www.elimparcial.es
ic_facebookic_twitteric_google

TRIBUNA

Guinea Ecuatorial microcosmos de África (III): Culturas y esclavos

Juan José Laborda
x
1718lamartingmailcom/12/12/18
viernes 10 de febrero de 2017, 19:48h

El que las sociedades negras africanas y sus antiguas formas estatales no empleasen la escritura pudo deberse a que los pueblos islamizados, como los bereberes, tampoco pasaron de una comunicación oral en sus relaciones comerciales, políticas, religiosas y culturales con los pueblos subsaharianos, como los bantúes y su subgrupo, los fang de Guinea Ecuatorial (y también de Gabón, Camerún, Congo y Santo Tomé).

Ese hecho tuvo consecuencias políticas de larga duración. Hay una que también es cultural: como el Islam se irradió sin usar la escritura -religiosa y estatal-, las lenguas originarias de los grupos humanos subsaharianos se mantuvieron con gran vitalidad hasta nuestro presente, de manera que el Islam no consiguió lo que Roma sí logró con los pueblos que entraban en contacto con ella: el latín escrito sustituyó a sus idiomas -como se dice ahora- propios.

Esa debe ser la razón por la que los Estados africanos se independizaron de sus colonias, frecuentemente por la fuerza, y sin embargo su idioma oficial fue el de los colonizadores. Los idiomas europeos fueron un factor, no tanto de nacionalización(en los países subsaharianos no se dan naciones en sentido moderno o liberal), sino de estatalidad.

Guinea Ecuatorial es ejemplo perfecto. Su territorio alberga a varios pueblos y grupos diferenciados, pues junto a los fang, los más numerosos(80%), existen las minorías bubi (15%), ndowé, fernandinos (antiguos libertos de otros territorios), annaboneses, bisié, etc, y las minorías de otros continentes, por ejemplo españoles. Los bubis ya no son mayoritarios en la Isla de Bioko (antigua Fernando Poo), pues los fang les superan en número, en parte debido a que la colonia los llevó a la Isla por su resistencia a los trabajos duros. Un poco antes de la independencia, un sector del gobierno franquista, amparado por Carrero Blanco, intentó la secesión de la Isla, porque se pensaba que los bubis no querían una independencia supeditados a los fang. El gobernador español, el almirante Faustino Ruiz González, quiso convertirse en otro Iam Smith, un racista blanco que creó la ilegal República de Rodesia. Cuando en Madrid se supo que el gobernador había planificado una ceremonia ancestral, con actos mágicos para consagrarle como jefe o abba (incluyendo su boda con una nativa virgen), ese rito fue considerado diabólico por prominentes autoridades franquistas -entre otras, la esposa de Franco-, y la ceremonia y la secesión de Fernando Poo se abortaron. Hoy en día un sector de los bubis defiende la autodeterminación de Bioko, y esas propuestas secesionistas son defendidas también por la minoría ndowé, aunque no se sabe si es solo una propuesta (¡absolutamente imposible para una minoría muy pequeña!) para defender su supervivencia cultural.

La lengua española, que habla y escribe la casi totalidad de la población, es clave para la unidad estatal de Guinea Ecuatorial. Hace muy poco, Guinea Ecuatorial ha creado su Academia de la lengua española, a pesar del riesgo que Obiang intente servirse de ella para sus fines propagandísticos. Teodoro Obiang Nguema -y en esto sigue a su tío y antecesor, Francisco Macías Nguema- sabe que si Guinea Ecuatorial no afirmase con el español su independencia política, sería devorada por cualquiera de sus vecinos de habla inglesa o francesa. Sin embargo, como Teodoro Obiang no tiene otro discurso que el nacionalista de crítica a la antigua colonia, coquetea con el francés y con el portugués (dándoles apoyos socialmente inverosímiles), para molestar a España, o tal vez para solicitar vergonzosamente comprensión española.

La tardía introducción de la escritura -durante el siglo de la colonización europea- es probable que tenga que ver con los rasgos antiguos y actuales de la sociedad y de los Estados del África negra. Sin escritura faltó también la idea del derecho, especialmente en el sentido de garantías jurídicas para los individuos y sus propiedades. En Guinea Ecuatorial se dice que se vota en público, y sin embargo las leyes son secretas. Es un sarcasmo, pero muchos opositores al régimen de Obiang Nguema lo afirman como un hecho.

Pero la esclavitud acentuó los peores rasgos durante cuatro siglos, desde el quince al diecinueve. Como los árabes nunca fueron buenos navegantes, los portugueses, y tras ellos otros cristianos europeos, se lanzaron a comerciar en las costas africanas atlánticas y del Índico. Se buscó oro que se cambiaba por manufacturas y mercancías que se traían de Europa, América y de otras partes de África. Cuando el oro se agotó, y fue pronto, en lugar de oro, se vendió carne humana. En esa horrenda práctica intervinieron cristianos, mahometanos y los propios grupos y Estados africanos. Como los Estados africanos no tenían derecho escrito, y por eso no basaron su poder en tributos sobre la propiedad (que tampoco estaba formalizada en normas escritas), esos Estados y grupos dirigentes se dedicaron siempre a vender y comprar a los comerciantes extranjeros. Hay una continuidad con nuestros días: las naciones africanas venden todo lo que da la naturaleza, desde cacao a diamantes y petróleo. Ya no son Estados predadores, pero ese comercio no mejora sus sociedades ni su medio ambiente. Además, solo supone entre el 1 y el 3 por ciento del comercio mundial.

La esclavitud corrompió a todos, excepto a sus víctimas. En Guinea Ecuatorial se sigue recordando qué minorías étnicas traficaron con los esclavos de etnia fang. El número de esclavos vendidos y muertos en toda África está aún en discusión; tampoco hubo registros escritos. África tenía al comenzar el siglo veinte menos población que en el dieciséis. Pero lo peor fueron sus consecuencias sociales y culturales: la trata de negroscrispó la sociedad africana ininterrumpidamente durante siglos; la guerra civil permanente descoyuntó sus fundamentos morales; los jóvenes guerreros sustituyeron en el mando a los adultos prudentes (una excepción en sociedades antiguas); y finalmente, las mujeres fueron socialmente preteridas en una situación de constante agresividad masculina.

Juan José Laborda

Consejero de Estado-Historiador.

JUAN JOSÉ LABORDA MARTIN es senador constituyente por Burgos y fue presidente del Senado.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (7)    No(0)

+
0 comentarios