Madeleine McCann, removiendo Roma con Santiago
miércoles 16 de octubre de 2013, 20:25h
Ha vuelto a hablarse esta semana de la extraña desaparición de Madeleine McCann, posiblemente la que más repercusión a nivel mundial haya tenido en estos últimos años. Como todos recordarán, a la niña la dejaron sus padres durmiendo junto a su hermano pequeño en el apartamento alquilado en el Algarve mientras ellos cenaban en un restaurante a 50 metros de la vivienda. Cuando la madre volvió para comprobar que los críos seguían dormidos, se encontró con que la Madeleine ya no estaba. Las pistas que en un principio siguió la policía lusa parecieron apuntar a los padres y, así, el detective que estuvo al frente de la investigación, Gonzalo Amaral, decidió centrarse, casi exclusivamente, en demostrar que Madeleine podría haber muerto como consecuencia de una sobredosis de somníferos que sus propios padres, médicos ambos, le habrían administrado para que a la niña no le diera por despertarse mientras ellos se encontraban fuera. Amaral buscó indicios en el coche alquilado por los MacCann y teorizó con los posibles lugares donde los padres se habrían podido deshacer del cadáver. La declaración de los MacCann – acusados por la inclemente opinión pública de extrema frialdad por no llorar delante de las cámaras – levantó ríos de tinta y durante mucho tiempo se colaron en las conversaciones de bar apuestas sobre si Madeleine había muerto de forma accidental a manos de sus progenitores o si, por el contrario, alguien ajeno a la familia había aprovechado la ausencia de los adultos para entrar en el apartamento de Praia da Luz y llevarse a la niña.
Esta es, por supuesto, la teoría que siempre han defendido los padres, apoyados incondicionalmente por la inmensa mayoría de ciudadanos de su país una vez que lograron abandonar Portugal, donde, poco después Amaral fue destituido apresurándose a dejar por escrito su empecinada conjetura en un libro titulado “La verdad de la mentira”. En todo caso, resulta curioso que fuera de las fronteras de Gran Bretaña muchos sigan apostando por la hipótesis que pone el punto de mira en unos padres a quienes, en todo caso, se acusa de dejar solos a sus hijos para cenar en un restaurante, por muy cercano que el mismo estuviera del lugar donde dormían los niños. A falta de nuevos indicios y con todos los sospechosos – incluidos los padres – en libertad sin cargos, la policía portuguesa dio por concluida en 2008 su investigación, cerrando este mediático caso que, sin embargo, después de una petición directa de la familia al primer ministro británico, David Cameron, ha vuelto a reactivarse por Scotland Yard. De momento, la búsqueda de Madeleine ha dado este martes un paso importante gracias a la distribución de dos retratos robot que corresponderían a un mismo individuo, durante la emisión de un monográfico sobre el posible secuestro de la niña en el famoso programa de la cadena pública BBC “Crimewatch”. En dicho programa, los investigadores británicos explicaron las nuevas vías que se estaban siguiendo para, en definitiva, no quedarse con la versión más morbosa de la trágica desaparición de la niña el 3 de mayo de 2007, así como también la más sencilla.
Con el eficaz método de “remover Roma con Santiago”, que debería ser siempre el único procedimiento válido cuando de buscar a un niño se trata, la policía británica ha llevado a cabo un enorme esfuerzo entrevistando, por ejemplo, a más de 400 personas y accediendo a todas las llamadas telefónicas que se realizaron entre el 28 de abril y el 3 de mayo de 2007 por las personas que se encontraban en el mismo complejo turístico que los McCann, el Ocean Club, algo que la policía portuguesa no había llevado a cabo. Probablemente, ni se lo había planteado porque Amaral ya tenía a sus sospechosos ideales. ¿Para qué ponerse a buscar más? El caso es que, después de analizar los 39.000 documentos nuevos que contenían los datos recogidos este verano, Scotland Yard elaboró una primera lista de 41 sospechosos y, poco después, gracias a los testimonios recabados, por fin se pudo hacer público el retrato robot del hombre a quien se vio aquella noche rondando por el apartamento de los MacCann e, incluso, 45 minutos más tarde, llevando a una niña rubia en brazos.
Por otra parte, dado que algunos testigos han señalado que el hombre podría ser de nacionalidad holandesa o alemana, el inspector jefe de Scotland Yard ha viajado a estos países al mismo tiempo que se hacía pública la imagen del presunto secuestrador, con el objeto de atender in situ a las personas que puedan reconocer a dicho individuo y llevarse, de paso, la recompensa de 23.000 euros que se ofrece por “su cabeza”. El llamamiento realizado por la policía en televisión, emitido asimismo en Alemania y Países Bajos, ya ha empezado a dar frutos: más de 1000 personas se han puesto en contacto con los investigadores a través de teléfono o de e-mail y parece ser que hay varias fuentes que han coincido a la hora de dar un nombre al retrato robot. Desde 2007, cuando desapareció Madeleine, hemos conocido varios casos, en diferentes países, de niñas secuestradas y encerradas durante años en urbanas mazmorras con apariencia de anodinos hogares, que, finalmente, han logrado escapar de la tortura para reencontrarse con sus familias. Por desgracia, seguro que hay más. Puede que no sea el caso de Madeleine, pero lo lógico tiene que ser continuar buscándola. A ella y a cualquier niño de los muchos que desaparecen cada año en todo el mundo. Aunque haya que remover Roma con Santiago.
Escritora
ALICIA HUERTA es escritora, abogado y pintora
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