Este año es su año. Pese a que Isabel San Sebastián es una periodista consagrada y una escritora que se abre camino con éxito de acogida, 2010 le ha deparado alegrías en forma de nuevos proyectos. A su nueva andadura en "Alto y Claro" de Telemadrid se une la publicación de su tercera novela histórica, a la que ha titulado "Imperator" y donde confluye el destino de los hombres y mujeres que vivieron en la convulsa, pero intensa, Edad Media.
La Edad Media es uno de los periodos históricos más complicados de abordar. ¿También lo es ambientar una novela en esta época?Creo que la Edad Media es una época muy evocadora y mágica. Tiene la ventaja de ser un periodo menos conocido, por lo que da un poco más de margen a la imaginación. Pero no a la imaginación en el sentido de tergiversar, sino de rellenar algún hueco comportándote con honestidad y escribiendo cosas que sean plausibles. He leído hace poco una novela de un autor muy consagrado que habla de una abadesa agnóstica en el siglo XIV. En ese siglo no existía el concepto del agnosticismo. Así pues, cuando digo que te da margen a la imaginación me refiero, por ejemplo, a situar un camino donde pasaba una calzada romana sin tener la absoluta certeza de si se conservó o no.
¿Hay el mismo margen para imaginar que para errar?Uno puedo equivocarse. Otra cosa es tergiversar, mentir y manipular. Hay otro ejemplo sobre esto, esta vez relacionado con mi libro. Se han escrito auténticas barbaridades de los cátaros sabiendo que no son ciertas, como que eran depositarios de los secretos del presunto hijo de Jesucristo. Chorradas que no tienen nada que ver con la realidad. La epopeya de los cátaros está muy documentada en fuentes de la época y se sabe muy bien lo que pasó. Se puede contar mejor o peor, pero hay que ser fiel a la historia. Es algo que he hecho en
Imperator.
Cuando se plantea escribir esta tercera novela, ¿lo hace como un nuevo reto o como un divertimento?Es una diversión y un trabajo. Es un claroscuro. Requiere mucho trabajo y esfuerzo, pero el resultado es muy satisfactorio. La parte documental es preciosa. Me encanta la historia y viajar. Combinar una cosa y la otra es un auténtico disfrute.
En Imperator los personajes ficticios comparten protagonismo con los reales. ¿Resulta más sencillo escribir sobre unos o sobre otros?El personaje inventado requiere más imaginación y más esfuerzo, aunque también permite más libertad, y eso para mí es muy importante. Puedes ponerle el carácter que tú quieres, los rasgos físicos y la personalidad, además de hacerle moverse en un escenario de personajes reales, que no puedes inventar. No puedes presentar a Federico II de Hohenstaufen alto, rubio y de ojos oscuros porque era bajito, regordete y de ojos azules. Le tienes que retratar tal y como era -si eres honesto, algo que intento-, sin embargo al personaje de ficción le puedes adjudicar las virtudes, defectos y rasgos que consideres.
Afirma que la figura de Federico II de Sicilia le ha fascinado. ¿Por qué?Me sorprendió mucho cuando lo descubrí en un ensayo de Montanelli. Hacía dos o tres apuntes sobre él que lo hacían parecer muy atractivo. Manejaba muchas lenguas y recorría Italia y buena parte de Europa con un zoológico y un harén a cuestas. Pensé que este personaje debió ser alguien excepcional. Al seguir documentándome, me ha sorprendido aún más. Cuando se ganó el apodo de Estupor del Mundo -estupor significa asombro en latín-, se lo merecía. Fue un hombre que asombra hoy, luego debió sorprender mucho a sus contemporáneos.
El papel masculino en Imperator está muy ligado al poder, mientras que el femenino lo está a la inteligencia y a los lazos de unión. ¿Es así?Creo que el mundo femenino está mucho más ligado a los afectos que el masculino. En general, la mentalidad masculina es mucho más sensible a los símbolos y, sobre todo, a los rasgos de poder y de estatus, mientras que la mentalidad femenina da más importancia a las vinculaciones afectivas y a los lazos de amistad y de sangre. Es mi experiencia. Cuanto más avanzo en la vida, más claro lo veo. Es cierto que hay excepciones. Hay mujeres que matan por el poder y hombres que desprecian el poder y que son personas entrañables.
¿Lamenta que se hayan perdido los valores de valentía, honor y fidelidad de los que se hacía gala en aquella época?Sí, sin duda. Es una de las cosas que a mí me fascinan de esta época. La participación de Pedro II en la batalla de Muret se debió únicamente a su sentido del honor. Era rey de unos feudatarios que estaban siendo aniquilados por su vecino, el rey de Francia, y por el Papa. Siendo él católico y teniendo un reino enorme que gobernar, se fue a defender a sus súbditos occitanos por su sentido del honor porque le habían jurado fidelidad y él a ellos protección, a pesar de ser católico y ellos herejes. A mí eso me parece maravilloso. Creo que lo que nos ha contado la historia de esa batalla habla de un altísimo sentido del honor y de la dignidad. Eso hoy se ha perdido. Hoy no hay honor en ninguna guerra ni en ninguna batalla. Tampoco en los poderosos, poquísimo. El honor es un concepto que no es tangible ni mesurable. No se cuantifica, y eso es una pena dado que hoy lo que no es cuantificable no tiene valor. Hay cosas de esa oscura o presunta oscura Edad Media que yo echo de menos.
En su novela, la palabra “hereje” está muy presente. Se han perdido muchas cosas, pero quizá ese término sigue despertando los mismos temores que entonces... Creo que el concepto de “hereje” despierta ecos legendarios. La gente no tiene muy claro en qué consiste la herejía, sobre todo porque ha habido autores que han novelado tanto y tergiversado tanto que han convertido las herejías en cosas distintas a las que fueron. Stephen Hawking ha declarado esta semana que Dios no existe de acuerdo con la física moderna. Que haya llegado a esa conclusión me parece muy sorprendente. En la Edad Media lo abrían quemado. Hoy sus palabras navegan por la red de redes con total libertad, algo que, afortunadamente, se puede hacer en nuestro mundo. Es una de las cosas que, paradójicamente, debemos a nuestra herencia judeo-cristiana. Si formáramos parte del mundo islámico, las palabras “hereje” o “apóstata” sí que tendrían un significado aterrador. En el mundo occidental, la libertad de conciencia está totalmente aceptada, lo cual, a mi juicio, es un gran avance.
Dado que es una mujer ligada a la televisión, imagino que valora el éxito de audiencia de series históricas. ¿Es ésta una buena forma de acercar la historia a la gente?Veo poca televisión y si veo algo es el Canal Historia. Pero, en general, sí creo que todo lo que sea acercar al público a su historia es positivo, siempre que sea tratada con rigor. Hay que recordar que en España, la escuela ha abandonado esa responsabilidad. A los niños no les enseñan Historia de España.
No sé si habrá tanta historia como política y análisis en su nueva andadura al frente de “Alto y Claro”, en Telemadrid. ¿Con ganas de empezar?Desde el punto de vista del contenido, va a ser una tertulia plural en la que se va a hablar alto y claro. Va a haber muchas caras nuevas y otras que se van a mantener. Estamos trabajando con un equipo parcialmente renovado para salir el lunes a todo tren. Este es un año con elecciones que, además, deparará noticias importantes como, creo, una nueva tregua de Eta que debe estar a punto de anunciarse y que va a ser una nueva trampa. Estaremos atentos a lo que se produzca con muchas ganas e ilusión.