El Museo Guggenheim Bilbao celebra su XX Aniversario en 2017 como símbolo de la regeneración de la ciudad vasca.
Gris. La palabra que más solía utilizarse para encerrar en un adjetivo una ciudad entera, la de Bilbao, era gris. Y quizás por eso la imponente visión del museo Guggenheim sobre la ría del Nervión conforme
la mayor y más exquisita metáfora de que la apuesta por otro modelo de desarrollo es posible. Como si el gris histórico de la ciudad vasca se hubiera reinventado, pulido hasta formar las ya icónicas placas de titanio que ahora la caracterizan, y que reflejan los tonos del ambiente según el momento. Adaptarse o morir. Y Bilbao ha sabido mutar con inteligencia y singularidad durante las últimas dos décadas. Las mismas que cumplirá el otoño próximo la pieza clave de su proyecto de ciudad:
el museo Guggenheim.
El
19 de octubre de 1997 abría al público el Guggenheim de Bilbao. El museo, que empezó a fraguarse seis años antes a iniciativa de las Administraciones vascas como apuesta definitiva de su plan de revitalización de la ciudad, despertó la curiosidad de 1.300.000 visitantes sólo durante su primer año de vida. Desde entonces, cerca de
19 millones de personas han recorrido sus salas, por las que han pasado las obras más significativas del arte moderno y contemporáneo internacional.
A partir de este mes de octubre y hasta el momento clave de la efeméride, en octubre de 2017, los responsables del museo desarrollarán
un programa especial de exposiciones y actividades para conmemorar su XX aniversario. Un ambicioso calendario para los próximos 12 meses en el que se pretende
concentrar la esencia del proyecto Guggenheim, resumible en un triple objetivo: fortalecer la posición del museo bilbaíno en el panorama artístico europeo e internacional, estrechar lazos con la cultura y el arte del País Vasco y consolidar su papel como motor económico de Bilbao y su entorno. Porque, como reza el nunca mejor escogido eslogan para el próximo cumpleaños del museo,
“El arte lo cambia todo”.
Reconversión de Bilbao
La posición económica privilegiada de Bilbao, que se había convertido desde el siglo XIX en un importante enclave portuario y siderúrgico, se vino abajo con la crisis del petróleo en 1973, que afectó con especial virulencia a la ciudad vasca atacando su principal medio de vida. Quedó entonces reducida a un cementerio industrial, sin un proyecto de desarrollo alternativo al margen del crudo, con altos índices de emigración por la escasez de empleo y un elevado impacto ambiental.
Efectivamente, gris.
Foto: Museo Guggenheim Bilbao
La regeneración urbanística se convirtió entonces en una de las prioridades de las autoridades vascas, que apostaron por la sostenibilidad, la vanguardia y la inversión en valores a largo plazo para la nueva Bilbao. Un concepto de urbe en la que el arte y la cultura estaban llamadas a ser señas de identidad. Y la jugada maestra fue la de
tocar la puerta de la Fundación Solomon R. Guggenheim para ofrecerse como ubicación de uno de sus museos (en aquel 1991 ya había un Guggenheim en Nueva York y otro en Venecia). La historia de Bilbao empezaba, quizás sin ser aun conscientes del todo, a reescribirse.
En 1993 se presentó por primera vez
el diseño del museo, proyectado por el prestigioso arquitecto Frank O. Gehry –premio Pritzker en 1989 y Príncipe de Asturias de las Artes en 2014 entre otros- e indicativo de en qué pretendía convertirse la capital vizcaína: un
icono de la modernidad. De hecho, la historia del Guggenheim está plagada de propuestas innovadoras, desde el diseño del edificio –cuyas formas curvilíneas se traducían en tal complejidad matemática que Gehry tuvo que tomar prestado de la industria aeroespacial un avanzado software para facilitar la construcción-; hasta la propia personalidad expositiva del museo, basada en un diálogo constante del arte con otras disciplinas humanísticas y con la sociedad misma.
Con su exposición inaugural en 1997,
Los Museos Guggenheim y el arte de este siglo, el nuevo habitante de Bilbao causó una gran expectación.
De pronto, en una España que aún cojeaba de la dictadura en relación a la cosmopolita Europa, se exhibían las colecciones de arte moderno y contemporáneo más importantes del mundo.
