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Felicidades, Majestad

miércoles 06 de junio de 2012, 20:28h
Londres se ha echado estos días a la calle para celebrar vuestros 60 años en el trono. Era impresionante ver la procesión de 1.000 embarcaciones -algunas de las cuales incluso habían participado en el “bendito milagro de Dunkerke”, durante la Segunda Guerra Mundial-, o el concierto que congregó a medio millón de personas frente a Buckingham Palace. Sir Paul McCantrey con una guitarra decorada con la Union Jack o Robbie Williams rodeado de beefeaters fueron, entre otros, los que se subieron al escenario para conmemorar el jubileo de vuestra Majestad. Y qué bien salió todo.

Felicidades, Majestad. Seis décadas de reinado no está al alcance de cualquiera. Por eso, entre otras cosas, vuestro pueblo os profesa ese cariño. Un cariño que comenzó a fraguarse durante la Segunda Guerra Mundial, en la que vuestra augusta madre se negó a irse a Canadá y optó por quedarse en suelo inglés, a merced de los bombardeos alemanes: “las niñas no se irán sin mí. Yo no voy a dejar al rey. Y el rey nunca se irá”. Majestad, son ese tipo de cosas las que más valora un pueblo. Al igual que vuestra primera alocución pública con apenas 14 años, en un programa infantil de la BBC, con aquella célebre frase: “estamos tratando de hacer todo lo posible para ayudar a nuestros valientes marineros, soldados y pilotos, y también estamos tratando de llevar nuestra propia parte del peligro y la tristeza de la guerra”.

He de decir que en mi país no tenéis un cartel especialmente amable. La historia pesa, Majestad, y ahí está Gibraltar para atestiguarlo. Además, España ha sido siempre un pelín envidiosa. Tendemos a demonizar a todo aquel que vive mejor que nosotros y vos, Majestad, vivís como una reina; nunca mejor dicho. De todos modos, bien harían muchos de mis paisanos en contemplar vuestra ejecutoria con algo más de perspectiva y menos iracundia aunque, tratándose de españoles, se me antoja complicado. Comparan, sin duda, eso es inevitable. Y es ahí donde a más de uno le duele.

Se habla alegremente de los divorcios de vuestros hijos, de las juergas de vuestros nietos y de la escasa trascendencia de vuestro esposo. El, al menos, habla inglés perfectamente, sin acento griego alguno -pese a su ascendencia-. Su tío Lord Mountbatten fue un gran marino, y desempeñó un notable papel en la Royal Navy durante la Segunda Guerra Mundial. Murió en un atentado terrorista del IRA, que no por el disparo accidental de ninguna pistola. No habéis tenido mucha suerte con la familia política, aunque podía ser peor: ex yernos imputados o yendo en patinete con pantalones verdes por Oxford Street y frecuentando desfiles de moda como principal ocupación. Creedme si os digo que en otras partes están peor.

Estáis siempre en vuestro sitio. Como para no estarlo. De acuerdo, tenéis un trato fiscal ciertamente envidiable, y estáis lo que se dice “forrada”. Pero también generáis mucho a vuestro pueblo, tanto en cash como en sentimiento. Sólo así se comprende el alto nivel de aprobación con que cuenta vuestra monarquía. El proud to be british debería de añadirse al Dieu et mon droit del escudo de armas. No se os conocen viajecitos secretos a “esquiar” fuera de las islas, ni matanzas de plantígrados ebrios ni de paquidermos indefensos en países de la Commonwealth. Tendréis vuestras cosillas, como todo el mundo, aunque si cada uno de nosotros preguntamos a los británicos de nuestro entorno, os aseguro que dirán más cosas buenas que malas. Y eso, en los tiempos que corren, es una bicoca. Por todo ello, felicidades, Majestad.

Antonio Hualde

Abogado

ANTONIO HUALDE es abogado e investigador de la Fundación Ortega y Gasset

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