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PRIMERAS SOSPECHAS DE QUE LOS YIHADISTAS PODRÍAN CONTAR CON ARMAMENTO QUÍMICO

Por qué se ataca ahora al ISIS y por qué no servirá de mucho

Por qué se ataca ahora al ISIS y por qué no servirá de mucho
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Borja M. Herraiz
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borjamotaelimparciales/10/5/10/22
martes 23 de septiembre de 2014, 09:48h
Obama elude la intervención terrestre. Por Borja M. Herraiz
Trece días después de aprobar la operación, por fin Estados Unidos y la coalición internacional, en la que se cuentan media docena de estados árabes, han empezado a bombardear posiciones del Estado Islámico (ISIS) en Siria de manera conjunta, pues Washington ya lleva unos 200 ataques por su cuenta.

Según las primeras informaciones, medio centenar de puestos de control, campamentos y arsenales yihadistas habrían sido alcanzados en lo que es el primer ataque aéreo desde que el ISIS (suníes radicales) hiciera su entrada en escena en el avispero de Oriente Medio a comienzos de año. El motivo de que es esta ofensiva coral se haya producido este martes y no antes responde a varios puntos más allá de la explicación oficial.

En primer lugar, Estados Unidos ha buscado el respaldo de varios estados musulmanes de la región para que su ataque no sea percibido como un nuevo ataque contra la fe islámica, gestiones diplomáticas que no han sido fáciles por las reticencias de estos a 'mancharse' las manos en una campaña militar contra un estado de su misma confesión.

El hecho de que Baréin (mayoría chií), Jordania (suní), Catar (suní), Arabia Saudí (wahabí) y los Emiratos Árabes Unidos (suní) hayan cooperado en el bombardeo ha dotado de cierta legitimidad internacional a una campaña auspiciada y planeada esencialmente desde Washington, con un tibio respaldo operativo de los aliados europeos, que no quiere absorber todo el protagonismo de los ataques.

En segundo lugar, los ataques se han producido en el que es considerado el mayor bastión del ISIS y capital de su califato autoproclamado: Raqqa, ciudad situada en el norte de Siria. Para llevar acabo el bombardeo, Washington y los aliados necesitaban contar con el visto bueno del régimen de Bashar Al-Assad, hasta hace unos meses enemigo número uno de la paz y la estabilidad en Oriente Medio y ahora pieza clave.

El hecho de que Al-Assad haya pasado de ser un objetivo de Estados Unidos, que no le derrocó mediante una intervención militar gracias al veto de Rusia y la pasividad de China en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ha sido un duro varapalo para el aparato exterior estadounidense, pero Obama y sus asesores sabes que no pueden herir al ISIS si no es con el apoyo del Ejército sirio, que lleva meses combatiéndolo ciudad a ciudad en el marco de su guerra civil.

El tercer motivo por el que se este martes se precipitaban los ataques contra el ISIS son los rumores cada vez más fundados de que los yihadistas podrían haberse hecho con un pequeño arsenal de armas químicas que estarían empezando a utilizar contra las fuerzas iraquíes. En concreto, el diputado local Ali al-Bedeyri anunció hace unas horas en rueda de prensa que el ISIS había atacado a 300 militares en la ciudad de Al-Saqlawiya, al norte de Faluya, con cohetes cargados de gas cloro, muy peligroso y que provoca la muerte por asfixia e irritación del aparato respiratorio. Un hecho que no sería aislado, pues ya la semana pasada se denunció que algo similar había pasado en los choques entre yihadistas y fuerzas regulares iraquíes en la región de Salah al-Din.

Una efectividad puesta en duda
Otro polémico aspecto de los ataques aéreos sobre el ISIS es si serán realmente efectivos o no, y cada vez son más los que opinan lo segundo. El ISIS ha logrado hacerse con enormes zonas de Siria e Iraq en tiempo récord por una sencilla razón: ha logrado el apoyo de la población local de mayoría suní, que considera que el Gobierno de Bagdad les ha dado la espalda y sólo trabaja para los chiíes, dotándola de trabajo, hospitales, escuelas y carreteras.

En este contexto, no son pocos los analistas que consideran que los bombardeos no mermarán lo suficiente al ISIS como para hacerle perder poder de influencia ni capacidad de combate. Sin ir más lejos, en los primeros ataques, a penas unos 20 milicianos, de los 35.000 reclutados, han resultado muertos.

El propio Ray ODierno, el jefe del Ejército de Estados Unidos, reconocía la semana pasada que para vencer al ISIS será necesaria una intervención militar terrestre, una opción de la que Obama huye como de la peste. El presidente de EEUU, aquel líder de la paz, premio Nobel incluido, que terminó con las guerras de Afganistán e Iraq, con un resultado bastante cuestionable, y que prometió cerrar la base de Guantánamo y acabar con los drones, no quiere acabar su segundo mandato dejando un nuevo conflicto tras de sí.

Sin embargo, el cuerpo a cuerpo y el apoyo logístico y de formación al Ejército iraquí son esenciales para erradicar al ISIS de Siria e Iraq. Los yihadistas sabían desde hace tiempo que, antes o después, serían atacados por aire y para ello se estaban preparando. Sus fuerzas y arsenales están muy dispersos y camuflados y sus milicianos mezclados entre la población civil, que les sirve de escudo humano (voluntario o no) ante posibles ofensivas aéreas.

Por desgracia para Obama y los aliados, combatir al ISIS exige operar en el quirófano y no desde la sala de espera. Enfrentarse al enemigo cara a cara y en su terreno, lo que supone un coste elevado de bajas (3.500 militares murieron en Afganistán y otros 4.800 en la segunda iraquí) que no parece que estén dispuesto a asumir por ahora, con EEUU camino de unas elecciones de mid-term que renovarán gran parte de las dos Cámaras en unas semanas o con Reino Unido encarando unos cruciales comicios generales en la primavera de 2015.
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