El presidente del CSIC repasa sus principales retos. Por Laura Crespo
El CSIC pasó recientemente por momentos críticos desde el punto de vista económico, pero arrancó 2014 con las cuentas saneadas y mucho optimismo. ¿Qué situación vive actualmente?Efectivamente, el año pasado tocamos fondo como clímax de una situación que venía desde el 2009, momento en que empezaron a disminuir los presupuestos del Consejo, llegando a acumular a principios de 2012 hasta un 32 por ciento de reducción respecto a lo que teníamos en el 2008. La situación fue tan extrema que en el mes de octubre, hablando en términos de empresa privada, estáamos al borde de la quiebra técnica. Si no sucedió es porque desarrollamos un plan de viabilidad que obtuvo una gran respuesta por parte del Ministerio y que contemplaba un programa de ahorro. Durante 2013 conseguimos ahorrar cerca de 47 millones de euros lo que, unido a la inyección estatal de un crédito extraordinario de 95 millones, nos permitió salir del agujero negro en que estábamos metidos. Además, hubo un replanteamiento del presupuesto para el siguiente ejercicio de 50 millones de euros. Así, arrancamos 2014, por primera vez en seis años, con un déficit cero.
La situación no es en absoluto para tirar cohetes, pero ya nos permite ver el futuro con un mayor optimismo y una cierta holgura financiera. Sin echar las campanas al vuelo, la situación está dominada desde el punto de vista económico y ahora son otros los problemas que estaban en segundo término y han pasado a un primer plano de atención.
Personalmente y desde su puesto de presidente, ¿cómo vivió la incertidumbre sobre la continuidad de una institución pública de tanto prestigio y trayectoria?Hasta octubre, cuando empezamos a ver las cosas más claras, con mucha preocupación. La gente que me conoce me dice que la cara que tengo ahora es completamente distinta a la que tenía hace un año. En esos momentos me vi respaldado y apoyado por dos frentes: el de la propia gente del Consejo, que se animó a colaborar con el programa de viabilidad, y el del Ministerio, desde donde se me garantizaba una ayuda que finalmente se materializó.
Mientras el CSIC luchaba por sobrevivir, se sucedieron las informaciones sobre despidos o cierres. ¿Qué está pasando en este sentido ahora que se ha salido del agujero?En primer lugar, nunca hemos despedido a nadie. El personal es el mejor y mayor activo del Consejo, así que cuando planteamos el plan de viabilidad, trazamos una línea roja en este sentido. Eso sí, a medida que fueron terminándose los contratos temporales de la gente, no pusimos más contratos encima de la mesa. Tampoco cerró ningún centro. Yo siempre me he negado a los cierres por motivos económicos; ahora bien, los motivos científicos o de oportunidad tecnológica son aspectos que se tienen que tner en cuenta en cada centro.
Con respecto a las novedades de este año, estamos intentando utilizar todas las convocatorias que el Ministerio y otros organismos ponen en el sistema y nosotros cofinanciamos: programas de formación postdoctoral, becas-contratos de formación de personal investigador y universitario, contratos Ramón y Cajal o convocatorias para técnicos de apoyo al organismo, además de financiar en solitario contratos muy cortos, ayudas más bien, de introducción a la investigación para estudiantes del último curso. Esta fórmula de cofinanciación nos permite tener una oferta que, aunque por supuesto no es la misma que teníamos antes, sí es variada. Estamos hablando de unos tres millones de euros en cofinanciación, una cantidad no tan alta que podemos abordar en el marco de esa holgura financiera que hemos obtenido. También vamos a volver a poner a disposición de los centros los remanentes de recursos anteriores a enero de 2012, esos que, al no estar comprometidos para proyectos, se congelaron en julio del año pasado. Hemos diseñado un esquema de plazos que contempla la restitución de un tercio del total este mismo año; en la primavera del año que viene repondremos la segunda parte y a finales de 2015 habremos acabado.
Despejada la incógnita económica, ¿cuáles son ahora los principales retos que debe afrontar el CSIC?Son básicamente dos, el de personal y el de estructura. Debemos, en primer lugar, poder ir aumentando el número de trabajadores del que disponemos, ya que hemos perdido entre 1.500 y 2.000 personas en los últimos años. Además, la edad media de los investigadores ha ido subiendo hasta situarse en torno a los 52 años. Evidentemente se necesita una inyección de sangre fresca, de gente más joven, para lo que es necesario disponer de una oferta de empleo público por parte de la Administración un poquito más amplia. Cada año perdemos unas 150 ó 200 personas por jubilaciones, pero la oferta de empleo público está en el orden de la veintena de plazas, así que imagínate a qué ritmo estamos empobreciéndonos, afectados además por el 10 por ciento de la tasa de reposición. Este año, entre plazas nuevas y los nuevos contratos de investigador permanente, tendremos unas 40, una cantidad aún baja pero que marca indiscutiblemente una tendencia positiva si la comparas con las 7 plazas del año pasado. A pesar del progreso, es evidente que aún no tenemos capacidad para quedarnos con los mejores de quienes se están formando y que hay gente que no puede entrar en este momento.
El segundo problema es también muy viejo en el Consejo: la carencia una autonomía en la gestión de la estructura que la haga más ágil y flexible. Ya en 2007 intentamos mejorar este aspecto convirtiéndonos en Agencia, pero en realidad lo somos de manera incompleta. Una agencia estatal lo es en toda su plenitud cuando tiene lo que se llama un contrato de gestión, una especie de pacto con la Administración que marca objetivos y recursos para los próximos cinco años, pero deja libertad en la gestión. Esperamos poder materializar ese contrato de gestión, que nos permitiría idear una planificación a más largo plazo. Es importante saber las plazas que voy a poder sacar dentro de dos años o el presupuesto que voy a tener dentro de tres. Yo no pido tanto tener más recursos económicos, que sí los pido, como asegurar una continuidad de esos recursos para poder tener una planificación.
