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6 DE DICIEMBRE

Daniel Berzosa: "La Constitución, garantía de libertad"

Izado de la bandera en la Plaza de Colón.
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Izado de la bandera en la Plaza de Colón. (Foto: EFE)
EL IMPARCIAL
domingo 06 de diciembre de 2020, 16:57h

Este sábado, Daniel Berzosa, doctor en Derecho Constitucional y secretario político de la asociación Concordia Real Española, ha pronunciado un discurso defendiendo la Constitución en la madrileña Plaza de Colón, con motivo del cuadragésimo segundo aniversario de la Carta Magna:

"En nombre de Concordia Real Española, vengo a defender la Constitución; porque ésta es, en su razón más esencial, poderosa y valiosa para todos nosotros, la garantía de la libertad, la democracia y la igualdad sustancial de los ciudadanos, y de la concordia del orden político, la prosperidad y la paz social de la Nación, que somos todos y cada uno de los que integramos España en el ayer, el ahora y el porvenir.

Y esta fiesta y defensa de la Constitución española de 1978 merece celebrarse y hacerse; porque nuestra Constitución es, empleando palabras de Giovanni Sartori, una «constitución garantista o en sentido estricto». ¿Qué se quiere decir con esto? Que la Constitución es tanto una norma suprema, como una auténtica norma jurídica, que no solo expresa cualquier organización del Estado español (de hecho, no todos los países que dicen tener una constitución son democráticos, y los ejemplos son de sobra conocidos), sino de un Estado donde nosotros, los ciudadanos, somos reconocidos radicalmente —es decir, desde la raíz— libres e iguales en derechos y obligaciones, y donde nuestras libertades y derechos humanos o fundamentales, que surgen de nuestra dignidad natural como personas, están protegidos por la Constitución, esto es, el Derecho.

Y como la Constitución es la obra del pueblo español, donde reside la soberanía nacional, sus mandatos obligan no solo a nosotros, los gobernados, los representados, sino lo que es más importante, a los gobernantes, a los representantes. Y así lo establecen los artículos 1.2 («la soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan los poderes del Estado») y 9.1 («los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico»).

Todas estas ideas y mandatos cívicos se condensan en el artículo 1.1, que dice: «España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político».

Y, junto con ello, los constituyentes, siguiendo las enseñanzas de Constant, Bagehot y Smend, acerca de la inmensa aportación de la Corona configurada como un poder neutral, moderador, situado al margen de la lucha partidista y como fuente de integración de la complejidad nacional, tuvieron la gran visión de situar en la bóveda del Estado, al frente de su Jefatura, al Rey, como símbolo de la Historia y la unidad de España, y de su permanencia. Un Rey que ha venido desempeñando su misión constitucional de forma impecable, que es, según Herrero de Miñón, presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, «aparte de la defensa jurídica de la Constitución..., en virtud de su juramento, un deber de defensa política. Una defensa política que, en circunstancias normales, se proyecta en el ejercicio de sus competencias de manera que sirvan al buen funcionamiento de las instituciones constitucionales».

La Constitución es la respuesta al fin exitosa, muy exitosa, ya durante 42 años, tras más de siglo y medio de fracasos y frustraciones en la regulación de la convivencia de la comunidad política española. Naturalmente, este tesoro puede quedar en papel mojado, y todo devenir en ruina de la libertad, la democracia, la justicia, la prosperidad y la paz, si no la acatamos y cumplimos; pues, según Lucas Verdú, «una Nación tiene una Constitución y además cuenta con que se cumpla y respete».

Cada cual desde donde nos toque; pero empezando muy especialmente por quienes sirven —con nombre y apellidos— en los poderes públicos del Estado (sean centrales, autonómicos o locales) y en los partidos políticos, a los que la Constitución atribuye, en su artículo 6, la función de ser expresión del «pluralismo político», agentes «de la voluntad popular» e «instrumento fundamental para la participación política».

La democracia, según Norberto Bobbio, es el conjunto de las llamadas reglas del juego para la solución de los conflictos sin que se haya de recurrir al derramamiento de sangre. El buen gobierno democrático consiste, ante todo y sobre todo, en el más riguroso respeto de estas reglas… «En el mismo momento en que un régimen democrático pierde de vista este principio inspirador, se transforma rápidamente en su contrario, en una de las tantas formas de gobierno autocrático, de las que están llenas las narraciones de los historiadores y las reflexiones de los escritores políticos».

En Concordia Real Española, no tenemos ninguna duda sobre esto y, precisamente, porque no tenemos dudas, concluimos con el autor citado diciendo que «la democracia es el gobierno de las leyes por antonomasia». Esto es, de la Constitución. Por eso, hoy y siempre es un momento idóneo para celebrar y defender la Constitución, que contiene las reglas de juego de convivencia que el pueblo español se quiso dar para que su libertad e igualdad estén protegidas, y todos, gobernantes y gobernados, estemos sometidos al Derecho y no a la arbitrariedad.

¡Viva España! ¡Viva la Constitución! ¡Viva el Rey! Madrid, plaza de Colón, 6 de diciembre de 2020".

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