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CRÍTICA DE CINE

'#Chef': quien no arriesga también gana

Laura Crespo
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lauracrespoelimparciales/12/5/12/24
jueves 07 de agosto de 2014, 09:45h
'#Chef': quien no arriesga también gana
Una película vitalista, superficial pero entretenida, dirigida y protagonizada por Jon Favreau.
Como comer de menú del día en tu bar de confianza: una experiencia tan poco trascendente en lo global como agradable en su contexto. Así es #Chef, la vuelta al ruedo del camaleónico Jon Favreau, una película vitalista, colorida, ligera y divertida sobre la importancia de amar lo que uno hace, declarar la guerra al conformismo y volver a utilizar las ganas en lugar de la inercia como motor. A pesar de llevar un hastag por título, no hay nada de rompedor en la cinta y no es la mejor opción si lo que se busca en el cine es la sorpresa o el debate posterior. De la misma forma, es innegable que #Chef entretiene, saca una sonrisa y funciona como la comedia que pretende ser, sembrando, además, una serie de guiños hacia el propio actor, guionista, director y productor de la película cuya recolección puede resultar muy estimulante.

Favreau escribe, dirige e interpreta al chef Carl Casper quien, arrinconado por su propio éxito, decide hacer borrón y cuenta nueva. Su frustrada intención de sorprender al mejor bloguero gastronómico de la ciudad tras una mala crítica a su famoso menú se convierte en la última vez que el propietario del restaurante pare el que trabaja le corta las alas. En un estado de ebullición creativa y ayudado por su ex mujer, su mejor amigo y su hijo, se decide a dar marcha atrás y empezar justo desde donde empezó todo: un puesto ambulante de sándwiches y comida popular de la costa este de Estados Unidos.

Esta es la segunda vez, después de su pequeña joya Made (2001), que Favreau asume, cual hombre orquesta hiperactivo, todos y cada uno de los papeles principales del proceso de creación de una película. Tras haber alternado la producción, la dirección y el guión con su siempre activa carrera como actor, el neoyorquino firma con #Chef una vuelta a sus orígenes, se aparta de los grandes presupuestos y la espectacularidad de sus últimos trabajos en la taquillera saga Iron Man y retoma lo artesanal, el ‘yo me lo guiso, yo me lo como’ que parió Made sin presiones, sólo por el amor al cine. Las obras de arte siempre hablan, en mayor o menor grado y con más o menos explicitud, de sus autores; de alguna forma el conflicto del personaje de Casper en la ficción no es más que un acto de redención de Favreau y, quizás, un mensaje. Puede que el cineasta esté también cansado de utilizar su innegable talento para seguir alimentando una fórmula que gusta a todos menos a él; puede que tenga algo que decir después de que la crítica se cebara con su malograda Cowboys contra Aliens (2011), última incursión en la dirección hasta ahora. Tampoco es un puñetazo en la mesa, sino más bien un sacar los pies del tiesto vigilándolo de reojo. Si bien Favreau ha vuelto a producir un guión propio, un proyecto personal, su propuesta es de fácil digestión, como la comida del restaurante de Casper: previsible pero segura.

Hay un poco de todo eso en #Chef: las expectativas que generan aquellos a quien se les concede la etiqueta de genios, el equilibrio entre escuchar la demanda del gran público y seguir siendo fiel a uno mismo o el daño personal y profesional que puede ocasionar la opinión de una única persona, todo aderezado con la inmediatez impulsiva, la irracionalidad y la globalidad que, para bien y para mal, han impuesto las redes sociales, muy presentes en el argumento.

En la primera mitad del metraje, la película explota todo el potencial visual de la cocina. El cine culinario puede considerarse casi un género, uno que se recrea en el color y la textura de los alimentos y utiliza el acto de cocinar como rima de cualquier otra acción, estado o sentimiento. Tras renunciar a su trabajo, el protagonista acompaña a su ex mujer y a su hijo a Miami y es este lugar, donde inició su carrera profesional, el que le inspira para subirse a su camión-restaurante y convertir la película en una road-movie de libro: el viaje por carretera de Miami a Los Ángeles es el viaje interior del chef Casper, que vuelve a amar y a disfrutar de su profesión por encima del dinero y la fama; y el viaje de reencuentro con su hijo, una grata sorpresa interpretativa del joven Emjay Anthony, que consigue ser tierno sin caer en lo cursi a la difícil edad de nueve años. Es también un viaje gastronómico, que recorre los platos más típicos del día a día de algunas ciudades. Por último, es un viaje musical que, sin lugar a dudas, se convierte en uno de los puntos sobresalientes de la película.

La música, ritmos caribeños con espacio para el folk y el country, refuerza escenas de transición, infiere al espectador el estado de ánimo necesario para afrontar la película como lo que es y evita que la trama decaiga en determinados momentos. Puede que #Chef no vaya a ser el taquillazo del año –sobre todo si se compara con los anteriores trabajos de Favreau -, pero su banda sonora bien merecería colarse en las listas de lo más descargado.

En cuanto al reparto, pocas veces el propio Favreau no está inmenso, y esta no es una de ellas. Además del magnífico trabajo del niño, de la solvencia de John Leguizamo en su rol de amigo gracioso y fiel del protagonista y de un papel que, sin sorpresas, le viene como anillo al dedo a Sofía Vergara (el de la ex mujer colombiana de Casper), son dignos de mencionar los cameos de algunos grandes nombres del star system en secundarios que no pretenden abrir ninguna línea argumental paralela sino dar la réplica a Favreau en situaciones concretas. Un enorme Dustin Hoffman es el exigente jefe de Casper, educado déspota a borbotones. Robert Downey Junior nos regala una divertida secuencia en el papel de la anterior pareja de la mujer de Casper, neurótico, disperso, probablemente por las drogas, y millonario. Menos agradecido, aunque justificado, es el papel de una casi irreconocible Scarlett Johansson, la comprensiva, intuitiva y casi perfecta compañera de trabajo de Casper.

Una película amable, superficial pero entretenida y con algunas secuencias realmente divertidas.
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