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EPPUR SI MUOVE

Lo de Colonia era sólo el principio

martes 26 de enero de 2016, 16:37h

Para que digan que en el Islam hay inmovilismo. Sami Abu-Yusuf, el imán de una mezquita de Colonia ha dado con los culpables de la cascada de agresiones sexuales que se produjeron en la ciudad la pasada Nochevieja. En su docta opinión fueron ellas, las propias mujeres, las responsables de que esos pobres animalitos intentaran hacerles de todo. La razón, “ir semidesnudas y ponerse provocativos perfumes”. Añade el nuevo ídolo de los progres que “las chicas tienen toda la culpa, no pueden salir a las calles casi desnudas y utilizar esos perfumes…no es de extrañar que los hombres quisieran atacarlas, sólo añaden más leña al fuego con esas actitudes”. Recordar, dicho sea de paso, que los agresores eran musulmanes en su inmensa mayoría.

Inmovilismo, dicen. Bien que se movieron los infames de Colonia esa aciaga noche, y bien que se ha movido su imán para defender lo que hicieron los suyos. Pero que nadie se engañe; lejos de ser una anécdota execrable, lo de Colonia es mucho más habitual de lo que muchos parecen querer ignorar. Rara es la ciudad donde un imán o un ulema no justifica que se pegue a las mujeres, que se sigan limitando sus derechos o, un clásico, que la culpa del terrorismo islámico es de Occidente, donde por cierto todos quieren estar y chupar del bote.

El ajedrez, pese a ser un “deporte” tranquilito, tiene sus movimientos. Sin embargo, el que ha movido ficha en Arabia Saudí ha sido el gran muftí Abdul-Aziz ibn Abdullah, la más alta autoridad religiosa del país, que quiere prohibirlo por ser “una fuente de pecado”. Allí se azota a homosexuales, se lapida a adúlteras y se crucifica a blogueros que osan pedir algo de libertad. ¿Inmovilismo? Ni hablar. El látigo y las cruces evolucionan contra esos cuerpos inocentes que da gusto.

No todos los musulmanes -de hecho, muy pocos- son así, pero coincide que todos los que son así son musulmanes. Se saben fuertes en Europa porque aquí la izquierda intenta laminar cada día las raíces cristianas del continente. Y no digamos en España. Hace no mucho, unas podemitas de pro arrojaban su ropa interior manchada con sangre al cardenal Rouco Varela, a las puertas de una parroquia. Sería igual de impresentable si lo hicieran en la mezquita de la M-30, pero tranquilos, que allí no irán. Habiendo iglesias que profanar, quién necesita más. Luego, esas mismas “valientes” acusan a la Iglesia de inmovilismo, y a Occidente de sabe Dios qué. Para su información, la Iglesia sí se mueve. Entre otras cosas, Cáritas presta asistencia a miles de familias musulmanas de España, y otro tanto hacen las respectivas conferencias episcopales del continente.

Aquí, si un musulmán necesita ropa, comida o medicinas acude a la iglesia, no a la mezquita. Ahí sólo va si quiere percibir la “propina” que reciben aquellas mujeres que alquilan sus cabezas para llevar el hiyab a cambio de un puñado de euros. No todo va a ser tan pío. Europa está muy descreída, y los fundamentalistas islámicos son conscientes de ello. Actuaron en Alemania, antes lo hicieron en Suecia y volverán a lo suyo donde y cuando les parezca. Cuentan con la izquierda como cooperadora necesaria. Va a acabar cumpliéndose lo que berreaba la portavoz podemita -previamente despelotada- del Ayuntamiento de Madrid en la capilla de Somosaguas: “arderéis como en el 36”. Por de pronto, ya han quemado la ilusión de miles de familias en la cabalgata del orgullo gay, y al paso que van seguirán abonando el terreno para que los amigos del imán de Colonia instalen en Madrid un campo temático de la aberración.

Antonio Hualde

Abogado

ANTONIO HUALDE es abogado e investigador de la Fundación Ortega y Gasset

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