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TRIBUNA

Política en el Estado socialdemocrático

Juan José Laborda
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1718lamartingmailcom/12/12/18
viernes 26 de junio de 2015, 00:39h
Es interesante detectar que la sociedad española ha dejado de estar tan crispada como durante las elecciones, mientras la élite de los políticos hoy se encuentra aún más revolucionada. Una reciente encuesta ha revelado que la mayoría social no se encuentra cómoda con la composición de los nuevos ayuntamientos. Que la sociedad emita signos de que se reduce la crispación no quiere decir que los ciudadanos se queden quietos ante la velocidad de los cambios políticos. Los votantes no son indiferentes ante esa mutación de los líderes políticos. Es indudable que “Podemos” se define ahora como partido socialdemócrata y rechaza la compañía de la Izquierda Unida de Alberto Garzón (¿demasiado anticapitalista?) porque piensa que así se adapta mejor a las preferencias de los electores; muy parecido a las vibrantes posturas de Cristina Cifuentes, la nueva presidenta de la Región de Madrid, que después de comprometerse con un programa gubernamental de corte socialdemócrata o socialcristiano (en España la cercanía ideológica es mayor que en Alemania) que horrorizaría a un republicano norteamericano, anuncia a los cuatro vientos que ha llegado un tiempo nuevo.

Hoy es difícil pronosticar cómo será el clima político próximo o inmediato.

Éste tiene que ver con la cercanía de las elecciones legislativas para la presidencia del Gobierno de la Nación. Esta efervescencia de definiciones, en la que el PSOE no se ha quedado atrás, parece que no ha afectado al pulso impertérrito del presidente Rajoy, que ha desinflado las expectativas habidas de grandes cambios gubernamentales, cuando pareció reaccionar así a los últimos resultados electorales. Tal vez por convicción personal o por influencia de las encuestas de Pedro Arriola, Mariano Rajoy ha rehuido siempre meterse en definiciones ideológicas, incluso escapándose de cuestiones políticas como nombrar y cesar ministros, pero eso no significa otra cosa que hace política de bajo perfil intelectual (recordemos la intencionada foto llevándose el “Marca” como lectura en un fin de semana de gran tensión partidaria), pero que hace política todo el tiempo; y se equivocarían quienes pensasen que Rajoy no está listo para saltar electoralmente.

Mi impresión personal es que Rajoy va a hacer coincidir las elecciones nacionales con las elecciones autonómicas de Cataluña, estas últimas inicialmente previstas para el próximo 27 de septiembre. Para el PP de Rajoy será positivo electoralmente y será bueno para la política estatal, a la vez que reducirá aún más las posibilidades de que los independentistas catalanes obtengan un resultado favorable para sus locoides pretensiones.

Coincidiendo o no con las elecciones supuestamente soberanistas, las elecciones para el Congreso y el Senado supondrán que los valores identificados con lo público y con lo estatal se cotizarán al alza, y en parecida medida las ideologías liberal-capitalistas y del Estado mínimo perderán mucha influencia. Es una tendencia que actualmente (por la crisis social) supone un reflujo del neoliberalismo económico, pero en España ese hecho es más intenso y palpable debido a nuestras particulares circunstancias.

A las desigualdades creadas por la mala coyuntura capitalista (¡el capitalismo popular de antaño ha sido un fiasco!), aquí se suman la corrupción, el desafío secesionista catalán y la sensación de que la recuperación económica no mejora las condiciones vitales de buena parte de la población. Todo ello junto favorece que los electores prefieran soluciones públicas y estatales, en lugar de las fallidas políticas liberal-capitalistas y privatizadoras.

En cualquier caso, España, como país inserto en la Unión Europea, es un país estructuralmente perteneciente al modelo socialdemocrático, en el que lo público se acaba imponiendo al mercado. Juan Tomás Hernani, antiguo alto cargo del Ministerio de Innovación Tecnológica, hoy profesor de la “Deusto Business School”, acaba de publicar un artículo interesantísimo sobre “El sector público, clave en la innovación” en el que explica que el sector público en España alcanza el 45% del PIB, lo mismo que Gran Bretaña y Alemania, aunque menos que Suecia (56%) y que Francia (59%). Pero además, sectores privados, como la energía, tienen una dependencia del Estado enorme. Juan Tomás Hernani escribe: “Decía un directivo de Iberdrola…que no tenía 8 millones de clientes, sino 8 millones de abonados y un cliente (¡el ministro de Industria!).

Y como el gobierno de Rajoy nunca tuvo una justificación ideológica seria de lo que intentaba realizar (¡que hubiera sido posible aquí, como lo fue en otros países!), ahora no es posible hacer electoralmente otra cosa que lo que acaba de consagrar, como ideario, Cristina Cifuentes, que, con el beneplácito del PP transformado (y puede que con el placet de Arriola), ha sido aclamado como el discurso de los nuevos tiempos.

Pero como todo puede cambiar, la lógica de hacer coincidir las dos elecciones dará a Rajoy una seguridad que no encontrará en su particular desierto de ideas. Es más, tapar el discurso de Mas, y de los demás separatistas catalanes, con su discurso habitual de que la recuperación económica es lo único sensato podría ser la prueba de su coherencia como gobernante, siendo, además, una tentación para responder al desafío catalán de una manera muy propia para Rajoy.

La decisión de Pedro Sánchez de presentarse como candidato a la presidencia del Gobierno bajo el símbolo de la bandera constitucional de España, además de una prueba de su inteligencia electoral, tendrá otras consecuencias benéficas para el PSOE y para la fortaleza del “Estado social y democrático” (que es como se define España en el artículo 1 de Constitución). Esto va también en la misma dirección.

Juan José Laborda

Consejero de Estado-Historiador.

JUAN JOSÉ LABORDA MARTIN es senador constituyente por Burgos y fue presidente del Senado.

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