La Fundación BBVA y el IVIE han presentado la
segunda edición de un informe anual sobre la economía española. Este año se presenta bajo el nombre
Crecimiento y competitividad. Motores y frenos de la economía española. El encargado de hacer la presentación ha sido el director de la obra, de varios autores, Francisco Pérez García, quien también es director de Investigación del IVIE.
Este informe es muy adecuado para este momento de España, porque es cuando comienzan a verse
algunas mejoras de nuestra economía, aunque las grandes macromagnitudes del empleo y la producción siguen dándonos malas noticias. Porque ese es uno de los mensajes importantes de la publicación.
El informe, por ejemplo, destaca que “e
l saldo comercial ya es positivo en 2012” y que “el avance del endeudamiento exterior ya se ha frenado”. De hecho, se sitúa en el primer trimestre de 2012 en el 161,0 por ciento del PIB, mientras que en 2009 llegó a suponer el 167,7 por ciento.
Por otro lado, y por citar otro de los desequilibrios que se han corregido últimamente, los costes unitarios llegaron a crecer por encima del 4 por ciento en 2008, y desde 2010 caen consistentemente a un ritmo que ronda el 2 por ciento anual, lo que mejora nuestra competitividad. En este sentido, Francisco Pérez ha declarado durante la presentación que
“es importante identificar los avances que ha realizado la economía española para no caer en el desfallecimiento” y no paralizar las reformas. El proceso de devaluación interna, señala, “es lento y difícil y se topa con resistencias, costes e intereses” que sufren en esta transformación de nuestra economía.
Pero el gran mensaje del informe es el ajuste de la estructura de nuestra economía. El famoso “cambio de modelo productivo” del que de ha hablado con un conjunto de vaguedades, está teniendo lugar, y está adquiriendo una forma cuyas líneas comienzan a precisarse. Es razonable que una economía como la nuestra no intente competir con productos de bajo valor añadido. Es más, de la mano de la construcción (“cuyo peso se ha reducido casi a la mitad”, dice el informe) pero también de otros sectores, el empleo se ha destruido entre los trabajadores menos cualificados.
En el período comprendido entre 2007 y lo que llevamos de 2012,
se han destruido 1.371.000 empleos entre quienes no tienen estudios, o han superado sólo los estudios primarios. Se han perdido otros 1.121.000 ocupados entre los que han completado los estudios universitarios, y 639.000 entre los que han cursado estudios postobligatorios. Quienes han pasado por la Formación Profesional y están trabajando son 72.000 menos que al inicio de 2007, mientras que el número de ocupados entre los universitarios ha crecido en 225.000 personas.
El informe señala que “las empresas retienen el capital humano más cualificado”, como “parte de un proceso de intensificación del uso de los recursos basados en el conocimiento por parte del tejido productivo y de la transformación de su especialización”. De hecho, el peso de las ocupaciones altamente cualificadas no ha dejado de crecer, y si en 2000 era el 25 por ciento, en la actualidad es el 32,3 por ciento del total, un avance que ha sido más rápido durante la crisis. No obstante, quedamos aún lejos de los niveles de Alemania, Reino Unido o Francia, “que superan ampliamente el 40 por ciento”. También muestra que las regiones españolas que mejor se están comportando durante la crisis, Comunidad de Madrid, País Vasco, Navarra “y, en menor medida, Cataluña”, son también “las más desarrolladas tecnológicamente y con más capacidad de atraer capital humano”. De ahí la importancia de hacer una verdadera reforma educativa, que al parecer tendrá que esperar a un futuro gobierno.
En este sentido, Francisco López ha dicho que “lo que no podemos hacer es soñar con la industria en la que fuimos competitivos. Sí podemos soñar con aquéllas industrias en las que volveremos a serlo”.