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Irán: el petróleo como arma

martes 21 de febrero de 2012, 01:45h
La decisión iraní de suspender sus exportaciones de crudo a Francia y Gran Bretaña, así como la amenaza de hacer lo propio con otros seis países europeos, es negativa en todos los sentidos. Para Irán, porque pierde un nicho importante de clientes; para Europa, por la desestabilización que ello entraña. Curiosamente, las importaciones de rudo iraní hechas por Gran Bretaña y Francia no son especialmente relevantes, como sí ocurre con España, Italia o Grecia. Así las cosas, la desestabilización antes mencionada puede adquirir un cariz preocupante si el régimen de Ahmadineyad se empeña en seguir adelante con su beligerancia hacia Occidente.

Y eso que en cifras de negocio, son otros los países de los que más depende Irán. China, India y Japón adquieren casi la mitad de la producción de crudo iraní. Sin embargo, este nuevo envite refleja bien a las claras que Teherán ha acusado las sanciones impuestas por la Unión Europea, no sólo -que también- por el mero componente económico. Fuera de rumores más o menos fundados sobre una agresión israelí, es muy poco probable que nadie ataque a Irán. De ahí que no esté en absoluto justificado su belicismo. Belicismo que tiene como colofón una política nuclear con fines militares, con todo lo que ello implica, y maniobras en el Mediterráneo y en el estrecho de Ormuz –una amenaza para el abastecimiento mundial de petróleo mucho más seria que los recortes introducidos en estos días. A Occidente le interesa mantener relaciones diplomáticas y comerciales con Irán, no tener que imponer sanciones por actos totalmente inaceptables. Ahmadineyad debería entender que con su forma de proceder perjudica los intereses occidentales pero, sobre todo, los de su propio pueblo.
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