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Las primarias americanas: llegarán sus cambios

Juan José Laborda
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1718lamartingmailcom/12/12/18
domingo 10 de febrero de 2008, 22:44h
Sean como sean los resultados de estas primarias, Hilary Clinton, Barak Obama, y en el lado republicano, John McCain, representan otro enfoque radicalmente distinto que lo que ha significado George W. Bush. Realismo riguroso, frente a idealismos poco meditados. Búsqueda de acuerdos en lo fundamental, en vez de ese radicalismo de las mayorías partidarias. Un regreso a la buena orientación anglosajona del pragmatismo: es el final del leninismo tory de los neocon, con ejemplos simbólicos como Paul Wolfowitz, Richard Perle, Lewis Libby, Donald Rumsfeld o William Kristol. Su acercamiento a la lógica de la revolución, aún cuando su jacobinismo fuese derechista, les aproximaba a las viejas tesis de Carl Schmitt –un jurista totalitario recuperado hoy, incluso, por el izquierdismo americano- de que la esencia de la política es la noción de enemigo. Por eso, el objetivo electoral de sus discursos, era captar los extremismos abstencionistas, en lugar del electorado centrista, proclive al consenso, que es lo opuesto al jacobinismo.

El discurso de los tres aspirantes a la presidencia norteamericana, ha dejado de ser, por fin, un hilvanado de eslóganes, confeccionado por técnicos publicitarios y sociólogos prácticos. El tiempo de asesores políticos como Karl Rove, con sus escasamente honestas maniobras con la prensa y con los rivales políticos, está siendo superado. El argumentario, la doctrina preparada por expertos en comunicación, que recitaban sin parar y sin salirse del guión, tanto el presidente Bush, como sus partidarios, fuera y dentro de Estados Unidos, ha producido el rechazo de los electores. Ese repudio se explica por la irritación sentida ante la falsedad o la mentira -las promesas del presidente ante la guerra o ante sus medidas económicas- y también, por la desconfianza ante un tipo de políticos incapaces de salirse de un libreto preparado por los asesores partidarios.

En Estados Unidos se valora de nuevo al dirigente con personalidad propia, que capta la atención de los electores con ideas nuevas y elaboradas, cuyo liderazgo se asienta en su singularidad intelectual y moral, en vez de ser "una persona cercana, igual al resto de la gente", lo cual, además, siempre es incierto. Bush era un líder popular, con sus dosis de vulgaridad cultural, un antiguo niño de papá, a medias alcohólico, a medias empresario fracasado. Su mérito consistía en que había superado la adicción, junto con un acercamiento redentor a la fe cristiana. ¿Pero ese esfuerzo apreciable, servía para dirigir la primera potencia del mundo?

Back Obama, tiene una brillante hoja de servicio en las mejores facultades de Derecho, y en su capacidad para lograr consensos sociales como activista social en Chicago, y como senador por Illinois. Hilary Clinton, uno de los cien abogados más competentes e influyentes de Estados Unidos, como senadora ha destacado en asuntos complejos, como la sanidad, o la educación. John McCain, también senador, es un conservador que censura a los partidos, incluyendo el suyo, por su dependencia del poder de los grupos empresariales. Es un maverick, un contestatario con pensamiento propio. Discrepa de la derecha religiosa, apoyando a los homosexuales, a los emigrantes sin papeles; y también de la orientación de su partido, en asuntos como la protección del medio ambiente, las amenazas contra la salud -está contra la poderosa industria tabaquera-, y en los gastos irracionales en defensa. Además, es un héroe auténtico, lejos del modelo Rambo: soportó torturas siendo prisionero en Vietnam, porque no consintió actuar como un traidor a su país.

Las primarias norteamericanas detectan en el actual momento mundial dos hechos. Se ha revalorizado la capacidad política, la inteligencia y la experiencia personal, como condición para lograr acuerdos duraderos, pensando en un futuro incierto. La idea de sumar, de las coaliciones, del consenso político, se impone cuando la inseguridad se presenta bruscamente. El segundo hecho, la sociedad norteamericana gira hacia la izquierda, después de años de una coalición efectiva del capitalismo contrario a las regulaciones, con "la mayoría cristiana", un conjunto de grupos intolerantes, unidos contra las libertades individuales logradas a partir de los años 60 del siglo pasado. La repercusión en Europa, y en España, como siempre, será pronto muy evidente.

Juan José Laborda

Consejero de Estado-Historiador.

JUAN JOSÉ LABORDA MARTIN es senador constituyente por Burgos y fue presidente del Senado.

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