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JORNADA 15: BARCELONA 2 DEPORTIVO 2

El Deportivo corta la digestión al Barça y aprieta la Liga | 2-2

sábado 12 de diciembre de 2015, 17:52h
No consiguió el Barça eludir la fuga motivacional ante el viaje a Japón venidero. Sin imponer su estilo de forma rutilante alcanzó un 2-0 sustentado en argumentos familiares que encontraron discusión en al valentía coruñesa. La fe en la propia filosofía, la afinación en el remate y el descenso de intensidad local confluyeron para que el Deportivo remontara el 2-0 en el segundo acto, comprometiendo el liderato y la regularidad catalanas.


La Liga abordaba su penúltima visita al Camp Nou antes de concluir el año y de la apnea competitiva que enviará al coloso catalán a territorio nipón, para alzar su quinto entorchado de la obra encabezada por Luis Enrique. El hacinamiento de fechas por mor de los balances financieros de propios y extraños, y con la Eurocopa francesa como telón de fondo, convocó el resbaladizo duelo de este sábado, que encontró en el irreverente Deportivo de la Coruña, sexto clasificado y con una sola derrota a domicilio a estas alturas, el púgil adecuado para calibrar la motivación del líder del campeonato doméstico. El descontextualizado pinchazo en Mestalla y el infortunio que transforma a Neymar en duda razonable de cara al masaje japonés, susurran el matiz a una inercia que resultaba imponente hasta el pareado de tablas con último capítulo alemán. Necesitaba el Barcelona despedirse de su tribuna con tres puntos. La exquisitez en el cumplimiento del objetivo se antojaba, en esta testitura, más secundaria que en el pretérito trance del Bernabéu.

El entrenador asturiano, por ende, no albergó hueco para las rotaciones. Había que ganar para no alimentar el vuelo de los perseguidores, y tan sólo Sandro entraba en la alineación de gala, en detrimento del excelso 11 lesionado. Consistía el guión, pues, en la reproducción de los automatismos con y sin balón que han propulsado el rendimiento culé en este tramo de ejercicio. Busquets figuraba abrigado por el talento y brega de Rakitic e Iniesta y la movilidad e inteligencia de Messi -todavía mermado- y Suárez culminarían el desequilibrio. Alba y Alves ocuparían las atribuciones de avance y cuidado de la espalda ante carrileros puntiagudos. Sergi Roberto y Mathieu, recién recuperados, esperarían opción desde el banquillo. Balón, verticalidad, activación tras pérdida y vigilancia ajustada no cedían vigencia en el camino a recorrer en pos del afianzamiento de la preponderancia liguera.

Víctor Sánchez del Amo, por su parte, apartó complejos de la atmósfera y negó relevancia a la abrupta distancia presupuestaria. Ideó un esquema de regusto por la transición efervescente, con el iluminado Lucas Pérez destinado a buscar las cosquillas a Piqué y Mascherano junto a Jonathan. Por los extremos emergía el desborde de Luisinho y Juanfran. La red de ayudas necesaria en la ambiciosa medular señalaba a Bergantiños como ancla, con Fajr en el papel protagonista creativo. Laure y Fernando Navarro guardarían la ropa en los costados para lograr la cohesión en el cierre con Sidnei y Arribas en el centro del desangelado muro. Quería demostrar al Barça el cariz de la amenaza el conjunto gallego, con el fin de desestabilizar el presumible mando monopolístico local. La valiente directriz parecería estar cimentada en suelo demasiado pulido, atendiendo a las sensibles bajas de elementos equilibradores como Borges y Mosquera.

Respondió el enfrentamiento al libreto de ambos técnicos con rigurosa precocidad. El Barcelona trató de imponer, como viene siendo costumbre sin importar el pedigree del contendiente, su estilo a la lógica de la trama. Lucidez combinativa, avance coral con constantes desmarques de segunda línea, apoyados en la superioridad numérica de la medular. Y conseguiría apoderarse del primer suspiro y abrir fuego. Messi recibió en la derecha, detectó el desmarque de Sandro en el segundo poste y el canario cedió, con delicadeza en la testa, para el chut de Suárez que lamió el poste en el minuto 5. Sin embargo, al tiempo que las piezas del ajedrez se aposentaban en sus papeles, el Deportivo recalcó su rebeldía posicional. Víctor había negado la dependencia del encierro por acumulación de piezas en el repliegue y colocó a sus puntas fijos en la zona de incomodidad de Piqué y Mascherano. Si Busquets alzaba la presión global a través de ascenso de metros, los visitantes explotarían los espacios a su espalda. La compañía por ambas bandas en las transiciones pretendidas autografiaron la valiente pretensión. El Barça dispondría de media cancha gallega para dominar y amenazar, con comodidad, desde media distancia y el Depor haría lo propio tras robo.

