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St. Louis 1904

1904

También estos Juegos coincidieron con la Feria Internacional de St Louis y, como los de París, quedaron ocultos por ella.

Fueron los primeros en los que se repartieron medallas oro, plata y bronce a los tres primeros. El boxeo, la lucha libre, el decatlón y las pesas fueron novedad en el programa, que incluía 18 disciplinas. La participación femenina quedó reducida al tiro con arco.

651 deportistas de 12 países compitieron en St Louis. De ellos la inmensa mayoría eran estadounidenses, país que dominó con margen el medallero. En atletismo ganó 23 de las 24 pruebas.

La exigua participación europea se debió en buena medida a la lejanía del continente americano y al elevado coste del viaje. Fueron más unos Juegos panamericanos que unos universales.

Entre las novedades, cabe destacar lo que se denominó "Anthropological Days", dos jornadas en la que pigmeos africanos, indios sioux norteamericanos, moros filipinos, ainus de las Islas septentrionales japonesas, turcos, indios cocopas de México y representantes de otras muchas razas participaron en pruebas exclusivas para ellos.

En actuaciones más propias de un circo que de un acontecimiento deportivo, estos aborígenes lucharon con lanzas, treparon a los árboles o dispararon flechas.

El estadounidense George Poage, tercero en la final de los 400 metros vallas, se convirtió en el primer atleta negro que lograba una medalla en los Juegos Olímpicos.

Dos estadounidenses ganaron cuatro medallas de oro cada uno, Marcus Hurley en las pruebas atléticas del cuarto de la milla, tercio de milla, media milla y milla, y Anton Heida en gimnasia con triunfos en salto de caballo, caballo con arcos, barra fija y el concurso general en siete aparatos.

El estadounidense Fred Lortz protagonizó un gran escándalo en la prueba de maratón, ya que se retiró de la competición y fue conducido en un coche hacia la meta, pero el vehículo se estropeó antes de llegar al Estadio Olímpico y entró en el mismo a pie.

Los espectadores creyeron que era el vencedor y le aplaudieron ruidosamente. Lorz continuó el engaño y cruzó la meta ante los vítores de sus compatriotas. Poco después se presentó el verdadero vencedor, el inglés, nacionalizado estadounidense, Thomas Hicks y después de unos minutos de incertidumbre, los jueces deshicieron el entuerto.