RESEÑA
Victor Lodato: Un mundo para Mathilda
domingo 21 de octubre de 2012, 13:25h
Victor Lodato: Un mundo para Mathilda. Traducción de Carme Camps. Duomo. Barcelona, 2012. 320 páginas. 19,50 €
Un mundo para Mathilda es el título español de Mathilda Savitch, la primera novela de Victor Lodato, autor conocido hasta el momento por sus obras de teatro y sus apariciones en las revistas literarias más importantes de Norteamérica, como New Yorker o North American Review. El New York Times utilizó en su crítica a Mathilda Savitch un término semejante a salingernesca para describir la personalidad y el humor de su joven protagonista. Críticas posteriores han considerado el hallazgo de lo más afortunado y así, Mathilda parece haberse convertido, a ojos de la crítica, en una nueva Holden Caufield, protagonista de la famosa novela de Salinger El guardián entre el centeno. Una comparación que, personalmente, no acabo de ver razonable.
La historia de Mathilda es la historia de una chica adolescente en los EEUU. Mathilda, nos dice al principio del libro, ha empezado a ser mala y en sus planes entra ser mucho peor. Mathilda está en una edad difícil y ha llegado en condiciones difíciles. Mathilda está en esa edad en la que todo el espacio que ocupaba la inocencia empiezan a ser ocupado por otras cosas: por la pasión, por la rebeldía, por el desengaño, por el amor, por el sexo… La adolescencia es ese momento de la vida humana en el que los adultos se van formando a partir de todo ese material que va invadiendo el lugar de la inocencia, que va deformando, a medida que se acomoda, ese espacio en el que habitaba la niñez. Es un proceso delicado. La ficción ha sido universalmente consciente de ello y por eso la adolescencia es uno de los temas más tratados tanto en el cine como en la literatura, sobre todo a partir del incremento de la conciencia de individualidad. Socialmente, sin embargo, es una cuenta pendiente. No sabemos tratar la adolescencia. En cierto sentido, la hemos anulado a base de subrayarla. La hemos inflacionado hasta despojarla de valor y la consecuencia es que nuestra sociedad resulta muy poco operativa a la hora de tratar ese momento crucial.
Las fronteras de la vida adulta se han difuminado tanto que la adolescencia parece haberse convertido en algo así como un estado perpetuo. Pero esa perpetuación de la adolescencia es falaz, porque la verdadera adolescencia sigue ahí: es un proceso físico y mental al que le hemos arrebatado su lugar específico. La adolescencia es ese momento en el que, como bien sabe Mathilda, por primera vez tomamos conciencia de que el mundo es irreversible, de que nada tiene vuelta atrás.
A Mathilda le ha tocado llegar a ese momento de la vida en las peores circunstancias. Su hermana ha muerto un año atrás. Su país acaba de ser atacado por terroristas. El mundo se ha vuelto irreversible de repente y Mathilda está sola. Sus padres han quedado anulados por el dolor. Mathilda se defiende. Mathilda, nos dice en la primera página, que quiere ser mala. Quiere agredir al mundo, poner un palo entre las ruedas de la vida que se desboca. Quiere que la vida se estrelle para que se detenga. La historia de Mathilda es la historia de una niña que siente nostalgia por su paraíso perdido, y que desbasta la coraza del presente para intentar rozar el oro oculto del pasado. Por eso se hace amiga de Anna, que es tan guapa como lo era su hermana. Por eso se aferra con fuerza a la vida de su viejo perro, que es el último cabo que le queda con una infancia que no volverá.
Es precipitado comparar a Mathilda con Holden. Holden es un rebelde que se orienta hacia el futuro. Su revolución tiene que ver con el contacto con un mundo adulto que le desagrada. Mathilda es todo lo contrario. Es una niña que se rebela contra la infancia que se le ha arrebatado. La traducción del título que propone Duomo: Un mundo para Mathilda, me parece afortunada. Mathilda quiere su mundo.
Por Miguel Carreira