Avanzó el duelo y creció la percepción. La creación de opciones de remate catalanas no alcanzaba la superación de la ausencia del magnetismo de Neymar, y la relación de llegadas en la pronosticada salida fulgurante quedó anestesiada. Tan sólo una falta frontal desde media distancia ejecutada por el 10 probó a Lux antes del 15. No fluía la superioridad del Barça como en capítulos pretéritos y sí cultivaba su oposición el Deportivo, que rozó el mordisco en el 14 de partido. La combinación precisa y vertical deshizo la primera presión local, Lucas desbordó y conectó su visión al espacio con el remate de Jonathan que Bravo tapó, in extremis.

Atravesó el envite el minuto 20 con el pelaje de tú a tú contrastado. Se manejaba el Depor con tranquilidad en la circulación e intenso en su repliegue. Había mostrado su potencialidad venenosa y amortiguó el ardoroso arranque catalán al hacerse largo, siempre dispuesto a dispararse tras robo, y contener la exuberancia ofensiva de un Barça que no conseguía imponerse en superioridades por banda ni entre líneas, con Iniesta y Rakitic instracendentes. Sólo La Pulga, apostada en la derecha, generaba envíos indigestos. La asociación adolecía de ritmo. Busquets había gobernado la presión en el primer cuarto de hora pero el intervalo inicial dejó paso a un periodo de centrocampismo de posesiones horizontales barcelonesas.




Pasado el 25 de juego viró Messi hacia el centro, para asociarse con Suárez e Iniesta en busca de oquedades y el cambio de ritmo asociativo. La perenne posición adelantada y amenazante de desmarques de ruptura de Alba y Alves empezaba a complicar el cierre gallego. Tendía al encierro el sistema de Víctor, que sollozaba ante la imposibilidad de amalgamar recuperaciones con celeridad, y el paisaje vislumbraba el regreso a la paleta prevista. La pelota era, entonces, azulgrana, ante la fluidez interior que lograba abrir pasillos a los llegadores del centro del campo catalán. Suárez y Messi probaron a Lux a través de lanzamientos tímidos que susurraban el escenario desfavorable para un Depor que yacía amordazado, víctima de la concentración en la vigilancia efectuada por la retaguardia local sobre las flechas ofensivas oponentes.

Sin regularidad en el respiro con balón y cortocircuitada su supervivencia mordaz al espacio, la media hora confirmó el atino del movimiento de Lucho. Messi y Suárez, el primero con un disparo desde la frontal, en espacio limitado, y el segundo de testarazo a centro de Alves, inquietaron con seriedad a un Lux eficiente. El carioca repetiría suerte a continuación, en el 34 de juego, desde media distancia. Habría de saber sufrir el Deportivo en este periodo de acelerón culé. Y supo alcanzar el umbral de dolor adecuado. El partido exigía personalidad a su atrevida apuesta y la lustrosa consistencia que ha alejado los fantasmas del descenso del bloque coruñés tomó forma antes del epílogo del primer acto. Templó Fajr y compañía el dominio del tempo -que tornó, de nuevo, pausado- rival, encadenando manejos prolongados del cuero que inyectaron oxígeno al esfuerzo de achique. Además, basculaba con frondosidad el cierre gallego, siempre inferior en número.

Cómo manejar lo imponderable y construir situaciones que limiten su influencia en el partido constituyó, a buen seguro, una de las variables nucleares del laboratorio de Riazor en la preparación del partido. Lo había logrado a pelota corrida, pero si hay una suerte que escapa al control del banquillo es la pizarra. Una falta de Luisinho sobre Suárez en una transición peligrosa gestó el soberbió envío que Messi realizó de la penalización, desde 25 metros, al besar el ángulo izquierdo de Lux. El meta argentino exhibió futilidad en su estirada en la falta de seda del minuto 38. Encontró, al fin, la calidad el resquicio a balón parado para desequilibrar lo negado en juego. Cuando atisbaba la orilla un Deportivo más eficaz y compuesto, la clase del mejor futbolista que haya pisado el balompié nacional refrescaba una distancia técnica que no había logrado coherencia a balón rodado. Por eso Víctor, firme desde la banda, aconsejó a los suyos mantener el tipo de apuesta. Buscaba profundizar en la confianza de la hoja de ruta ya que, al fin y al cabo, la relativización de la obligación en la acumulación de obreros al enfrentar una empresa como la de este sábado había entregado réditos en forma de dudas en la elaboración y repliegue barcelonesas.

