Donald Trump, genio y figura

En el debate entre Hillary Clinton y Donald Trump, el candidato republicano intentó mostrar su cara más “amable” sin lanzar ninguna de las proclamas incendiarias que han jalonado toda su campaña. Aunque mantuvo sus tesis, no se despeñó por afirmaciones insultantes para la inmigración, sobre todo la latina, ni se le ocurrió denominar a su adversaria como el diablo. Sin embargo, ese esfuerzo de contención convenció a pocos, pues la opinión mayoritaria es que la candidata demócrata utilizó con habilidad toda su experiencia y puso a Trump ante sus mentiras y contradicciones. Y, sobre todo, la careta que podríamos llamar “moderada”, teniendo en cuenta cómo se las gasta Trump, bien poco le ha durado.

Consciente de que para muchos una convincente Hillary Clinton salió vencedora del debate, Donald Trump ha vuelto a las andadas recurriendo a las teorías conspirativas, tan de su agrado. Y, por cierto, también muy queridas por todos los mandatarios autoritarios. Ahora, Trump ha arremetido contra Google acusándolo de que está en su contra, pues, según él, ha eliminado intencionadamente los resultados de búsquedas relacionados de forma negativa con Hillary Clinton. Acusación que la empresa ha rechazado con rapidez señalando que es completamente incierto que defiendan a candidato alguno.

Y parece que en esa “conspiración” también se encuentra el moderador del debate al que Trump ha acusado de favorecer a Clinton. La nueva ocurrencia de Trump no es extraña cuando en otra ocasión llegó a advertir a sus seguidores de que estuvieran alerta porque las elecciones iban a estar amañadas, como si en lugar de Norteamérica estuviera en una republica bananera. Con sus teorías conspirativas lo primero que consigue Trump es hacer el ridículo. Pero no deja de resultar inquietante que las agite en el fragor de la batalla electoral cuando los votantes a veces se dejan arrastrar más por lo emocional que por lo racional, y trate de insuflar al país paranoias de confabulaciones.