Al Qaeda muestra sus cartas en Irak

El brutal atentado que el pasado fin de semana costó la vida a 155 personas en Bagdad es uno de los más sanguinarios de cuantos ha sufrido el país. Se da el caso de que 30 de los fallecidos eran niños de una guardería cercana, frente a la cual los terroristas suicidas hicieron explotar su carga mortal. En esta ocasión no puede hablarse de injerencia extranjera ni nada parecido, sino de terrorismo fundamentalista en toda regla. Como no podía ser de otra manera, Al Qaeda ha reivindicado la salvajada, sin molestarse siquiera en justificar que una treintena de niños hayan tenido que morir simplemente porque su guardería estaba cerca del lugar del atentado.

La lista de fallecidos es groseramente extensa, y lo peor es que probablemente se siga incrementando su número. No son pocos los musulmanes que en voz baja son capaces de encontrar justificación para alguna de las acciones de Al Qaeda. Quizá con actos como el de Bagdad el pasado fin de semana les entre en la cabeza de una vez por todas el hecho irrefutable que lo que hacen los seguidores de Osama Bin Laden no dignifica al Islam, sino que le perjudica notablemente. A los terroristas les trae sin cuidado la población civil, e incluso ciudades santas para el Islam como Nayaf o Kerbala, donde también se han producido masacres semejantes. Ayudaría mucho si las principales autoridades religiosas islámicas, chiítas y sunitas, se pronunciasen abiertamente contra lo que es sin duda una corrupción aberrante y sangrienta de la doctrina musulmana. Y tampoco estaría de más que nebulosas como la Alianza de Civilizaciones alzasen la voz para criticar algo que se hace en nombre del Islam, aunque no represente a la mayor parte de los musulmanes. Precisamente en sus manos está el repudiarlos públicamente, para así dejar patente el rechazo a algo que los contamina. En el momento que lo hagan la batalla contra el terrorismo habrá empezado a ganarse.