Un futuro distópico en el que la raza humana sobrevive en un mundo sin océanos, esquilmado a base de contaminación y radioactividad, en una sociedad disfuncional en la que se ha popularizado el uso de robots domésticos y que ha radicalizado las diferencias socioeconómicas. Es la propuesta de
Autómata, la película
dirigida por Gabe Ibañez y protagonizada y producida por Antonio Banderas que llega este viernes a las salas españolas tras su estreno en Estados Unidos.
Rodada en inglés y en coproducción con Bulgaria, donde se ha rodado la película,
Autómata se convierte en una nueva incursión del cine español en la ciencia ficción, esta vez con tintes de thriller y western evocador de las películas del género en los sesenta.
Banderas interpreta a Jacq Vaucan, un agente de seguros de la empresa que comercializa los robots domésticos Pilgrim, ahogado por su próxima paternidad y la inevitable desazón por traer una nueva vida a ese mundo asfixiante y de futuro incierto que Ibañez recrea como marco de la historia. Cargando con prácticamente todo el peso interpretativo de la película, el personaje de Banderas vivirá en primera persona el último proceso evolutivo de la Humanidad, ese en el que las máquinas, la inteligencia artificial, superen la capacidad cognitiva e incluso emocional de sus propios creadores.
“La ciencia ficción que nos gusta es esa que se hacía
en los 60 y los 70 y que estaba más basada en conceptos y planteamientos filosóficos, dirigida a un público más adulto y menos centrada en los efectos especiales”, explica el director sobre la que es su segunda película después de su debut con
Hierro en 2009. Esa esencia más conceptual que espectacular estaba, según cuenta Ibañez a un reducido grupo de medios, entre ellos
El Imparcial, desde la escritura del guión. “Un guión de ciencia ficción se tiene que explicar con una base visual que ayude a los productores, en este caso a Antonio, a interpretar cómo es ese futuro del que estás hablando”, apunta.
La decisión sobre cómo iban a verse en pantalla los robots también era crucial para el proyecto porque, según indica el director, “
ellos son personajes muy importantes en la película, son coprotagonistas”. Finalmente, la utilización de robos reales, diseñados y construidos por la empresa de diseño User T38 y manejados durante el rodaje por profesionales marionetistas, ha terminado convirtiéndose en la seña de identidad indiscutible de
Autómata.
“
Seguramente no podíamos permitirnos hacer los robots en digital a nivel económico, pero sobre todo no podíamos permitírnoslo a nivel de dirección”, asegura Ibáñez. “No podía ocurrir q esos robots aparecieran cinco meses después del primer montaje, que es cuando la posproducción empieza a aportar sus frutos, ni que Antonio se tirara todo su periplo por el desierto solo o con unos actores vestidos de verde”, justifica.
En este sentido, Banderas asegura haberse dado cuenta de que
“la necesidad llega a crear estilo”. Con un presupuesto de
cinco millones de euros, el también productor de la película asegura que su objetivo no era “competir con Hollywood”.
“No queríamos robots que saltaran de tejado en tejado, sino unos electrodomésticos antropomórficos que en un momento dado alcanzaran un nivel de conciencia muy importante, y para eso, nos gustaba que los robots fueran fabricados y no generados por computadora, en lugar de verlo como un obstáculo lo vimos siempre como una
ventaja”, dice Banderas, quien salta a su faceta de actor para describir la experiencia del rodaje con los autómatas como “un
juego muy apasionante”.
“Trabajar con esos seres que luego realmente iban a estar en la película era muy atractivo”, señala, y cuenta cómo, además de dos o tres marionetistas que se encargaban de los movimientos del robot, se les llegó a incluir un altavoz para que la voz de quienes daban la réplica al texto de Banderas saliera del propio robot, aumentando la sensación de realidad y la
inmersión dramática en la interpretación.

“Hay secuencias que no hubiera sido posible rodarlas de otra manera, como la del baile de Jacq con el robot Cleo”, asegura Ibañez y sigue: “no solo por la capacidad del contacto físico entre ambos personajes, sino porque cuando rodamos esa escena Antonio ya había trabajado antes con Cleo, la veía todos los días porque llegaba al rodaje con nosotros y
acabó adquiriendo cierta entidad de personaje”. Para el cineasta madrileño, el trabajo de Banderas con los robots fue muy “significativo” de la relación que establecemos los humanos con los robots. “Aunque sabemos que son muñecos, que están llenos de cables por dentro, no somos capaces de no generar algún tipo de empatía con un ser antropomórfico que te recuerda de una manera muy evidente a un
reflejo distorsionado de nosotros mismos”, reflexiona.