No cupo antes del descanso acelerones flagrantes, ni en la reacción visitante ni el olisqueo de sangre local. Los chuts fuera de arco desde el balcón del área de Iniesta y Suárez tendieron el telón de un primer tiempo sorprendente, condicionado por el presunto sujeto pasivo. La merma motivacional culé no pasó factura por la seriedad sin pelota, mantra que no entiende de circunstancias y que ha encumbrado el proyecto de Luis Enrique hasta convertirse en el único sucesor legitimado de la era post-Guardiola. La pegada y eficacia en el último cuarto de cancha frenó la ganancia práctica de un Deportivo de la Coruña que no asumió su inferioridad sino que anheló revirar el pentagrama para sobrevivir. El 70% de posesión blaugrana y la incontestable preeminencia en los remates generados remarcaba éste último punto de desconexión entre los guarismos y las sensaciones.

Luisinho, cargado por una cartulina amarilla, dejó su lugar por Juan Domínguez, en un movimiento destinado a afianzar lo psicológico, lo técnico y lo muscular. Y subió líneas e intensidad el Depor. Tres tiros a puerta en los primeros cinco minutos firmaron la percepción, con Fajr como maestro de ceremonias. Probó los guantes de Bravo en primera persona, centró con categoría al remate de Jonathan desde el segundo poste y Lucas completó el tríptico tan contestatario como infructuoso. Iniesta, acto y seguido, respondió con una volea desviada desde el pico del área. Parecía abierto el panorama al paroxismo ofensivo, con Luis Suárez dibujando poesía en el baile con sus marcadores. Eligió Víctor, en el redoble del riesgo asumido, otorgar hectáreas a las subidas de Dani Alves, y le salió bien la directriz mientras que sólo la depauperada precisión en el último cuarto de cancha no traducía el presente dubitativo del cierre catalán en la recompensa tangible a la valentía táctica visitante. El polémico gol anulado por fuera de juego a Suárez tras el desmarque de Alba a la espalda del lado protegido por la zaga visitante culminó los primeros 10 minutos de la reanudación.


Quemó impases el duelo con una inercia, de nuevo cambiante, tendente al monopolio de la posesión catalana y la cesión de territorio visitante. Messi remató lamiendo el poste desde el pico del área, tras una asociación abrasiva, en el 60 de partido. Luis Alberto entró por Jonathan -desacertado en el toque definitivo- en un intento de respuesta por la vía del engrose de la presencia en la medular y el refuerzo de la amenaza en transición, pero la calidad, con más espacios, recuperó vigencia con rotundidad. Rakitic golpeó desde la frontal a la cepa del poste en un lanzamiento incontestable. Otorgó el Depor la media distancia desde el inicio y el croata inauguró la cosecha en el segundo acto -minuto 61- a través de su rango familiar de lanzamiento. El tanto, de apariencia decisiva, implementó una escena de sentencia y tranquilidad, con Messi, Ivan e Iniesta distribuyendo control y alegría asociativa.

Así leyó Luis Enrique lo restante de duelo, que discurriría por los cauces del cierre competitivo a través del integrismo en el manejo del esférico, según su hoja de ruta. Y efectuó las sustituciones coherentes con la necesidad de descanso antes de viajar a Tokio. Sandro dejó su lugar a Munir, Sergi Roberto sentó a Rakitic y Mathieu hizo lo propio con Jordi Alba. Ambos equipos mantuvieron el pentagrama, si bien la pelota era catalana y el cansancio nublaba la necesaria precisión gallega para lanzar contragolpes. En base a esta situación, Víctor dio entrada al canterano Cardoso por Juanfran. El extremo, otrora carrilero, no había llegado a línea de fondo nunca, empeñado en el trabajo gris sin pelota, y la perla venía a modificar la intención. Y lo materializó con precocidad. Remató fuera de la diana en el 70, en una llegada en vuelo premonitoria de lo venidero. Respondió Suárez –sin acierto en el último toque- en el contragolpe consiguiente, a las manos de Lux.

