Luz es la escritora y directora de la obra que vemos crecer en el escenario, y los protagonistas son vagabundos o yonquis, todos ellos durmiendo en las aceras y sucursales bancarias por un matrimonio roto o por el paro, que en la calle desemboca en vicios y en la construcción de una nueva personalidad. Pudiera parecer difícil hacer con ellos una buena representación, pero sus historias son desgarradoras y las cuentan con sentido del humor y sensibilidad. A falta de efervescencia creativa, Luz cuenta con la ayuda de Charito que, caída del cielo, se convierte en la musa, inspiración y empuje que necesita la escritora. Charito ya murió, y lo hizo tras ser rociada con gasolina en un cajero.

Gracias a la ayuda de Charito, Luz conseguirá hilar las experiencias de sus actores, superar los problemas que surgen entre ellos y hacerles sentir protagonistas, por primera vez en muchos años, de una historia con final feliz. Todo ello con una escenografía basada en un gran libro iluminado por un no menos pequeño flexo, sobre el que los sin techo sonríen y lloran sus vivencias, todas ellas con una dulce y entrañable narración. Reivindican el ser por encima del tener. Pese a que Paloma Pedrero pretende mostrar que entre estas personas y el resto no hay diferencias, confiesa sin pudor que son diferentes, y que lo diferente es mejor. Ellos cayeron al abismo, y el resto pasa la vida jugando al borde del precipicio sin caer.
Para confeccionar esta obra, la reconocida y galardonada dramaturga cuenta con el bagaje que aportan más de ocho años al frente de un taller de teatro para personas sin hogar. Con “Caídos del cielo” resume su experiencia, así como el espíritu de las personas que allí ha conocido, cuya frontera entre ellos y nosotros, recuerda Pedrero, es sutil.
Información y venta de entradas: http://teatrofernangomez.esmadrid.com/espectaculo/?id=75