Cine de género
A través de su productora, Green Moon Producciones, Antonio Banderas se ha embarcado en la financiación de Autómata consciente de que se trata de una apuesta “con cierto riesgo” y convencido de que “encontrará su público”.
Siendo la ciencia ficción un género no demasiado habitual en la cinematografía española u asociado normalmente a grandes presupuestos, Banderas cree haber demostrado que
“sin tener unos presupuestos extraordinarios y supliendo la financiación con montañas de creatividad, de sacrificio, de esfuerzo, se puede hacer un trabajo muy digno, capaz de competir perfectamente y en igualdad de condiciones con otras cinematografías”.
El
Goya de Honor 2015 reconoce que “el cine español, durante muchísimos años, ha tenido los ojos cerrados a determinados géneros”, pero también ve pasos hacia delante ya consolidados que dejan puertas abiertas, como
el género de terror, que “empezó a practicarse de repente hace unos quince o veinte años con bastante éxito y las productoras españolas se dieron cuenta de que también era un género accesible”.

La clave, según Banderas, está en el riesgo. “El cine comercial va en busca de los mainstreams, de las masas, en base a muchas consideraciones, sobre todo de tipo económico;
pero nosotros pensamos que también tiene que haber un cine que tenga un cierto nivel de riesgo y que sirva para abrir espacios nuevos que después puedan ser ocupados por otros”, opina.
Con
Autómata, el actor dice haber unido dos realidades cinematográficas: la del cine de género más practicado en Estados Unidos y la forma europea de pensar su cinematografía.
“Es un poco como una metáfora de lo que ha sido mi vida”, interpreta Banderas.
La cinta, dice el malagueño, busca a un “público internacional muy fiel a la ciencia ficción” a la par que “ampliar” a un sector “más general” interesado en los conflictos que trata la película. “En el fondo, la ciencia ficción
reflexiona sobre el presente, y
Autómata nos habla de problemas que suceden en nuestros días, como los muros que separan a unas personas de otras o la violencia en los menores”, cuenta Banderas.
“Yo creo que eso puede generar interés y aportar algo nuevo dentro del cine español”, añade, aunque es consciente del “reto” que supone plantear novedades que “la gente tarda un tiempo en digerir”.
“Pongo el ejemplo de
Pedro Almodóvar. A él se le tardó en digerir, pero una vez digerido, no solo se suscribía al mundo cinematográfico, sino que la gente ya empezaba a hablar en sus vidas de lo que era almodovariano; la gente lo asumió”, asegura el actor.
Herida mortal
Autómata llega a España después de que en octubre se estrenara en Estados Unidos.
Y en Internet, después de que una copia se filtrara a la red coincidiendo con su primer fin de semana en las salas americanas hace ya tres meses.
“El cine tal y como lo entendemos está herido de muerte”, lamenta Banderas. “Llegará un momento en el que la gente no vea sentido en gastarse 160 millones de dólares en hacer una película que luego va a tener 17 millones de descargas”, argumenta.
Para Gabe Ibáñez, “la industria siempre ha necesitado un periodo de tiempo para ir adaptándose a las nuevas tecnologías y en estos momentos la industria del cine e Internet todavía no han encontrado su encaje perfecto”. Más optimista que su productor, el cineasta se muestra “
seguro de que lo encontrarán”. En el aspecto legal también es consciente de un inevitable periodo de adaptación, aunque cree que en este sentido entra en juego el factor de la “educación” y del “valor de la cultura en una sociedad”.
“En estos momentos puede que bajarse películas de Internet sea ‘
alegal’, pero todos sabemos que lo que estás haciendo es quedarte de manera gratuita o mediante el pago a la persona que no es algo que ha hecho alguien porque intenta ganarse la vida así”, critica Ibáñez. “Hay un poco de las dos cosas: por un lado la legislación tendrá que buscarse la forma de proteger los derechos de autor y por otro lado la industria tendrá que adaptarse a nuevas formas de consumo en las que los contenidos se paguen y se adquieran de otra manera”, apunta y puntualiza que “lo que no va a funcionar es considerar que la cultura puede ser gratis, porque eso implica perder el respeto por la creación y tarde o
temprano prescindir de ella”.
Para Banderas,
los políticos “se han achantado” a la hora de legislar en favor de los derechos de autor. “Ellos saben que incluir esto en sus programas electorales es una pérdida de votos extraordinaria porque todo el mundo se baja películas, se juega a un juego de enorme hipocresía que va a terminar con el cine”, opina.
Automáta llega a los cines avalada con
cuatro nominaciones a los premios Goya y un Antonio Banderas “orgulloso”. “Hemos hecho un esfuerzo grande pero que ha merecido la pena, nos encontramos satisfechos y esperamos compartirlo con nuestro público”.