Crónica económica
¿Opta Corea del Norte por el modelo chino?
martes 02 de abril de 2013, 21:26h
Lo que haya al norte del paralelo 38 en la península de Corea es un misterio. Tendemos a imaginárnoslo como un páramo ocupado por una masa de dizqueciudadanos uniformados. Pero no es así.
Un reportaje de la revista The Banker se plantea si Corea del Norte puede convertirse en una economía emergente. A todo el que emerja del uniformismo militarista le cortan la cabeza, de modo que la pregunta parece, en principio, fácil de responder. Pero la realidad es algo más compleja que eso.
El primero de abril, bajo el paraguas del discurso militarista y belicoso, tuvo lugar un importante relevo en el gobierno norcoreano. El nuevo primer ministro es PakPong-ju. Ya ocupó ese cargo de 2003 a 2007, y lideró un cambio aperturista, que terminó fracasando. Fracasó por su éxito, porque empezaban a entrar bienes de consumo extranjeros, incluso de la vecina Corea del Sur, y porque los norcoreanos empezaban a alimentarse por sus propios medios, sin tener que recurrir a la cartilla de racionamiento. Es decir, sin que su vida tenga que depender de la voluntad del Estado.
León Trotsky dijo que se había dicho (lo dijo San Pablo, pero Trotsky no lo citó) aquello de que quien no trabaje no comerá. El revolucionario ruso lo apostilló, añadiendo: “En una sociedad socialista, el que no obedezca, no comerá”. Ese poder, ese inmenso poder de decidir sobre la vida de otro, se estaba perdiendo en la Corea del Norte.
Ese miedo acabó con la tímida liberalización económica de Corea del Norte. Ahora se da una situación distinta. Porque el hombre de confianza de PakPong-ju, el que le ha colocado como primer ministro del régimen, es el mismo que tiene en sus manos el mando del Ejército, tras haber impuesto una profunda purga en el mismo. Se trata de JangSong-thaek, quien es tío del presidente del país, Kim Jong-un. Ahora el Ejército no cercenará, previsiblemente, las reformas económicas. Por lo que parece que en esta ocasión, Corea del Norte sí está decidida a sumarse al modelo chino de control político comunista, y desarrollo económico pseudo capitalista.
Sería el último país en rechazar de plano el capitalismo. Ni siquiera Cuba lo hace. Ni Camboya, por saltar a un vecino de Corea del Norte. Tampoco Laos y, no digamos, Vietnam.
Las élites norcoreanas, en la medida en que quepa hablar de algo así, no quieren quedarse en apretar con la mano un terruño de tierra yerma, y quieren prosperar, aunque sea a costa de aceptar el riesgo de que su pueblo también lo haga.