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Zapatero y sus ayudas: un mercado con truco

José María Zavala
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jmzavalagmxnet/8/8/12
miércoles 10 de junio de 2009, 20:17h
Tras un largo siglo de avatares históricos, los países europeos han logrado alcanzar las actuales democracias liberales. Sistemas políticos en los que el papel del gobierno pretende ser mínimo, y se limita a garantizar que los ciudadanos regulen sus vidas en condiciones de libre competencia. El llamado “Estado del Bienestar” introduce una serie de cuidados paliativos que pretenden suavizar los efectos más temibles del mercado.

Pero ni los gobiernos se limitan a arbitrar ni los ciudadanos desean que sólo esa sea su función. Recuerdo que durante el período preelectoral de 2008, RTVE y YouTube llevaron a cabo un proyecto mediante el cual la ciudadanía exponía sus inquietudes a los candidatos con un breve vídeo casero. No fueron pocos los que reclamaban con sus quejas mayor intervención estatal, exigiendo mejores salarios, precios más bajos, vivienda gratis, cultura gratis, o directamente, ayudas económicas, es decir, dinero gratis.

Por otro lado, la administración de Zapatero no se ha quedado corta a la hora de anunciar extrañas prestaciones que pocos entienden, de utilidad bastante cuestionable y cuyo contenido a veces varía misteriosamente desde su enunciación. Hace ya tiempo nos sorprendieron con el maravilloso “cheque-bebé”. Más tarde, precisamente en un momento ciertamente sospechoso, por aproximarse las elecciones surgió la promesa de devolver hasta 400 euros del IRPF a 13 millones de españoles. Fue toda una muestra de “política de billetazo”, donde surgen limosnas populistas que me recuerdan a Evo Morales repartiendo dinero en mano en las barriadas pobres, pero con mucho más estilo y a otro nivel. Durante la crisis del Prestige ya dio ejemplo Fraga de cómo hay remedios que nunca fallan, mientras afirmaba «Yo vengo con dinero en la mano, con cosas concretas, y otros vienen a hablar».

Recientemente el estado sale al rescate con el Plan 2000E, siendo muy generoso y poco exigente. El sector automovilístico crea constantes polémicas en el terreno laboral y ecológico, y ahora que hasta las grandes empresas del motor piden a gritos ayudas, se desaprovecha la oportunidad de apretarles las tuercas. Hasta mil euros del erario público por automóvil, con unas condiciones medioambientales mínimas y unos requisitos mal planteados.

Las actuales ayudas al alquiler están sujetas a la percepción regular de un ingreso: “subempleados”, absténganse. Por cierto que ya se ha visto cómo estas prestaciones han estimulado a muchos arrendadores a subir el precio de alquiler.

Para los más pequeños tenemos un bonito ejemplo de “falsa-ayuda”. Primero alguien se sube a la parra y grita a los cuatro vientos “¡Ningún niño sin portátil!”. Todo queda en agua de borrajas al reducir las promesas a un miserable bono digital que a la larga ata a las familias y carga a los presupuestos púbicos (según cómo se desarrolle) con sucesivos pagos: hardware, software, conexiones, mantenimiento...

Muchas de estas dádivas con las que pretende camelarnos el gobierno van destinadas a potenciar el consumo, cuando para muchos hay un paso previo que solucionar, y es el de colmar necesidades básicas. El mercado inmobiliario necesita algo más profundo que un gran padre firmando cheques a los propietarios de pisos vacíos (muchas veces, esclavos de una o varias hipotecas). El panorama de becas también podría ser mejorado: los trabajos basura no dignifican en absoluto. Pero claro, lo importante en estos días es reactivar el consumo... ¿se llegarán a cofinanciar las operaciones estéticas?

El mismo concepto de “ayuda” traiciona con su significado. Si la gente necesita ayudas, será porque tiene problemas. Todos estos parches no hacen más que potenciar la idea de que una renta básica (subsidio universal garantizado, renta de ciudadanía... una prestación mínima no condicionada) solucionaría la situación de muchas personas basándose en una cuestión de derechos y no en una relación cuasiclientelar entre políticos y ciudadanos.

José María Zavala

Sociólogo

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