Desencanto en el Magreb por el acuerdo con Marruecos
La UE da un golpe mortal a la Unión Norteafricana
martes 09 de marzo de 2010, 17:10h
La cumbre entre la Unión Europea y Marruecos en Granada, que ha ratificado el “estatuto avanzado” que Bruselas concede a Rabat, es vista desde todos los rincones del Magreb como la sentencia de muerte definitiva a la Unión del Magreb Árabe, nacida en 1989 y paralizada por el conflicto del Sahara Occidental.
Presionada por los intereses económicos y geopolíticos de Francia y España, Bruselas ha practicado la misma política de negociaciones bilaterales con los países exteriores a la UE, con el fin de atraerlos al espacio económico común. Es la misma actitud observada con los países balcánicos primero y con los antiguos países del Este después. Sin embargo, de esta manera se ha abortado la posibilidad de presionar a los países del norte de África para que superen definitivamente sus divergencias y refuercen la moribunda Unión del Magreb Árabe (UMA).
“Es lamentable que la UE termine por aceptar la desunión de los países del Magreb para reforzar con ellos las relaciones verticales, en detrimento del proyecto de construcción regional”, declara a El Imparcial Rachid Mesli, un abogado argelino que dirige la Organización árabe de derechos humanos Alkarama en Ginebra. “Existe un gran riesgo de crear una situación irreversible, que va a dividir aún más a nuestros países, que ya están fuertemente degradados”.
Las organizaciones progresistas del Magreb y las asociaciones democráticas de la sociedad civil habían puesto su esperanza en que la Unión Europea tuviese el valor de forzar a los países magrebíes a superar sus diferencias y resolver sus conflictos. En lugar de ello, la firma del Estatuto avanzado para el Reino de Marruecos conforta la desunión y privilegia las relaciones bilaterales de cada país con Bruselas.
En el mensaje que el rey Mohamed VI envió a la cumbre de Granada fue explícito: “apoyamos la construcción del Magreb siempre que respete la integridad territorial de los Estados y las reglas de buena vecindad". En otras palabras, reactivaremos la Unión del Magreb Árabe siempre que acepte la soberanía marroquí sobre el Sahara”. Dado que es precisamente este conflicto el que ha sumido en letargo a la UMA, por el enfrentamiento entre Marruecos y Argelia sobre el mismo, significa que la unificación magrebí se puede dar por perdida.
Hace ya medio siglo que los tres movimientos independentistas del Magreb, el Frente de Liberación Nacional Argelino, el Movimiento Nacionalista Marroquí y el Partido Desturiano (constitucionalista) Tunecino, alcanzaron en Tánger un acuerdo para luchar juntos por descolonizar la región. Medio siglo después, Francia ha conseguido romper ese sueño y obligar a cada uno de ellos a establecer relaciones unilaterales con Europa. Detrás de ello, se dice en Rabat, Argel y Túnez, están los intereses económicos y geopolíticos.
“Es evidente que una unión magrebí estructurada con 85 millones de habitantes a las puertas de Europa, es potencialmente molesta para la voluntad europea de imponerse como primer bloque económico del mundo”, dice Slim Bagga, un periodista opositor tunecino residente en París. “Por ello se da la prioridad a los negocios. Por ejemplo, en Túnez hay 1.300 empresas francesas que hacen excelentes negocios a bajo coste”, añade. Porque París sigue siendo el primer socio comercial de todos los países del Magreb.
Para los regímenes imperantes en África del Norte no se trata sólo de mercados. Quieren la protección política y la Unión Europea –de la que Francia es la punta de lanza en esta área– se lo garantiza. “Las dictaduras magrebíes se preocupan muy poco de los intereses de los pueblos. Buscan el respaldo de Europa en los Estatutos avanzados”, subraya Bagga.
El caso de Argelia es aun más sintomático. No sólo no ha avanzado en sus relaciones institucionales con la Unión Europea, sino que actualmente las cuestiona. “Argelia rechaza integrarse a los países miembros de la política europeas de vecindad establecida con algunas capitales del sur del Mediterráneo”, ha declarado la consejera del centro europeo de política exterior. Según la funcionaria de Bruselas, puede ser debido a “sus riquezas fósiles”, es decir el petróleo y el gas, que le otorgan un espejismo de autosuficiencia. “Argelia no admite que sus asuntos internos sean debatidos, en particular las reformas relativas a los derechos humanos y la restructuración de algunos sectores económicos estratégicos”, subraya.
Un rechazo que vale tanto para el caso argelino como para el marroquí o el tunecino. Las exigencias manifestadas por el presidente europeo Herman Van Rompuy en Granada, demandando a Marruecos “activar y concretar las reformas”, se pueden considerar en saco roto, se estima en los medios democráticos magrebíes. Otro tanto ocurre con Túnez. En la discusión sobre derechos humanos y libertades en este país organizada en el Parlamento de Estrasburgo, los europarlamentarios franceses y españoles dieron su apoyo a “los progresos hechos por el régimen del presidente Ben Ali”, dando así la espalda a los periodistas, estudiantes y militantes de derechos humanos encarcelados u obligados al exilio.
La frustración de los militantes demócratas del Magreb ante la política europea que privilegia las relaciones bilaterales y los acuerdos de cada una de las capitales norteafricanas con Bruselas, se ha mostrado en la declaración hecha esta semana por Ahmed Herzenni, presidente del Consejo Consultivo de Derechos Humanos de Marruecos, en una reunión en Ginebra organizada por el Alto Comisariado de la ONU para los derechos humanos. Herzenni, que purgó 12 años de cárcel bajo el reinado de Hassan II, se refirió al conflicto del Sahara Occidental y recordó que el fundador del Frente Polisario, Mustafa El Uali, fue compañero suyo en la Facultad de derecho en la Universidad de Rabat. “En aquel tiempo militamos juntos por hacer de Marruecos un Estado democrático”, dijo Herzenni. “Hoy queremos lo mismo -añadió-, que se unan a nosotros en el combate por la democracia y los derechos humanos”. En los labios de alguien que dejó su juventud en las mazmorras de la monarquía alauita, el llamamiento es visto como una esperanza. En el seno de las organizaciones que militan por un Magreb en beneficio de los pueblos, se baraja la idea de convocar un encuentro de la sociedad civil para ver si aún es posible salvar la democracia en el norte de África.