La última tarde de San Isidro contó con la presencia de toros y toreros. También han acudido las autoridades: el Rey Felipe VI e Isabel Díaz Ayuso. Paco Ureña y Emilio de Justo se enfrentaron con seis de Victorino Martín. Los toros muy serios, exigentes, algunos con mucho genio, muy armados, arrancaron aplausos del público a la salida y algunos en su arrastre.
Paco Ureña abrió la plaza con Playero (1° 2/18), una alimaña que aprendía a cada paso. Sólo se dejó llevar por unos pases, ciñéndose, dejando al diestro sin terreno. Ureña mostró mucha firmeza frente al bicho, mas este le hizo una tarascada grande: de nuevo se ciñó dejó a Ureña sin apoyo y zarandeó al diestro caído entre las pezuñas. Un fuerte golpe en la frente fue evidente. El matador se repuso y le toreó de tú a tú, desafiando al enemigo e imponiéndole la muleta, quizá demasiado alta, llevando otro susto toreando al natural. El toro se rinde. Ureña remata la obra con una estocada entera de ejecución espléndida, dejándose prender por un pitón. Descabello certero. Una petición no atendida por el palco.
Esclavino (3° 3/18) rehuyó al varilarguero. No se prestó mucho al quite de Emilio de Justo. Ureña hizo una faena sin cambiar los terrenos, sin perder un paso y sin torcerse: vertical, valiente y apostándolo todo. Encontró la cuadratura del toro y le exprimió en tandas por ambos pitones. Decidió matarlo en los medios, se puso entre pitones, pero pinchó. A la segunda llega una estocada entera. Una oreja.
Gallego (5° 1/18) apuntó maneras en el tercio de banderillas: casi todas han sido de recurso y de un solo palo. Gallego miraba al diestro sin pudor. La pañosa no le interesaba. Iba hacia Ureña con la cabeza alta. El toro gazapeaba, parándose en el embroque y levantando las astas a la altura del pecho.¿Cómo abordar a un bicho así? La respuesta del torero fue aguantarlo con mucha valentía y cuajo. Y así hasta el final: Ureña aguantó la arrancada del animal poniendo una media estocada de gran mérito. El victorino se enfurece y encuna a Agustín de Espartinas. Un aviso. El matador decide esperar, pero el toro no se dobla. Segundo aviso. Descabello. No sale a saludar.
Emilio de Justo selas tuvo con otro Gallego (2° 2/18) de la tarde. Por suerte, sólo compartían el nombre: este embestía franco y sin tarascadas. Emilio de Justo consiguió unas tandas sueltas destacadas y pases al natural, midiendo muy bien las distancias, aunque a veces hubiera un cierto aire de desconfianza. La estocada entera y tendida. Petición no atendida por el palco. Ovación. Boliviano (4° 12/17) no daba mucha confianza a nadie: los de plata hicieron más de cuatro salidas en falso. A pesar de todo, hubo un brindis al sobresaliente Álvaro de la Calle, quien se quedó el año pasado con los cinco toros de Emilio de Justo. El diestro probó al morlaco con flexionados, pero cambió los terrenos por otros diametralmente opuestos donde el aire molestaba mucho. El toreo por bajo, al toro muy humillado, que no llegó a los tendidos. Entre protestas y olés, Emilio alargó la faena hasta que el toro ya no iba. La estocada caída y atravesada. Aplauso al arrastre.
El último fue el toro de la tarde, de nombre Director (6° 2/18). La embestida fija, de cabeza baja, pronto al cite, lo puso todo para contribuir al lucimiento. De Justo lo llevó prendido de los vuelos del capote a los medios. El público ovacionó las varas de Juan Bernal. Se esperaba algo grande. Pero.. La faena quedo en importante. El respetable público de la plaza se deshizo en sonoros olés. ¿A qué protagonistas se dirigían? ¡Él sabrá! Mas la faena final no cuajó. Se estancó en la espada.