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¿Están en riesgo nuestros depósitos?

miércoles 03 de abril de 2013, 00:13h
El euro ve cómo cuando parece atarse un cabo, se desata otro que pone en riesgo todo el conjunto. El último en desatarse ha sido el de Chipre. Su crisis proviene de que sus bancos, demasiado grandes para la economía del país, y poco profesionales, habían invertido masivamente en la deuda pública de Grecia. La debacle económica helena ha causado cuantiosas pérdidas en los bancos, y la Comisión Europea ha resuelto que los grandes depositantes chipriotas hagan frente a una parte de las pérdidas. Se abre así una espita que se teme pueda abrirse también en los bancos de otros países europeos. ¿Están en riesgo nuestros depósitos después de la crisis en Chipre?

La respuesta más breve y certera a la vez es que no lo están. No obstante, el asunto no es tan sencillo. Primero hay que ver porqué es así. El sistema bancario se basa en una especie de fraude taimado, o consensuado. Los depositantes cuentan con que tienen acceso a la vista al dinero que refleja su saldo con el banco. Pero ese dinero, en su casi totalidad, no está ahí, sino que el banco lo ha prestado. Todos, bancos y clientes, cuentan con que aunque los fondos líquidos sean proporcionalmente pequeños, su cantidad será suficiente como para hacer frente a las necesidades de liquidez del sistema. Los depositantes, por un lado, cuentan con ese dinero. Por otro, saben que son, en realidad, acreedores del banco, pues incluso cobran un interés por sus depósitos, en lugar de pagar una comisión por la guardia y custodia de su dinero. Un contrato a medio camino entre el depósito y el préstamo, que da lugar a una realidad económica también a medio camino entre los dos.

El problema es que los préstamos no son seguros. Nunca lo son. Y las pérdidas de los bancos tienen que ser soportadas por alguien. Por descontado, por parte de los accionistas. Y, cuando su responsabilidad no alcanza las pérdidas, por los acreedores. Los depositantes, ya lo hemos visto, son en realidad acreedores. Es cierto que deberían tener una protección especial, pero también lo es que tampoco se les puede excluir de la asunción de pérdidas. Y que, injusto como es, en cierta medida, que acaben perdiendo su dinero, lo es más aún que enjuguen las pérdidas los contribuyentes.

El nuevo presidente del eurogrupo, antes de que estallase la crisis en Chipre, ya declaró que lo justo es que la carga de las pérdidas recayese en los acreedores de cada banco. Nos consta que desde el Banco Central Europeo también se piensa en el mismo sentido. Ahora se quiere aplacar a la opinión pública europea, diciendo que el caso de Chipre es único. Pero lo cierto es que en el futuro los grandes depositantes no tienen su dinero con la misma seguridad que antes, dentro de la Unión Europea.
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