Carlos Puigdemont, caudillo de Cataluña por la gracia de Dios, Generalísimo de sus Ejércitos de Tierra, Mar y Aire...
Carlos Puigdemont, caudillo de Cataluña por la gracia de Dios, Generalísimo de sus Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, salvador de la patria y padre de la patria nueva, todo eso para sus incondicionales, es, para otros, el expresidente felón. Mientras Oriol Junqueras sufre prisión, él vive como un duque en la Europa más costosa Y se ha enfrentado a ERC, que se manifestó de acuerdo a que los diputados inhabilitados por el juez Llarena, y entre ellos Puigdemont, dejaran sus cargos para que el Parlamento catalán continúe funcionando con normalidad.
Pues no. Puigdemont está de acuerdo con que sus compañeros diputados cedan. Pero él, no. A él le tienen que mantener como diputado, aunque eso complique la vida a todos. Él, Carlos Puigdemont, es el César, el invicto caudillo, y exige el sacrificio general de Cataluña y los catalanes por mantenerse en el machito prófugo.
Un hombre mediocre, un político sin relieve, está ensoberbecido y dispuesto a que todos se sacrifiquen por él. El presidente trilero hace trampas hasta a sus partidarios. En ERC están que braman. También en un sector de su nuevo partido. Callan porque no quieren provocar una división en el independentismo que consideran perjudicial para todos.
Pero desdeñan de forma cada vez más acentuada al prófugo cobarde que pone su interés personal por encima del interés general y también por encima de los que padecen en la cárcel, cuando estos últimos tienen noticias, que se pueden revertir, de que se les concederá en pocas semanas la libertad provisional.