¿Ve el sistema de funcionariado que rige el CSIC como un problema?En absoluto. Habrá funcionarios que no trabajen bien igual que hay gente que no es funcionario que no trabaja bien. Además, en el medio académico encuentras que la mayor parte de la gente es muy vocacional. Pero tampoco estoy en contra de que la función de investigación se lleva a cabo desde plazas estables de contratado laboral. Y digo estables porque creo necesario que las personas que ocupen esas plazas tengan posibilidades de continuar su carrera, eso sí, con los mecanismos de evaluación de resultados necesarioas para determinar la renovación o no del contrato. Así funcionan las 17 plazas que por primera vez vamos a sacar para investigadores estables laborales. Se puede definir perfectamente un escenario en el que convivan funcionarios con contratados.
¿Cree que la poca confianza financiera del sector privado también es todavía un lastre para la investigación española?El sector privado tiene mucho que hacer todavía en el sistema de investigación y desarrollo nacional, y así lo reflejan los porcentajes que se dedican a I+D en España en los que el Estado sigue llevando el mayor peso, algo que es muy diferente de lo que pasa en otros países avanzados. Creo que el sector privado tiene que hacer un esfuerzo por poner más recursos en el sistema. Nosotros estamos intentando movilizar iniciativas de carácter público-privado desde que presentamos en febrero el programa ComFuturo, con el que intentamos seleccionar, de entre esos jóvenes que no tenemos capacidad para retener, a la crema del café para que desarrolle proyectos en nuestros centros con recursos económicos del sector privado. Levamos desde entonces tanteando la colaboración de empresas que se hagan cargo de estos contratos y a finales del verano lanzaremos una convocatoria con lo que hayamos podido captar. Tengo que decir que es difícil, pero que estamos obteniendo algunas respuestas que serán notables.
Dadas las circunstancias de crisis, no es sorprendente la reticencia de las empresas a aportar recursos para cualquier proyecto. ¿Cree que se comprende, tanto en estas empresas como en la sociedad en general, la importancia a medio y largo plazo de cuidar el sector de la investigación y la innovación?La percepción exterior de lo que significa y es la investigación y el desarrollo es muy positiva y queda reflejada en las encuestas, que nos ponen a los investigadores en los primeros puestos de valoración. Lo que pasa es que cuando toca apretarse el cinturón ya no hay tanta gente que defienda que a la investigación no se le apriete tanto; no mucha gente se mantiene convencida en estos momentos de que la investigación es una de las columnas que finalmente sostiene todo el entramado económico. Yo lo creo así, pero soy consciente de que la investigación se percibe positiva a medio o largo plazo, mientas que la cercanía de los problemas y el cortoplacismo hace que haya que tomar decisiones rápidas de impacto económico. Estoy convencido, y la experiencia de otros países lo demuestra, de que disminuir excesivamente el apoyo a la investigación significa mermar las potencialidades de desarrollo y de recuperación económica.
¿Cree que los sucesivos Gobiernos, con los recortes en investigación, han optado entonces por el cortoplacismo?Tampoco tengo todos los elementos de información que me hagan valorar la gravedad de una situación. Quien sí tiene todos los elementos puede alegar que la situación es tan grave que hay que tomar esta o aquella medida. Yo veo una parte de ello y creo que es como te he dicho, pero evidentemente, las cosas son como son y no como a uno le gustaría que fueran.
Igual que se dice, en muchas ocasiones y contextos, de los ciudadanos, ¿cree que en épocas de bonanza el sector científico español “vivió por encima de sus posibilidades”? No lo sé. Independientemente de que pueda o no ser verdad, creo que ha vivido a golpes financieros de distinta intensidad. Si coges todo el dinero que hemos tenido en la última década y lo divides entre diez, el resultado es correcto, es el dinero que había que tener. Pero concentrar muchos recursos en muy poco espacio de tiempo influye negativamente en tu eficiencia. Si la pregunta es si hemos tenido más recursos de los que deberíamos, tengo que decir que no, pero a lo mejor si los hemos tenido mal repartidos.
Mirando hacia el futuro, ¿percibiremos consecuencias de la crisis que ha vivido el CSIC?Quiero pensar que no. Sobre el papel y aplicando un razonamiento lineal, cuando se disminuyen los recursos económicos, se disminuyen también los recursos humanos y, como consecuencia, baja el output del sistema, lo que produce, que en este caso podría medirse en número de publicaciones. Pero en la realidad no es tan simple ya que entran en juego otros factores, como el entrenamiento previo del propio Consejo o la cada vez más común colaboración internacional. Sí se nota ya la disminución de recursos humanos, pero no la del número de publicaciones: seguimos produciendo del orden de 11.500 publicaciones anuales, el 19 o 20 por ciento de lo que se produce en España. Sí esperamos que esta cantidad se resienta en algún momento, que descienda o se mantenga en el tiempo.
Lo verdaderamente importante es que hemos intentado que las restricciones económicas no afecten a la médula del sistema, de manera que cuando hubiera otra vez agua para regar se pudiera regenerar a partir de lo esencial. En buena medida, lo hemos conseguido y aunque sí que se va a notar, no creo que sea de forma irrecuperable. Es mucho más fácil destruir que crear y si hemos llegado hasta aquí es porque los últimos sesenta años hemos estado, con altibajos, pero ahí. Si llegan nuevos recursos y nuevas inyecciones a tiempo, volveremos a entrar en la senda del crecimiento.