Los nipones pegaron primero y los balcánicos, sin brillo, mandaron el duelo a la tanda de penaltis (1-1). Livakovic y el oficio croata, vencedores.
La volatilidad de los juicios en el fútbol siempre resulta curiosa. Hajime Moriyasu, seleccionador de Japón, llegó al Mundial de Catar perseguido por fuertes críticas internas debido a su estilo defensivo, a la no convocatoria del goleador Kyōgo Furuhashi -que triunfa en el Celtic escocés- y a los problemas para mandar en los clasificatorios asiáticos. Cuatro partidos después, los nipones se preguntan si disfrutan del mejor entrenador de todo el campeonato catarí. El preparador nacido en Nagasaki tomó las riendas del equipo nacional después de la aventura colorista de Alberto Zaccheroni -el italiano ganó una Copa Asia en 2011 y se la pegó en la siguiente edición y en Brasil 2014-, cuando la federación japonesa quiso apostar por más rigor estilístico. Desde entonces, el crecimiento de su escuadrón no ha frenado.
Sin figuras tan distinguidas en su plantel como Hidetoshi Nakata, Shunsuke Nakamura o Keisuke Honda, ha construido una idea de juego que favorece a las virtudes del cambio generacional nipón. Y que nubla las del rival. Su propuesta se ha confirmado como una de las más consistentes y difíciles de descifrar en este lustro. En Rusia 2018 llevaron a la Bélgica más favorita de la historia contra las cuerdas en octavos de final y en este evento mundialista han derrotado a Alemania y a España con la misma receta: orden, defensa, intensidad máxima, presión selectiva y contragolpes venenosos. Estos ingredientes y el alto sentido del colectivo consiguen que no se note la ausencia de Takefusa Kubo -lesionado- o de quien sea. Compiten de tú a tú contra cualquiera.

Por chocante que pueda resultar, sus futbolistas quieren llevar los combates a lo físico frente a bloques tradicionalmente superiores en ese aspecto. Y sacan tajada de ello, sin sentir vergüenza por ir contra la corriente que impone proponer y dominar la pelota. Esta versión de Japón ha protagonizado dos de las tres victorias logradas con menor posesión en partidos mundialistas desde que se inventó la Copa Jules Rimet. Este lunes se enfrenaron a Croacia, esto es, mandaron a los balcánicos al dentista. El vigente subcampeón del Mundial fue víctima de lo descrito con anterioridad y arribaron al descanso por debajo en el marcador y en las sensaciones. El balón les perteneció, pero Marcelo Brozovic, Luka Modric y Matteo Kovacic se marcharon a vestuarios sin poseer el centro del campo.
En el tercer minuto Taniguchi -suplente del fundamental Ko Itakura, central sancionado- remató de cabeza fuera por muy poco un centro de Junya Ito. Aviso a navegantes. El carrilero del Stade Reims le dio la tarde a Barisic, que entró por la lesión de Borna Sosa. Por ese perfil se coló en el minuto 13 un pase potente y raso que Maeda no embocó por poco y que Juranovic despejó in extremis, ante la presencia de un interminable Nagatomo -36 años- que se relamía en el segundo palo. No le salió a los balcánicos el intento de contemporizar y bajar el ritmo, como les había ordenado Zlatko Dalic. El seleccionador croata ya había advertido que "no iremos con grandes expectativas, iremos prudentes". Sabía que ante los 'Blue Samurais' no caben dudas. Un pase emitido con menor fuerza de la requerida muta en contragolpe automático en contra.
E hincaron la rodilla, presa de la fogosidad contrincante en el esfuerzo. Eso sí, no sólo hay sudor y disciplina en los asiáticos. El doble pivote conformado por Wataru Endo -29 años, Stuttgart- e Hidemasa Morita -27 años, Sporting de Portugal- goza de buen pie, lo mismo que Daichi Kamada -26 años, Eintracht Frankfurt- y Ritsu Doan -24 años, Friburgo-. El primero desequilibra entre líneas y en el 41 de juego sentó a su par y chutó alto con todo a favor, tras una pelea y robo en el córner croata limpiado con un taconazo por Morita; y el segundo golpea a la pelota con finura y precisión -propias de Honda-, como en el centro que provocó lío que derivó en el gol de Maeda -minuto 44-. Todos ellos propulsan la irreverencia sorprendente de su delegación e hicieron justicia en un primer tiempo de color asiático.

En el entretanto, los croatas, curtidos de sobra -en 2018 llegaron a la final después de superar tres prórrogas consecutivas y en Catar han sobrevivido a Bélgica para llegar a las eliminatorias-, estudiaron las opciones de avance y las rutas de evasión ante semejante entuerto. Detectaron que había hueco a la espalda de la zaga japonesa, que no estaba encerrada sino en bloque medio. Gvardiol -el mejor de su selección durante la primera fase- y Modric -sin chispa- abrieron esta vía hacia los desmarques de los atacantes Petkovic y el indispensable Ivan Perisic. El corredor del Tottenham produjo el escaso peligro que padeció la meta defendida por el meta Shuichi Gonda hasta entonces. Recogió un error de Tomiyashu y topó su disparo angulado en el portero -minuto 9-, y peinó un envío de Barisic que Nagatomo le arrebató a Kramaric en el último instante.
Pero si de combatividad y resiliencia se trata, Croacia tiene algo que decir. A pesar de no disponer de un delantero rematador venenoso -su gran déficit- ni del fuelle de hace cuatro años, la calidad técnica con la que pelean bien puede cambiar la dirección del viento en cualquier momento. Y así pasó. En el minuto 55 Dejan Lovren trazó un centro con brocha gorda, desde muy lejos, y Perisic conectó un testarazo cruzado, desde el área grande, que se coló pegado al palo. Un golazo revestido con un cabezazo portentoso. Empate. ¿Partido nuevo? Para nada. Posesión europea, pujanza japonesa al galope. Más densa neutralidad y sólo Endo, Modric y Budimir lo probaron. El minutaje se esfumó hacia la prórroga, la primera del torneo, ya con las cartas boca arriba y el choque de estilos y de precauciones explícito. Y ahí, con Modric en el banquillo, empate técnico. Dos tiros, de Minamino y de Majer, y penaltis. Ganó Livakovic (27 años, Dinamo Zagreb), nuevo héroe de Croacia con tres paradas. El oficio diluyó el sueño nipón.
Ficha técnica
1- Japón: Gonda; Taniguchi, Yoshida, Tomiyasu; Nagatomo (Mitoma, min. 64), Morita (Tanaka, min. 105), Endo, Ito; Kamada (Sakai, min. 75), Doan (Minamino, min. 87) y Maeda (Asano, min. 64).
1- Croacia: Livakovic; Barisic, Gvardiol, Lovren, Juranovic; Brozovic, Kovacic (Majer, min. 98), Modric (Vlasic, min. 98); Perisic (Livaja, min. 105), Kramaric (Pasalic, min. 64) y Petkovic (Budimir, min. 62; Orsic, min. 105).
Goles: 1-0, min. 44: Maeda; 1-1, min. 55: Perisic.
Penaltis: Minamino falla (1-1); Vlasic marca (1-2); Mitoma falla (1-2); Brozovic marca (1-3); Asano marca (2-3); Livaja falla (2-3); Yoshida falla (2-3); Pasalic marca (2-4).
Árbitro: Ismail Elfath (Estados Unidos). Amonestó a Kovacic y a Barisic.
Incidencias: partido correspondiente a los octavos de final del Mundial de Catar, disputado en el estadio Al Janoub (Al Wakrah, Catar).