La publicación de la fotografía de los dos presuntos etarras detenidos en Gerona ataviados con la camiseta de la selección española ha abierto el debate sobre la privacidad y la picaresca de las redes sociales. El uso generalizado de este tipo de páginas ha llevado a la Guardia Civil a investigar sus vínculos con Eta y a confirmar que la banda terrorista las utiliza para reclutar a nuevos miembros.
El pasado 17 de febrero, los Mossos d'Esquadra detuvieron en un pueblo cercano a Camprodon (Gerona)
a Adur Aristegui Aragón y a Jon Rosales Palenzuela, dos presuntos miembros de Eta, vinculado el primero al “comando Vizcaya” y el segundo a la “kale borroka”. Apenas unas horas después, los periodistas se introdujeron en el mundo virtual de las redes sociales y constataron que Rosales no sólo tenía un perfil en “Facebook” sino que, además, permitía verlo a cualquiera.
Minutos después
una fotografía en la que aparecían los dos arrestados ataviados con la camiseta de la selección española corría como la pólvora por los diarios digitales.
Reclutar etarras a golpe de "clic"
Según fuentes de la Guardia Civil, no cabe duda de las intenciones de los terroristas: "Eta está reclutando a través de las redes sociales".
El entramado etarra se sirve de la "kale borroka" o las "herriko tabernas" para buscar nuevos miembros, pero también de las redes sociales. "Lo hacen mediante un estudio de los perfiles de las personas que serían susceptibles de pertenecer al grupo terrorista. Tratan así de conocer de manera sucinta a potenciales etarras para contactar con ellos y, en última instancia, captarlos para formar parte de la banda armada", según han asegurado a EL IMPARCIAL fuentes de la Unión de Oficiales de la Guardia Civil. Una evidencia que ha llevado a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a investigar con ahínco la irrupción en el mundo virtual de este tipo de contactos.
¿Qué dicen los expertos? El acceso a las cuentas privadas de redes sociales como “Facebook” lo marca el propio usuario, quien se encarga de determinar el grado de privacidad de su perfil, así como de configurar qué información desea que sea accesible para todos y cuál quiere restringir para su grupo de amigos.
El debate surge cuando se plantea la conveniencia o no de publicar en los medios de comunicación material fotográfico o de texto contenido en este tipo de perfiles. Los expertos consultados por este periódico comparten el mismo punto de vista. Desde la oficina del “Defensor del Internauta” de la Asociación de Internautas,
Ofelia Tejerina, aporta algo de luz al explicar que el usuario, al ofrecer en abierto sus imágenes -como era el caso de Jon Rosales- , “consiente tácitamente que su imagen sea utilizada con una finalidad: que le vean”, a lo que añade que entiende que “sí podría ser utilizada para ilustrar una noticia de interés general, y sin embargo, no podría hacer uso de ella para, por ejemplo, promocionar una marca”. Así, el límite se fija en el uso comercial de las imágenes publicadas en estas redes, ya que es ilegal lucrarse con una foto sin el consentimiento expreso de su dueño.
Iurismática es una empresa de asesoría jurídica para las nuevas tecnologías. Uno de sus abogados,
Jorge Campanillas, explica que “hay claroscuros en el sentido de que se están encontrando dos derechos fundamentales, ya que habrá ocasiones en que el hecho noticiable sea tal que prime el derecho a la información sobre el de la intimidad”. Campanillas coincide con Tejerina al afirmar que “el usuario tiene que ser consciente de que lo que publica en una red social puede convertirse en noticia”.
Sobre el uso que hacemos de Internet,
Daniel Domínguez, director de la web de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), asegura que hay que partir de la evidencia de que “hablamos de la Red como un espacio social que comparte con el espacio físico los mismos aspectos estructurales”. Así, tanto en Internet como en la vida misma hay espacios públicos y privados. Domínguez aclara que “los usuarios difunden lo que quieren difundir y dan acceso a quien se lo quieren dar” y afirma que si las fotos de Rosales eran públicas era algo que “dependía de su voluntad”.
En el momento de redactar este reportaje las denuncias de los usuarios de “Facebook” contra perfiles afines a la causa terrorista han sido efectivas y
el perfil del presunto etarra ya no está disponible.