Nos vamos resignando a volver a pasar por las urnas en junio aunque sin garantía alguna de que vaya a servir para desbloquear esta absurda situación en la que ni las matemáticas ni los egos cuadran. Se supone que los único beneficiados serían los de Podemos pero no estoy tan segura teniendo en cuenta lo que han dejado entrever a la ciudadanía en estos meses sobre ellos mismos.
Rajoy va sumando récords y ha conseguido, además del rechazo de parte de su propio partido y votantes, incluso ser declarado persona non grata en Pontevedra con los inestimables votos por supuesto, del PSOE, entre otros. Como si no hubiera asuntos más importantes que debatir y votar.
Pedro Sánchez sigue soñando con la Presidencia aunque va asumiendo que se le escapa entre los dedos como un puñado de arena que él se empeña en retener. No sé si será una premonición la nube de polvo que ha cubierto la Península en estos días pero ha dejado el paisaje tan marrón y difuso como el escenario político actual...
Rivera intenta a toda costa que le tomen en serio, él también aspira a la vicepresidencia. Y prefiere no jugársela en unos nuevos comicios que no pintan nada esperanzadores para su formación.
Y los ciudadanos empiezan a cansarse de la incertidumbre y de la inacción mientras asistimos a situaciones tan grotescas como la que ha protagonizado el presidente de la Generalidad de Cataluña, Carles Puigdemont, al afirmar en el Congreso Mundial de Móviles que todos los ministros de los países amigos son y serán bien recibidos porque les encanta ser buenos anfitriones y por supuesto eso incluye a los españoles a pesar de que la situación política no sea en este momento, a su entender, la mejor. Ahí queda eso. Y sin despeinar su abultada melena.
Pues nada, sigamos perdiendo el tiempo mientras los grandes asuntos aguardan su turno o encuentran caminos alternativos para solucionarse. Luego la culpa será del de enfrente sea quien sea. Seguro.