El compromiso con su idea de juego llevó al Deportivo a una huida hacia adelante, en su línea argumental, que revolucionaría la batalla y, en consecuencia, la Liga. El gol anulado a Lucas Pérez ejerció como preludio del 2-1. Mathieu, fría escenificación de las rotaciones postreras, patrocinó el fuera de juego abortado al desmarque de Lucas, que recogió el merecimiento cultivado con mimo y ambición en el 76, de chut cruzado en el centro del área. Sumaba su undécimo tanto en el campeonato español el símbolo del inesperado rendimiento colectivo coruñés. Y no pararía de crecer en este desenlace volcánico.

El marcador ajustado tiñó de incertidumbre la trama ante la horizontalidad templada del Barça y la mayor intensidad de un Depor que arriesgó todo, alzando a cada peón de la medular en pos del empate, en un esfuerzo terrible de ida y vuelta que abrió espacios para la sentencia catalana. Munir no hizo el tercero al rematar en semifallo el defectuoso despeje de Lux al chut de Alves y Cardoso, energético y desbordante, respondió con un lanzamiento fuera en un claro cuatro para tres, con superioridad gallega. Se cruzaba el minuto 80 con indicios de ruptura interlineal local, que cada vez se descubría más frágil en las coberturas tras pérdida. No llegaba a tiempo la red de ayudas y la explosión a la contra visitante cobraba visibilidad continuada.

Fajr chutó arriba tras una pérdida de Busquets, episodio paradigmático de la recta final. Los motores del centro del campo gallego imponían físico frente a un Barcelona sin vuelta, ciertamente partido y denso de cara a la portería rival. Buscó el respingo de actitud el sistema de Luis Enrique, pero no arribaría a tiempo para revertir la asimetría de vatios. Bergantiños, volante tapón que bregó amarrado durante todo el partido para taponar líneas de pase, se descolgó para ocupar el segundo palo en la transición con culminación ansiada desde el banquillo visitante. El mediocentro cruzó el cambio de dirección de Lucas ajustando el chut al poste. Remontó en un ejercicio de confianza simpar el Deportivo, que alcanzaba el regusto de la recompensa en el minuto 85.

Se decretó la épica en un final agónico, con Piqué sumado a las acometidas a la desesperada de la asociación barcelonesa. Iniesta, Messi y Suárez aceleraron el ritmo de las combinaciones pero sería Cardoso, que respondió a la alternativa otorgada con clarividencia, el único en chutar hasta el pitido final. Se dejaba dos puntos de oro el Barcelona, que abordará el paréntesis asiático después de sufrir la erosión que confirma el parón en la excelencia. Atlético y Real Madrid disponen de la oportunidad de adelantar al bloque de Luis Enrique, después del escorzo experimentado en las últimas citas. La fortuna ha querido efectuar un guiño al Deportivo, que ya empató en la ciudad condal para salvar la categoría en el pasado mayo. Golpe de autoridad solvente de una institución que sigue sin relamerse pese a constituir la revelación del curso. “Nuestro objetivo es la salvación”, es el mensaje después de asaltar el domicilio del gigante en una performance de fe legendaria. Lucho, que evitó el agujero motivacional de inicio, envió los mensajes equivocados con sus sustituciones, y no consiguió zurcir sobre la marcha la ruptura de líneas que terminó por metamorfosear el regular dominio del fútbol internacional en la desconcertante irregular actual. Al inicio de curso la peor lesión imaginable señalaba a Messi. A estas alturas, ha quedado comprobado el elemento diferencial del tridente.




Ficha técnica:
Barcelona: Bravo; Dani Alves, Piqué, Mascherano, Jordi Alba (Mathieu, min.76), Sergio Busquets, Rakitic (Sergi Roberto, min.72), Iniesta, Messi, Luis Suárez y Sandro (Munir, min.68).
Deportivo: Lux; Laure, Arribas, Sidnei, Navarro, Bergantiños, Fajr, Luisinho (Juan Domínguez, min.46), Juanfran (Cardoso, min.70), Jonathan (Luis Alberto, min.58) y Lucas Pérez.
Goles: 1-0: Messi, min.38. 2-0: Rakitic, min.62. 2-1: Lucas Pérez, min.77. 2-2: Bergantiños, min.85.
Árbitro: Sánchez Martínez. Amonestó a Luisinho (min.41) y Laure (min.72).
Incidencias: 67.194 espectadores asistieron al partido correspondiente a la decimoquinta jornada de Liga, disputado en el Camp Nou.

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