Desde entonces, el museo ha recorrido las más diversas concepciones de lo artístico, desde el eternamente debatido pop-art, hasta la moda o la publicidad como arte, pasando por las tendencias ultramodernas del postminimalismo e incluso reflexionando sobre las posibilidades artísticas de elementos comunes, como la motocicleta, a la que convirtió en metáfora del siglo XX en una exposición en el año 2000.
El Guggenheim inspiró a la ciudad. Contagiada de esa esencia de modernidad y cultura que trajo el museo consigo,
Bilbao no ha parado de crecer en esa dirección, revitalizando antiguas zonas industriales, integrando la arquitectura vanguardista con los edificios históricos y trabajando por una identidad concreta que la ha posicionado en el panorama artístico, cultural y turístico internacional y que se ha traducido en un importante impacto económico en el entorno de Bilbao.
LAS CIFRAS DEL GUGGENHEIM
En 2015, último año con datos completos publicados.
- 19 millones de visitantes.
- Un 63 % de los visitantes son extranjeros, fundamentalmente franceses (19%), británicos (8%), alemanes (7%) y estadounidenses (6%).
- Un 14 % de los visitantes son vascos y un 23 por ciento procedentes del resto de España.
- 363,9 millones de euros de gasto total.
- 321 millones de euros de aportación al PIB.
- 49,3 millones de ingresos adicionales para las Haciendas vascas.
- Contribución al mantenimiento de 6.893 empleos.
- Media de autofinanciación del 70 por ciento.
- Las aportaciones públicas ascendieron a 11.280.000 euros.
- 21.574 impactos, directos e indirectos, en medios de comunicación, valorados en 32.752.419 euros.
- 577.266 personas participaron en las iniciativas educativas desarrolladas por la institución.
- La iniciativa ‘Amigos del museo’ –socios individuales que apoyan económicamente la institución a cambio de ventajas de participación- cuenta con 16.734 inscritos.
- El apoyo corporativo, esencial para la importante financiación privada del museo, suma 113 empresas.
- La web del Guggenheim registró 1.797.238 visitas.
- El museo tiene 206.510 seguidores en Facebook y 172.350 en Twitter.
En 2015, el total de gasto directo como consecuencia de la actividad del museo en el País Vasco fue de
362,9 millones de euros y su aportación al PIB ascendió a más de 320 millones. Estas cifras generaron unos ingresos adicionales para las arcas públicas vascas de casi 50 millones de euros y la actividad del museo contribuyó al mantenimiento de
6.875 puestos de trabajo. Además, el Guggenheim se situó a la cabeza de las instituciones culturales europeas en su nivel de autofinanciación, con un 67 por ciento el año pasado. Un plan de desarrollo alternativo al ladrillo y al combustible que, si bien ha fracasado en otras ciudades que intentaron después imitarlo como la fórmula mágica de moda, funciona en la pionera Bilbao.
El triple objetivo
Con la programación especial por su XX aniversario, presentada este jueves por el director general del museo,
Juan Ignacio Vidarte, el Guggenheim pretende continuar funcionando como pieza fundamental en el
engranaje económico de la ciudad. También
afianzar el posicionamiento internacional de Bilbao, que se ha convertido en uno de los principales destinos turísticos europeos gracias, además de a la gastronomía, a su atractivo artístico y a su marca de ciudad cultural. De hecho, más del 60 por ciento de los visitantes históricos del museo (unos 11,5 millones de los casi 19 totales) son extranjeros, en su mayoría franceses y norteamericanos.
Durante los próximos 12 meses el museo ha programado
once exposiciones temporales, tres de ellas de gran tamaño, entre las que destacan una exhaustiva retrospectiva dedicada al expresionismo abstracto, la centrada en las vanguardias parisinas de finales del siglo XIX y la que repasará la obra del pionero de la videorecreación Bill Viola.
El proyecto del Guggenheim nació con una vocación internacional en un contexto incipiente de globalización, pero siendo conscientes de la importancia de lo local, especialmente en una cultura tan definida y arraigada como la vasca. En su XX aniversario,
seguirá estrechado los lazos con el entorno cultural y artístico vasco y tiene prevista una convocatoria para seleccionar obras de los mejores artistas jóvenes locales con las que organizará una exposición en 2017.
También ha querido implicar a la ciudadanía vasca en su cumpleaños y arrancará los actos de celebración el fin de semana del 22 y 23 de octubre, con una jornada de puertas abiertas en la que los visitantes podrán acceder de manera gratuita a las exposiciones del museo.