Cumbre entre los mandatarios de Rusia y Venezuela.
Este miércoles, en Moscú, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el máximo mandatario de Rusia, Vladimir Putin, se reunieron para estrechar lazos y alcanzar acuerdos que desemboquen en el refuerzo de los intereses de ambas partes. Así, de esa cumbre saldría el apoyo político y financiero del país anfitrío hacia el caribeño y el respaldo del régimen chavista para el plan que tiene el socio del Al Asad para con el mercado del petróleo mundial.
Maduro volvió a América tras participar en el foro internacional Semana Rusa de la Energía. En ese evento propuso el establecimiento de mecanismos novedosos para la gestión de la producción y venta petrolífera, con el fin de alcanzar un estatus que permita fijar los precios del crudo para que la especulación que está minando la economía de su país concluya. Y, después de compartir esta idea en dicho recinto, acudió al Kremlin para charlar con la figura más relevante de Rusia.
Dio la sensación que el relevo de Chávez allanó el terreno para la negociación que mantendría con Putin horas después. Y su estrategia sutiró efecto, si bien ambos interlocutores no tienen demasiadas asperezas. Y es que de la jornada Venezuela sacó la reestructuración de su deuda. Un tema nada valadí. "La deuda, como cualquier compromiso financiero, es propensa de ser reestructurada y cualquier reestructuración o refinanciamiento seguramente será objeto de acuerdos entre los dos gobiernos", avanzó en el foro.
Ese objetivo sería completado por el Ejecutivo ruso. El ministro de Finanzas ruso, Antón Siluánov, confesó que Rusia lleva tiempo negociando la reestructuración de la deuda que Venezuela (2.800 millones de dólares). Lo hace por medio de charlas bilarerales y bajo el paraguas del Club de París.
Maduro, además, aprovechó la presencia de responsables de países petroleros en el foro para afianzar la posición rusa con respecto al acuerdo firmado en noviembre de 2016, por el que los países que conforman la OPEP y los no-OPEP se comprometieron a reducir la producción mundial de crudo para estabilizar los precios. Esa era la contrapartida exigida por Putin y el mandatario venezolano calificó el acuerdo como "histórico". Es más, presumió de haberse valido de tal acuerdo multinacional para gozar de "una recuperación aún muy moderada" en la economía de su nación.
Su titular de Petróleo, Eulogio del Pino, que acompaña a Maduro en su gira, declararía que "llamamos a muchos otros países a sumarse al acuerdo. Hemos hablado con responsables de Egipto, el ministro ruso de Energía, Alexánder Novak, y siete países productores de África". "Esperamos resultados positivos en los próximos meses que permitan a los países productores y exportadores recuperar sus inversiones, algo que no es posible con precios de 20 o 30 dólares el barril", esecificó un dirigente que afirmó esperar que se unan al acuerdo "hasra 40 países".
Del Pino reveló que ya están negociando con colosos energéticos rusos como Gazprom y Rosneft para desarrollar yacimientos en la plataforma continental de Venezuela para la exportación, una vía que desahogaría el bloqueo económico -según su criterio- al que se ha visto abocado su régimen. Aún así, el dirigente matizó que la ley venezolana asegura que su país ha de ser el máximo accionista de cualquier proyecto petrolero, por lo que señaló que Rosneft ya es socio minoritario de varios proyectos que comparte con la compañía estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). El coloso energético ruso prdujo 2,67 millones de toneladas de petróleo de dichas colaboraciones en el país caribeño (de un total de 8,4 millones de toneladas).
Putin, ya en la reunión, lamentó que "Venezuela está atravesando una época nada fácil", pero se vanaglorio por el presunto inicio del diálogo del Gobierno con la oposición que, dijo, "estamos siguiendo en Rusia". Maduro también expuso que los problemas "se van superando" y que su visita a Moscú "es muy oportuna, porque vivimos un buen momento. Hemos entrado en una nueva etapa". Para asombro de los opositores. El caso es que ambos se estrecharon la mano para, entre otros aspectos, que los europeos ofrezcan una mayor cobertura técnico-militar a los americanos.