La Unión Soviética se presentó en la cita olímpica de Helsinki como el mayor oponente a la supremacía deportiva estadounidense, en unos
Juegos que tuvieron como gran protagonista a la "locomotora humana", el atleta checoslovaco Emil Zatopek.
La última participación olímpica de Rusia se remontaba a 1912, en Estocolmo. Desde su constitución, la Unión Soviética no había competido en unos
Juegos.
Aunque las perspectivas no eran nada halagüeñas -la Guerra Fría estaba en su apogeo-, el Olimpismo demostró en Helsinki su principal cometido de aunar a los pueblos a través del deporte. La convivencia fue perfecta y las muestras de deportividad continuas.
Los
Juegos contaron con la participación de 4.955 deportistas de 69 países, con un programa de competición de 18 deportes.
El duelo entre soviéticos y americanos se saldó con 76 medallas para Estados Unidos, 40 de oro, y 71 para la Unión Soviética (22).
Pero por encima de todos brilló la actuación de Zatopek. Su triunfo de 4 años antes en Londres en los 10.000 metros quedó oscurecido por la consecución en Helsinki del primer puesto en las pruebas de 5.000, 10.000 y en el maratón, distancia en la que competía por primera vez.
Su mujer, Dana, ganó la medalla de oro en el lanzamiento de jabalina.
Otros deportistas que brillaron con luz propia en Helsinki fueron el brasileño Ferreira da Silva, en triple salto, y el gimnasta soviético Viktor Tschukarim, el más laureado de los
Juegos (cuatro medallas de oro y una de plata) junto a su compatriota María Goroshovskaia (dos de oro y cuatro de plata). La gimnasia soviética comenzó una etapa de supremacía mundial que no cerró hasta su descomposición como país.
El ciclista francés Jacques Anquetil en su debut en unos
Juegos alcanzó el bronce en la prueba de carretera por equipos.
En Helsinki debutaron dos boxeadores de la talla del estadounidense Floyd Patterson y del sueco Ingemar Johansson, que fue descalificado en la final del peso pesado por falta de combatividad. Años después sería campeón del mundo profesional.
Los deportes de equipo, por excelencia, el fútbol y el baloncesto, tuvieron en la sensacional selección húngara de la época -Puskas, Czibor, Kocsis y compañía- y en la estadounidense a sus respectivos ganadores.
En el partido de baloncesto entre la Unión Soviética, medalla de plata, y los estadounidenses, la táctica de congelar el balón -no existían todavía los 10 segundos de retención máxima en campo propio- exasperó a todos los presentes.
A los 10 minutos de partido, el marcador señalaba un raquítico 4-2 a favor de EE.UU. y en el segundo tiempo del partido, que ganaron los americanos por 36-25, se dio la anécdota de que un jugador soviético que, al ver a sus rivales congelando el balón en el otro campo se cansó de estar parado, no aguantó mas y se tumbó, en la pista.