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El rescate no es ya inminente, pero las reformas si son necesarias

jueves 01 de noviembre de 2012, 17:04h
Este verano la prima de riesgo llegó a superar los 600 puntos básicos. Entonces se hablaba de la inminencia de un rescate por parte de la troika. Luego las aguas bajaron, pero el gobierno, tímido en las reformas y en los recortes, pese a las amargas quejas de la oposición y de una parte de la sociedad española, daba la impresión de no controlar la situación. El déficit continuaba dando bocados al crédito del Tesoro. El desempleo avanzaba inexorable. La producción se hundía trimestre a trimestre. La reestructuración bancaria avanza con la parsimonia de un paquidermo. Sólo la mejora del sector exterior parecía ofrecer una esperanza.

Pero en el tercer trimestre del año se han conocido datos que permiten al Gobierno tener cierta esperanza. La producción cae menos. La recuperación del sector exterior es ya una realidad. El empleo privado se mantiene en los últimos seis meses. E incluso el déficit público empieza a controlarse por parte del Estado.

Todavía quedan muchos frentes abiertos por tomar y reparar, de tal suerte que cualquier debilidad pudiera precipitar una situación tan mala o peor que la del verano. Por ejemplo, así, como el Estado está empezando a tomarle las riendas al desfase entre ingresos y gastos, no está claro que haya hecho lo mismo con el despilfarro autonómico. Y la reestructuración del sistema financiero, aún con el anuncio del llamado banco malo, se mueve todavía en un entorno demasiado lento y de gran incertidumbre.

Aún así, y a la espera de que estas primeras impresiones se confirmen en los próximos meses, es aparente que las reformas del Gobierno están empezando a dar frutos. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ya ha adelantado que este año no se solicitará el rescate. Con la financiación cubierta para todo el ejercicio, realmente, no es necesario. Pero, si bien el rescato no será necesario, si son necesarias las reformas y recortes que exigirían los prestamistas, si no las mismas, desde luego en igual cuantía. Por tanto, seguimos estando en un momento crítico. Y sólo nos aprovecharemos de él si el Ejecutivo se zafa de su pereza reformista y, animado por estos primeros resultados, continúa con su labor de mejorar el Estado y la economía. Quizás, entonces, logre alejar definitivamente el fantasma de la intervención.
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