotsuké no suké, que en la novela de Shunsui se nos muestra como una persona cobarde y sin honor.

Esta obra ha sido considerada la Biblia del Japón, pues en ella se encuentran representadas las nobles cualidades de ese pueblo, la primera de las cuales es la lealtad, la obediencia a los mandatos de su señor legítimo y que puede llevar, como es en este caso, a dejar de lado a la familia para cumplir con los sagrados votos del código del bushi, del guerrero, para terminan sacrificando su vida en la lucha o a través del seppuku o harakiri.

De todo ello nos habla el editor, Ricardo de la Fuente Ballesteros, buen conocedor de las conexiones hispanoniponas en el fin de siglo, que ya nos ofreció hace algunos años su edición de El Japón heroico y galante del cronista finisecular Enrique Gómez Carrillo (Universidad de Valladolid. Valladolid, 2011). Este autor será quien ponga en la primera década del XX el prólogo a este texto, traducido por Ángel González, y que se imprimiría en Madrid, en la casa editorial de Fernando Fe. Este es el origen del presente libro que se vuelve a ofrecer ahora, cuando se acaba de estrenar la versión protagonizada por Keanu Reaves en un montaje al más puro estilo de Hollywood que se desvía bastante de esta historia, traducida al inglés -antes que en el resumen que hizo Mitford y que leyera Borges- por Shuichiro Saito y Edward Greey en 1880. El editor en su ajustado prólogo y en las notas que complementan el texto explica que, aunque Ángel González afirma que su texto es una traducción del japonés, la obra tiene una clara dependencia de la traducción inglesa de 1880, pues repite hasta sus mismos errores. También el español del autor muestra ciertas deficiencias, tal vez por la prolongada estancia del mismo en un ambiente donde no pudo actualizar a diario su lengua.

En cualquier caso, esta novela histórica -los hechos relatados se desarrollan entre noviembre de 1698 y el 4 de febrero de 1702- nos proporciona una ajustada imagen de lo que es el imaginario nipón en relación a sus expectativas de lo que debe ser una conducta honorable que todavía puede formar parte de la sociedad japonesa, algo que se puede demostrar por las numerosas películas que se han realizado sobre este acontecimiento y de las que se da cuenta en este libro en las breves páginas dedicadas a este asunto por David Pérez.

En suma, estamos ante una obra diferente, un rescate oportuno, que nos permite trasladarnos a otra época y otra cultura, que, en su sencillez y amenidad, a la vez que nos puede entretener nos enseña un trozo de la historia heroica del Japón y de su mentalidad.

Por Francisco Estévez
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