Para los nacionalistas, Navarra ya forma parte del País Vasco. Es una provincia más desde que este viernes María Chivite se ha convertido en la presidenta de la Comunidad gracias a los votos de Geroa Bai (el PNV) y de Bildu. La socialista, a las órdenes de Pedro Sánchez, ha aceptado las exigencias de los herederos de ETA que son, entre otras, el uso oficial de la ikurriña, la enseñanza obligatoria del euskera y echar a la Guardia Civil de la Comunidad Foral.
A pesar de que el PSOE perdió de largo las elecciones, Navarra Suma casi le dobló en escaños (20 a 11), María Chivite gobernará como rehén del terrorista Otegui que antes de la sesión de investidura anunció que los más de 200 asesinos etarras encarcelados recibirán homenajes según vayan saliendo de prisión. Se desconoce si la presidenta socialista se ha comprometido en el pacto de Gobierno a asistir a tales actos.
Como publica El País, el diario más gubernamental que nunca, el Gobierno “apuntala” así su poder regional. En efecto, apuntala a la inmensa mayoría de navarros que se sienten españoles y que no quieren que sus hijos sean obligados a estudiar el euskera. Y apuntala a los terroristas que, gracias a Pedro Sánchez, se han convertido en una pieza clave en la gobernabilidad de España. Ya le apoyaron con entusiasmo en la moción de censura y ahora han dado al PSOE el poder en la Comunidad Foral. Pero como advirtió Bildu a Chivite no debe olvidar de quién depende. De momento, el Parlamento de Navarra se llama “Nafarroako Parlamentua”. Que tome buena nota la nueva presidenta, no vaya a perder la poltrona por hablar en español.
Es, en efecto, el pacto de la vergüenza. Pero también lo es de la traición a los navarros. Pedro Sánchez no puede tener la desfachatez de criticar al PP y a Ciudadanos por pactar con Vox. El partido de Abascal es, sin duda, de la derecha pura y dura, pero defiende la Monarquía parlamentaria, la Constitución y la unidad de España. Pero Bildu tiene a su frente a un terrorista condenado y encarcelado por sus crímenes. Y como los otros socios de Sánchez (los golpistas catalanes), su objetivo final es romper España. Pedro Sánchez ha traicionado a los navarros, pero también a las esencias del histórico Partido Socialista Obrero español. Así “apuntala” el PSOE el poder regional.
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