Se acaba de publicar un libro de Jordi Canal titulado “Historia mínima de Cataluña” que será, sin duda, un acontecimiento editorial por muchos motivos. La obra pertenece a una colección de “historias mínimas” que han sido un éxito de lectores, tanto en España, como en países americanos de lengua española.
Autores reputados, como Juan Pablo Fusi, Jon Juaristi o José-Carlos Mainer, escribieron “historias mínimas” de España, del País Vasco, o de la literatura española, que se han convertido en auténticos patrones de conocimiento de temas sobre los que ellos abordaron sus condensadas síntesis. Pero la colección no se limita a España y a asuntos españoles: una buena parte de sus títulos se dedican a conocer “historias mínimas” de naciones americanas, y también a estudiar asuntos más universales, como el librito del gran historiador húngaro-norteamericano, John Lukacs, referido al siglo XX.
Esa vocación cosmopolita y de búsqueda del rigor intelectual que caracteriza a la colección, en la que se inserta el libro de Jordi Canal, tiene mucho que ver con que “El Colegio de México” sea uno de sus editores. “El Colegio de México” se fundó en 1940, cuando el presidente mexicano, Lázaro Cárdenas, creó esa institución cultural para acoger a la intelectualidad española exiliada, como consecuencia de la Guerra Civil. Desde entonces, ha sido el punto de confluencia de lo mejor de la cultura mexicana con las corrientes de pensamiento de América, Europa y España. Yo tengo la experiencia reciente de encontrar la colección de “historias mínimas” en las principales librerías de Santiago de Chile (en las que compré la “Historia mínima de Chile” de Rafael Sagredo Baeza), y esa es la prueba de la gran difusión que está teniendo la colección en toda América (Chile es un mercado editorial un tanto particular), así que los acontecimientos políticos catalanes podrán ser interpretados y entendidos con el libro de Jordi Canal.
Jordi Canal (Olot, Gerona, 1964) es un reputado investigador y profesor en la prestigiosa École des Hautes Études en Sciences Sociales de Paris, y entre sus publicaciones se encuentran la dirección de los seis volúmenes de “España, 1808-2010”(Taurus-Fundación Mapfre).
Su “Historia mínima de Cataluña” es una síntesis convincente y atractiva para sus lectores, lo mismo para los expertos en historia, que para los que quieran encontrar elementos de juicio en el pasado, desconcertados ante la desquiciada situación política de Cataluña. Jordi Canal no entra en la liza propia de los escritores de historia doctrinal (historiadores “ad probandum”, que describió don Julio Caro Baroja), que sólo comparan las singularidades de los hechos del pasado, sino que emplea su conocimiento sobre los métodos y técnicas de la historiografía científica actual para desmontar las versiones nacionalistas de la Historia de Cataluña, como construcciones legendarias y míticas. Citando la frase de otro historiador catalán, Ricardo García Cárcel, que Cataluña “es una sociedad enferma de pasado”, Jordi Canal argumenta con la serenidad propia de un científico: “La tarea del historiador es mucho más modesta: separar el mito de la historia y poner de manifiesto las perversiones que genera su confusión”. Y mostrando su deuda con un intelectual catalán, Agustí Calvet (1887-1964), conocido como “Gaziel”, Jordi Canal escribe: “Las historias elaboradas desde 1870 narraban hechos reales, sostenía Gaziel, pero los atribuían a una entidad política y orgánica que era un auténtico fantasma, esto es, “Cataluña considerada como un estado catalán”. Se trataba, en fin, de una figura mitológica, hija del moderno nacionalismo”.
A través de las 298 páginas este libro nos permite conocer la historia de ese territorio desde el Paleolítico, un territorio que mucho más tarde, bien entrada la Edad Media, se denominaría Cataluña. Cataluña pudo haberse dotado de estructuras estatales, como lo hicieron otras monarquías y señoríos feudales, como Castilla, Inglaterra, Escocia o Piamonte, pero no lo consiguió, aunque mejor sería decir que no obtuvo consenso social interno para convertirse en sujeto soberano independiente. Ese hecho histórico se encuentra perfectamente descrito en las páginas del libro de Jordi Canal. Pero también se conoce en él las veces que Cataluña entró en conflicto con los soberanos españoles, o posteriormente con la soberanía estatal española, momentos que siempre estuvieron asociados a un grave desgarramiento -en ocasiones, auténtica guerra civil- en el seno de la sociedad catalana. Ejemplos: cuando Cataluña ofreció sin éxito la corona de Juan II (el padre de Fernando el Católico) a diversos soberanos, como Enrique IV de Castilla, el condestable Pedro de Portugal, o Renato de Anjou; o cuando se proclamó “república” por unos días, para después ofrecerse al rey Luis XIII de Francia, reino al que pertenecería por doce años, hasta que, escarmentada, volvió a la monarquía hispánica en 1652; o cuando en los años de la Segunda República, Cataluña se proclamaría “estado catalán”, dentro de una estructura imaginada de república ibérica.
Esos acontecimientos históricos, que Jordi Canal describe con pulso objetivo, no sólo se nos muestran con todo su dramatismo, sino que plantean a los políticos de hoy un motivo profundo de reflexión, pues la convivencia en el Estado democrático español exige prudencia -que es distinto que cobardía-, acuerdos de fondo y cultura histórica sostenida en verdades contrastables. Para eso sirve la “Historia mínima de Cataluña” de Jordi Canal.